Regalo

453 40 2
                                    

Shiroi no era fanática de las joyas caras -aunque tuviese estanterías repletas de ellas- nunca usaba anillos, sentía que debería de ser algo especial para poder utilizarlo.En cuanto pudo retocarse rápidamente el maquillaje y acomodarse el vestido en los sanitarios de empleados -que se encontraban vacíos- sus piernas temblaban, ¿qué demonios había hecho? Nash Gold Jr la esperaba fuera.Días atrás se había subastado el diamante Oppenheiner, una piedra azul de rareza excepcional con 14.62 quilates y una pureza impresionante, el basquetbolista lo había comprado en una subasta por cincuenta y siete millones de dólares en Ginevra (Suiza), en un principio Nash lo había comprado para regalárselo a Olivia -su amor platónico- más no esperó cambiar de parecer tras quedar anonadado por la exótica belleza de Shiroi Kumo que era su actual portadora.El gran anillo iba posado en su dedo anular de la mano derecha y ella no pensaba quitárselo, era hermoso y una pieza única, además de ser un excelente regalo por parte de un futuro prometido.

-

-

-

El gran salón se llenó de murmullos cuando Nash Gold y Shiroi Kumo volvieron a la fiesta con el rubio sosteniendo firmemente la cintura de la albina, sin embargo lo que más causó revuelo fue el gran anillo que relucía en el delicado dedo de la albina.
-¿Ese es...?
-¡Cielos! ¿Estarán comprometidos?
-No lo sé, pero son una pareja perfecta.
-¿Gold habrá comprado ese anillo para ella?
-Escuché que se conocieron en Estados Unidos hace unos años, ¿acaso fueron novios y esperaban el momento para anunciar su compromiso?
Akashi Seijuro jadeó por la impresión y su copa de champagne cayó al suelo rompiéndose en pedazos al igual que su confundido corazón.
Midorima Shintaro se atragantó con un bocadillo y tras toser fuertemente sus lentes cayeron al piso: al igual que su orgullo.
Kise Ryota cayó de rodillas frente a algunas admiradoras que no paraban de hablar sobre su querida Shiroicchi.
-¿¡Kise-Kun te sientes bien!?-Las chicas chillaron asustadas, él no respondió: sintió la derrota en cada átomo de su ser, jamás podría competir contra alguien como Nash Gold Jr.
A los tres les dolía saber que la única persona a la que Shiroi había aceptado como pareja de baile fue al norteamericano que no paraba de sonreír triunfante por ser el único digno acompañante que ella consideraba estaba a su altura.

-

-

-

-Takashi, Kaneki.Por hoy iré en la limusina de Nash, código verde.
-A la orden, Shiroi-sama.-El código verde significaba seguimiento y alerta, la misión de los guardaespaldas era seguir a la Kumo desde otro vehículo y no bajar la guardia en ningún momento.
-Vamos, Shiroi.-El gringo abrió la puerta del lujoso transporte, ella no tardó en subir, estaba harta de todas las cámaras que estaban apuntando a ellos.En cuanto estuvieron a salvo de los flashes curiosos Nash agarró la suave barbilla y la observó con diversión.
-¿Se supone que ahora eres mi prometida?
-Eso quisieras, solamente acepté tu "humilde" regalo.-El sarcasmo era un sistema de defensa para Shiroi, que aunque no lo demostraba se encontraba con los nervios a flor de piel, el condenado era jodidamente precioso.
-Te propongo un trato.
-Te escucho.
-Ocho meses.
-¿Perdón?
-Ocho meses, es lo que pido para enamorarte, dentro de ocho meses cumplirás la mayoría de edad.Si te enamoras de mi juro que me casaré contigo sin dudar.-Ella guardó silencio, ¿porqué por años había sido un auténtico idiota y en ese preciso momento era todo un romántico empedernido?
-No te entiendo, ¿qué ganarías tú a cambio?-La limusina frenó de golpe frente a la mansión de Shiroi, el brusco movimiento provocó que terminase en una posición comprometedora sobre Nash y su exquisita colonia masculina.
-Te ganaría a ti, eres el premio mayor para todo nuestro círculo social.-Nash no le diría que él ganaría el derecho de ver el resto de su vida las finas facciones de su rostro, sus hermosos ojos o los delicados y carnosos labios que lo volvieron loco esa noche.
Ante la respuesta malinterpretada Shiroi rodeó los ojos: allí estaba el idiota que ella conocía.
-Buenas noches, Nash.-No esperó a que nadie le abriese la puerta, no necesitaba la ayuda de nadie.
-Tú serás mía, Shiroi.-Ella no volteó a verlo y cerró la puerta con fuerza, agradecía a la penumbra de la madrugada que cubría el fuerte sonrojo de su cara con la neblina.Nash bajó rápidamente y corrió tras ella.
-¡Espera!
-¿Qué quieres?-El estoico rostro de nuevo apareció y eso dolió en algún lugar de la máquina vital de amar del Gold.Él agarró la delgada muñeca de Shiroi y la jaló hacia él estampando sus labios en un beso apasionado que ella correspondió temblorosa.
-Refresca bastante, no quiero que te enfermes.-Un cálido y perfumado abrigo aterrizó sobre los hombros de la albina.-Buenas noches, Shiroi.-Ella quedó congelada, no pudo decir gracias porque cuando reaccionó Nash y la limusina ya no estaban.Takashi y Kaneki corrieron hacia ella.
-¿Está todo bien, Shiroi-sama?
-No.-Ella susurró, su frío corazón bombeaba como loco y ella no sabía si eso era bueno o malo: el delicioso aroma de la prenda que la cubría no colaboraba con sus pensamientos.-Vamos.-Con la sensación de que sus piernas eran gelatinas caminó como pudo hasta entrar en su enorme y vacía mansión.
-Buenas noches.
-Buenas noches, Shiroi-sama.-Shiroi aborrecía no poder dormir, estaba enojada porque el maldito rubio no salió de su cabeza hasta que el cansancio la agotó y cayó rendida.
¿Quién le hubiese advertido que el día que se aproximaba la pondría con los vellos de punta?

Kanpeki•KnbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora