Brazos Seguros

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El mundo por un instante se detuvo.Shiroi estaba en estado de shock mientras toda la servidumbre de la mansión corría de un lado para otro.
-¡Kumo-sama! ¡Señorita por favor reaccione!-Una vez más, ella cayó de rodillas al suelo totalmente devastada, ¿qué se supone que haría? ¿Cómo superaría esto? Las voces a su alrededor sonaban muy lejanas, le costaba respirar y cada que inhalaba le dolía el pecho, había un vacío cada vez más profundo en él.
-Lamento su pérdida señorita, pero debe presentarse para algunos trámites.
-Shiroi-sama, debe organizar el funeral.
-Kumo-sama, mi más sentido pésame.-Ninguna lágrima salía de sus ojos, su cerebro no podía terminar de procesar lo que había ocurrido y su corazón jamás aceptaría que no pudo despedirse de su querida y difunta abuela.

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Shiroi estaba vestida totalmente de negro: cubierta desde los hombros hasta los pies con un vestido largo y de mangas largas, portaba un sombrero con un velo oscuro y lentes de sol.Su semblante irradiaba seriedad, las pocas personas que la conocían sabrían que ella estaba totalmente destrozada.La arpía de su tía se encontraba parada al lado suyo chillando a moco tendido para dar de qué hablar a los paparazzi: hasta en un momento tan delicado ella trataría de llamar la atención...Shiroi no la soportaba.
-Me das asco.-Fue el susurro que soltó la menor antes de acercarse al ataúd de la fallecida Hikari seguida muy de cerca por Kaneki y Takashi.-...No tengo mucho que decirte, abuela.Donde sea que estés, de corazón, espero que estés bien.-Su voz salió como un graznido doloroso, con pesar, dejó una rosa color rosa en señal de aprecio y agradecimiento a la persona fallecida.Luego, una rosa roja en símbolo de amor y respeto.Un ligero ramo de margaritas fue depositado por manos temblorosas y frías, en símbolo de pureza y lealtad.Por último, unas rosas amarillas fueron la despedida llena de honor de Shiroi que, con cuidado y cariño depositó un beso en el ataúd antes de retirarse cabizbaja en dirección a la limusina negra que la estaba esperando: ella no soportaría las lágrimas si todas las personas presentes se acercaban a demostrar sus condolencias con tal de ganarse su favor.

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Shiroi odiaba sentir miradas de lástima y sabía que lo único que tendría al llegar a su "hogar" sería eso.Kaneki y Takashi ya estaban con sus ojos inundados de pena.
-...Bájenme aquí.-La limusina frenó de golpe y ambos guardaespaldas la miraron confundidos, apenas habían avanzado medio kilómetro y la residencia del imperio Kumo se encontraba muy lejana.
-Pero, señorita...-Ella negó con la cabeza, había una cafetería muy bien escondida cerca del cementerio; nadie iba allí por "el mal augurio", aunque realmente era un lugar muy cálido y acogedor considerando el frío que calaba los huesos ese lluvioso día.-Regresaré en taxi, los veo luego.-Sin tibutear se encaminó rápidamente a esa cafetería entrando por caminos estrechos y poco concurridos.
-¡Buenas tardes!-El saludo alegre del señor en la exhibidora fue un poco reconfortante entre tanta melancolía.
-Buenas tardes...Me gustaría un café expresso con algunas galletas, por favor.
-¡Por supuesto! ¿Con chispas de chocolate estaría bien?
-Sí, sería perfecto, gracias.
-En un momento le llevo su pedido jovencita, por favor, siéntese donde guste y si desea agarre un libro.Tampoco es como si tengamos más de tres clientes al día, jaja.-La pequeña risita del señor le dió por sentado que había llegado al lugar perfecto para poder desconectarse por un par de horas; el lugar contaba con amplios estantes repletos de libros de todo tipo, leer una novela ligera la haría sentir un poco mejor.Con el entrecejo fruncido miró hacia arriba, el libro que le interesaba se encontraba un poco alto, se puso de puntitas para tratar de agarrarlo, sin embargo una gran mano hizo lo mismo, la espalda de Shiroi chocó con un gran pecho: su sombrero, velo y lentes de sol volaron por los aires y ella estuvo a punto de chocar con el gran mueble de no haber sido por un brazo que la sostuvo justo a tiempo.
-L-lo siento, ¿estás bien?-Una voz grave avergonzada le resultó familiar.-¿Shiroi?-Ella se giró y grande fue su sorpresa al ver a ese gigante verde.
-¿Midorima?-El peliverde desvió su mirada al observar los ojos rojos llenos inundados de lágrimas de Shiroi.
-Sé que no me incumbe, pero...¿Estás bien?-Ella negó con la cabeza para luego volver a ponerse sus accesorios y agarrar otro libro.-Lo siento si te incomodé, ¿puedo invitarte un café?-Shiroi detuvo sus acciones para pensarlo un momento: él siempre fue una persona muy lógica y agradable, la ayudó en más de una ocasión, pero...¿Le daría la espalda esta vez, como cuando fallecieron sus padres?
-...Está bien.-Ella se encaminó a la mesa que se encontraba en el rincón de la cafetería, justo llegaba el mesero con su pedido.
-¿Con chispas de chocolate? Realmente estás muy triste.-Murmuró el de anteojos.-¿Te gustaría contarme qué pasó?-La Kumo cerró sus ojos por un momento, él jamás buscaría polémicas porque no le interesaba y siempre fue muy bueno escuchando...
-Falleció mi abuela.-Midorima no se sorprendió, su atuendo demostraba el luto.-Murió de un paro cardíaco, pero ella tenía un cáncer muy avanzado...Yo no pude despedirme de ella, no pude cumplirle lo que tanto me pidió, ¿fui una mala nieta?...De nuevo no pude hacer nada.-Los sollozos salían uno tras otro, Shintaro le pasó un pañuelo que tenía guardado en algún bolsillo de su abrigo.-Cuando mamá y papá me pidieron que me case, huí y ellos murieron...Cuando abuela me pidió un nieto, huí de su petición y ella murió.-Los lamentos estrujaban el frío corazón del basquetbolista.-¿Estaré maldita o algo así?-Una mano la estiró de su muñeca y ella chocó por segunda vez en ese fornido pecho, dos largos brazos la rodearon y ella no pudo soportar todo el dolor que tenía guardado dentro: lloró, lloró como nunca antes lo había hecho.
-No eres una mala nieta, ni fuiste una mala hija.Solamente...Eres una buena persona con una muy mala suerte.-Él le susurró para consolarla y lo hizo: ella agradeció enormemente a esos brazos seguros.

Kanpeki•KnbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora