Sangre

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El viaje empezó con risas y muchas siestas: Shiroi no había estado durmiendo bien últimamente y alrededor de los milagros se sentía protegida, sin embargo era un vuelo bastante largo.
-Yo sé que actualmente estamos en una situación complicada, pero antes de empezar a vivir junto a ustedes necesito saber por qué...¿Por qué demonios me trataron así en ese entonces?
El silencio se formó un minuto, mientras todos trataron de formular sus respuestas.
-Nuestro egocentrismo hizo que nos aburriéramos de siempre ganar, y empezamos a competir entre nosotros para que sea un poco más divertido...
-No es sólo eso, en el fondo sabíamos que todos íbamos a separarnos y nos enojaba saber que tú te quedarías solo con uno de nosotros....
=Aparte, fuimos unos idiotas que pensábamos que eras pobre y que ya no encajarías en nuestro grupo.
-Estábamos enojados y apareciste en un momento donde la rabia nos ganó, lo sentimos mucho Shiroi=chan....
-Sabemos que solo son excusas, pero nuestro comportamiento en ese entonces fue inaceptable, tampoco esperamos que nos comprendas, Shiroi, pero ahora estamos contigo, y no volveremos a fallarte.
Qué estupidez.
Pensó la Kumo, mientras las lágrimas brotaban de vuelta.
La inmadurez los separó a todos, pero estaba bien, solo eran unos niños...
-Gracias, por decirme.-Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de la peliblanca, al fin sentía un poco de paz.

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New York era sorprendente, igual que la mansión que los esperaba.
Los empleados tras saber quién sería su jefa aprendieron las costumbres japonesas y en fila esperaban su llegada para saludarla.
La larga limusina hizo su aparición en la entrada y bajó una hermosa muchacha, algo desaliñada, pero de igual manera preciosa; no tardaron en suponer que ella era la tan famosa Shiroi Kumo, ya que ninguna otra mujer bajó del vehículo.
=Bienvenida, Shiroi-sama.=Todos hicieron una reverencia.=Esperamos ser de ayuda para usted.
-Gracias, por favor, que alguien baje las maletas, que otra persona se encargue de guiarnos a nuestras habitaciones y que el chef prepare la cena para todos los invitados.
-Enseguida, señorita.
Y así, empezó la travesía.

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Los primeros días fueron difíciles, más aún por la asfixiante atención que recibía por parte de todos en la mansión.
-Por favor, que alguien se encargue de ayudar a tramitar el intercambio de los chicos para que empiecen mañana mismo las clases, me parece que ya tienen DEMASIADO tiempo libre.-suspiró llevándose una mano a la cabeza, ya había pasado una semana y ninguno de los chicos había ido a clases "por cuidar de ella".
=Enseguida, Shiroi-sama.
=Eres una madre malvada, pero muy sexy.=Aomine le guiñó un ojo mientras se acercaba a la cama donde descansaba su enana.
=Entrando sin permiso, como siempre.=Refunfuñó la Kumo y el moreno rió.
=Ya me conoces.=Con cuidado la abrazó y acarició su vientre: en el fondo fantaseaba con que aquel bebé fuese suyo.=¿Necesitas algo?
=Uhm, quiero chocolate.=Un beso en la cabeza fue la breve despedida de Daiki para ir a buscar el postre favorito de la peliblanca.
El resto de los milagros fueron a preparar sus documentos en diferentes instituciones, se le hacía raro tener tanto silencio en la mansión.
=Es extraño tener un poco de paz.=Pensó en voz alta antes de agarrar un vaso de agua que se encontraba en su mesa de luz.=Espero que las cosas salgan bien...=Y tomó el agua, no se detuvo aunque sintió un sabor amargo, terminó el vaso por la sed que tenía.
Quiso tomar una siesta mientras esperaba a Daiki.
Y fue casi instantáneo:
Una punzada.
Un dolor insoportable.
Un líquido caliente, espeso, bajando por su entrepierna.
Sangre.
Mucha sangre.

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⏰ Última actualización: May 13 ⏰

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