Kendall giró hasta tumbarse de espaldas, arrastrándola consigo sin abandonar sus
labios.
_______ se sintió como si se hubiera sumergido en un sueño. Un sueño de pasión,
de amor... de Kendall . La cabeza le daba vueltas con sus mágicas caricias. Sentía la
sangre ardiendo en sus venas, el cuerpo electrizado mientras el beso se prolongaba.
Cuando Kendall deslizó una mano bajo su pijama y empezó a acariciarle la espalda,
cada centímetro de su piel se estremeció de placer.
_______ deslizó las manos por los hombros desnudos de Kendall , sintiendo su fuerza,
su poderosa musculatura. Nunca había tocado a un hombre tan abiertamente, y nunca
se había sentido tan femenina.
Con un profundo gemido, Kendall volvió a girar en la cama, colocándose encima de
ella. _______ nunca había estado en una posición tan íntima con un hombre, y una
turbadora embriaguez se adueñó de ella al sentir el deseo de Kendall.}
Él apartó los labios de su boca y la besó en las mejillas, en la barbilla, a lo largo
del cuello. Su deseo se manifestó en un incremento del ritmo de su respiración, y
aquello intensificó aún más la excitación de _______. Cuando Kendall deslizó una mano por
su costado y le acarició un seno, cerró los ojos, sabiendo que debían parar, que debía
detenerlo, pero sintiéndose incapaz de interrumpir algo que parecía destinado a
suceder desde el momento en que aceptó hacerse pasar por su esposa.
Cuando, finalmente, Kendall abarcó con ambas manos sus senos, ella fue incapaz de
reprimir un gemido de placer. Una vez más, él se apoderó de su boca, bebiendo de ella
mientras deslizaba los pulgares sobre los pezones erectos de _______.
Al cabo de un momento interrumpió el beso y la miró. Sus ojos brillaron oscura e
hipnóticamente mientras, uno a uno, fue desabrochando los botones del pijama de
_______.
Ella no se movió. Estaba transfigurada por el deseo que captaba en sus ojos, por
la contagiosa fiebre que parecía haberse apoderado de ambos. Quería que Kendall
siguiera mirándola así para siempre, con el mismo hambriento deseo, la misma
necesidad, que la hacía sentirse como la mujer más bella del mundo. Quería sentir sus
manos en ella para siempre.
—Te deseo —dijo Kendall mientras desabrochaba el último botón. Cuando terminó
no apartó la tela a un lado, como si quisiera darle una última oportunidad para que lo
detuviera.
—Di mi nombre —susurró _______, sin aliento, necesitando saber que era a ella a
la que estaba viendo, que era a ella a la que deseaba, no a alguna mujer de su
fantasía—. Di mi nombre, por favor... dilo.
—_______, _______ —murmuró Kendall —. Mi dulce _______. Te deseo.
Ella creía que nunca iba a escuchar aquellas palabras en boca de un hombre.
Nunca había creído que inspiraría tanto deseo, que un hombre pronunciaría su nombre
con tal pasión.
Mientras seguían mirándose, ella misma apartó la tela de su pijama, exponiendo
sus generosos senos a la mirada de Kendall .
—_______ —susurró él, y entonces inclinó la cabeza y la besó en los labios, luego
en el cuello y, finalmente, en la cima de uno de sus senos.
Un deseo agudo e intenso recorrió a _______, una emoción desconocida que la
asustó y también la electrizó. Lo rodeó con los brazos y deslizó las manos por su
espalda. Sintió los músculos que había debajo, el calor que emanaba de su piel, un calor
que quería sentir cerca de ella para siempre.
Kendall movió sus caderas contra las de ella, haciéndole sentir emociones
desconocidas hasta entonces, un deseo casi salvaje, una excitación enloquecida... y
también un poco de miedo.
Kendall la estaba llevando donde nunca había estado. Estaba despertando en ella
sensaciones que nunca había sentido.
Pero cuando él deslizó las manos hasta la cintura del pantalón de su pijama, el
miedo creció hasta adquirir proporciones gigantescas, entumeciendo el increíble deseo
y la excitación.
—Kendall ... —su voz fue apenas un susurro, casi inaudible contra sus frenéticas
respiraciones, contra sus jadeos—. Kendall ... te mentí—logró decir, finalmente.
Él dejó de moverse y, por un instante, también pareció dejar de respirar.
—¿Qué?
—Te mentí... cuando te dije que había tenido varios amantes. No era cierto.
Nunca he tenido... ninguno.
—¿Quieres decir que eres... que nunca...? —Kendall se apartó de ella y se tumbó de
espaldas. Por un momento, ninguno dijo nada, mientras esperaban a que los latidos de
sus corazones se calmaran.
Con dedos temblorosos, _______ volvió a abrochar los botones de su pijama,
esperando a que él dijera algo.
Por un lado, se alegraba de haber interrumpido las cosas a tiempo. Por otro, se
había quedado con una dolorosa sensación de vacío, con un sentimiento de necesidad
que solo Kendall podría haber satisfecho.
Lo amaba. Lo que había empezado tiempo atrás como un inocente enamoramiento
había florecido durante la última semana hasta convertirse en auténtico amor. Darse
cuenta de ello fue como recibir un mazazo en la cabeza.
—Lo siento, _______ —dijo Kendall , finalmente—. No sé qué decir...
—No digas nada, por favor —replicó _______, con lágrimas en los ojos—. Ha sido
culpa mía tanto como tuya. No debería haber permitido que las cosas se nos fueran de
las manos de esta manera. Digamos que ambos hemos cometido un error y dejémoslo
en eso —oyó el suspiro de Kendall y lo interpretó como un suspiro de alivio.
—De acuerdo —dijo él tras otro rato de silencio—. Estoy seguro de que todo se
ha debido a estas absurdas circunstancias —añadió, como si necesitara una explicación
lógica para lo sucedido—. Me refiero a que hemos simulado estar casados, a que hemos
compartido la misma cama...
—Seguro que tienes razón —replicó _______, deseando que Kendall dejara de
excusarse y esperando que no captara en su voz el punzante dolor que sentía en el
corazón.
Permanecieron en silencio largo rato. La luz de la luna entraba por la ventana,
irradiando en la habitación su brillo plateado.
—Buenas noches —dijo Kendall , finalmente, y giró sobre sí mismo, dándole la
espalda.
—Buenas noches —susurró ella. Cuando se volvió hacia el otro lado, las lágrimas
empezaron a deslizarse por sus mejillas.
Amaba a Kendall y él no la correspondería ni en un millón de años. Los hombres
como Kendall Schmidt no se enamoraban de mujeres como _______ Riverton, y las mujeres
como _______ Riverton no podían permitirse enamorarse de hombres como Kendall Schmidt.
Se había sentido bella durante los breves momentos en que había estado entre
sus brazos, pero la realidad la contemplaba cada mañana en el espejo. La realidad
expresada por las palabras de su padre antes de abandonarla.
¿Cómo había podido permitir que sucediera aquello? Miró la pared, tratando de
pensar en el momento en que aquel tonto enamoramiento por su jefe se había
transformado en algo más profundo.
Pero era imposible identificar un momento concreto. El amor había llegado con
las risas, con el respeto, a pesar de sus diferencias. El amor había superado las
barreras, había abrazado las similitudes hasta convertirse en algo demasiado grande
como para no prestarle atención.
No supo con exactitud cuándo se quedó dormido Kendall . Dio vueltas y se movió al
menos durante una hora, hasta que por fin se quedó quieto, respirando profunda y
acompasadamente.
espero les aya gustado maña subo mas caps :D