Todos la consideraban perfecta
Una belleza exótica de cabellera albina, metro cincuenta y cuatro, mirada avellana y piel pálida.
Educada, amante de la lectura, buena en cualquier deporte, experta en defensa personal y gastronomía.Una diosa en cualqu...
Los murmullos entre los estudiantes empezaron a sonar a penas llegó la larga limusina plateada con el símbolo de una nube sobre el capó frente a la entrada del instituto Seirin, ¿acaso iban a tener una celebridad de visita? Grande fue la sorpresa cuando bajó una señorita con el uniforme puesto.
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-¡Parece una muñeca! -Es tan bonita... -¿Tendrá novio? -¿Estudiará aquí? -Probablemente una engreída con demasiado dinero. Shiroi no se inmutó ante las miradas curiosas de los demás, comenzó a caminar con sus zapatos con tacón resonando a cada paso que daba, dos guardaespaldas iban tras ella mientras las miradas curiosas abrían paso por el corredor.Tenía ganas de hacer un berrinche, pero era necesario tener la certificación de haber culminado la preparatoria. -Por favor, ¿podrías mostrarme la oficina del director?-Su inexpresivo rostro no colaboraba ante su intento de amabilidad, aunque nunca se comportó grosera. -C-con gusto.-Una chica de último año la guió hasta una gran puerta. -Gracias, puedes retirarte.-Ordenó Shiroi, la pobre muchacha desapareció en un abrir y cerrar de ojos.A veces no creía cómo podía ser tan intimidante considerando el hecho de que en promedio las personas le quitaban por lo menos una cabeza. Golpeó la puerta dos veces con sus nudillos hasta que una voz varonil exclamó un "adelante"
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-Ella es Shiroi Kumo, desde ahora estará con ustedes.Volvió desde Francia y por motivos de seguridad tendrá dos guardaespaldas dentro de la institución.-El mismísimo director la guió a su salón de clases, suspiró antes de entrar al aula para ser el centro de atención por segunda vez en el día. -Soy Shiroi Kumo, espero llevarme bien con ustedes.-Realizó una corta reverencia. -Mucho gusto, Kumo-san, por favor siéntese al fondo con Kagami-kun.-pidió el profesor, un pelirrojo con cejas gruesas levantó la mano.Ella asintió y sus guardaespaldas la guiaron.Uno de ellos estiró y limpió la silla con un pañuelo para que ella se sentase, mientras el otro desinfectaba la mesa con rapidez, la peliblanca asintió en agradecimiento antes de tomar su lugar. -Mucho gusto, Kagami-san.-saludó con respeto, el pelirrojo no era muy educado que se diga. -Ah, igualmente Kumo.Espero que te adaptes rápido y tus guardaespaldas no me disparen por dirigirte la palabra.-Bromeó él, mientras los trajeados tenían su postura firme y lo miraban con desagrado.Shiroi rió. -No lo harán, todavía. A Taiga le recorrió un escalofrío y puso cara de espanto, la Kumo durante mucho tiempo no soltó ninguna sonrisa y ese sujeto la estaba haciendo reír en tiempo récord.Al fin de cuentas no fue tan mala decisión volver a Japón.
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Kuroko estaba en shock, ella estaba sentada frente suyo y ni siquiera lo notó, o tal vez lo ignoró.Para colmo Bakagami se sonrojaba por las sonrisas que Shiroi le daba.Apretó los puños enojado, aunque internamente sabía que se lo merecía. Durante las primeras horas de clase se pasaba observándola, su cabello era un poco más largo, su busto había aumentado, su cintura seguía igual de pequeña, sus caderas anchas y piernas torneadas.Muchas cosas habían cambiado y no solo su cuerpo, aunque sobre todo tenia una pregunta que le carcomía la cabeza, ¿porqué diablos tenía dos guardaespaldas que la seguían a todas partes?
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Llegó la hora del almuerzo, Kagami se disculpó por no poder acompañarla ya que tenía algunos compromisos con su club de baloncesto. -Necesito ir al tocador.-los guardias asintieron, una vez que el baño femenino del segundo piso estaba totalmente despejado ella entró a lavarse el rostro, no le fue tan mal como pensó. De su pequeño bolso consiguió un brillo labial, delineador, rubor y máscara de pestañas, su imagen era muy importante tras cargar semejante peso a esas alturas. -Kane-san, ¿podría ir a buscar mi almuerzo por favor? Quisiera comer en el jardín del colegio-Pidió en voz alta. -Por supuesto, Shiroi-sama.-tuvo como respuesta del otro lado de la pared seguido de unos pasos alejándose.Guardó sus cosméticos para luego echarse su exquisito perfume dulce.Observó su reflejo en el espejo, hasta que la pudo convencer lo que veía salió del baño, viendo una fila de mujeres que se quejaban de no poder entrar. -Takashi-san, vámonos.-Su voz salió autoritaria y con su rostro frívolo pudo intimidar a las mujeres chillonas de ese lugar. -Sí, Shiroi-sama.-Ambos se dirigieron al jardín bajo la atenta mirada de todos los estudiantes. -Shiroi-sama, aquí está su almuerzo.-Kaneki, su guardaespaldas de pelo negro atajaba un gran bento. -Comeremos en el pasto.-Ambos rápidamente se quitaron sus sacos para ponerlos sobre el césped.Shiroi suspiró por enésima vez en el día que parecía no tener final.
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Las clases culminaron, más habían varias actividades en diferentes clubes.Fue al de arte, no duró ni diez minutos. -¡Es toda una profesional! -¿Vieron esos lienzos? Son igual de perfectos que ella.. Demasiado fácil, pensó para dirigirse al de música. Le pasó lo mismo al ejecutar el piano, el violín, la guitarra y el arpa. -Es tan bella... -Todo lo que toca es arte. Negó antes de ponerse a cantar una simple canción de cuna, a su parecer su voz era espantosa. -Tiene una voz tan angelical... Bufó molesta para luego salir a paso apresurado con sus guardaespaldas corriendo tras ella. Le pasó lo mismo en el club de tenis, fútbol, golf y vóley.Probaria natación y básquet al día siguiente ya que estaba anocheciendo. -Kumo-san...-Una voz tan conocida la llamó cuando se dirigía a su limusina.Ni siquiera volteó a verlo, no se lo merecía, con la voz más gélida que pudo poseer le respondió: -En este momento desearía que desaparecieras tú y no yo, Kuroko.-con la frente en alto se metió a la limusina y sin mirar atrás soltó un par de lágrimas traicioneras, Takashi y Kaneki le ofrecieron pañuelos limpios sin voltear a verla, los únicos amigos que le quedaban a Shiroi eran sus empleados.