Capitulo 22

757 38 0
                                    

Cuando creyó que estaba dormido, se volvió para mirar el rostro del hombre al
que amaba. Aquella misma tarde lo había acariciado con sus dedos, y estos
conservaban la memoria sensorial de sus mejillas, de sus ojos, de la suave curva de sus
labios. Su cabeza estaba llena de recuerdos de sus rasgos, riendo, pensativo,
avergonzado, tierno...
Se tumbó de espaldas y apoyó una mano en el vientre. Cuánto le gustaría llevar
dentro a su hijo, al pequeño Kendall Júnior, o a Ashley. Qué maravilloso sería llevar en su
interior una semilla de amor que floreciera en un bebé.
Suspirando profundamente, volvió a tumbarse de costado. Miró la pared hasta
que las luces del amanecer comenzaron a entrar por la ventana. No quiso dormirse. No
quería que su cuerpo tuviera la oportunidad de acabar de nuevo entre los brazos de
 Kendall.

Cuando, poco después, sintió que él empezaba a moverse, simuló estar dormida. A
pesar de estar de espaldas a él, notó que la miraba. Al cabo de un rato, Kendall se
levantó de la cama y entró en el baño.
_______ tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para no romper a llorar de nuevo.
Trató de convencerse de que Kendall no se merecía sus lágrimas, de que era una persona
obstinada, egoísta, engreída... todo lo que ella no querría en un hombre. Pero sabía que
todo aquello no era cierto. Kendall era un hombre seguro, seguro del hombre que era, y
con una maravillosa capacidad para reírse de sí mismo.
Frotándose una vez más los ojos, supo lo que debía hacer, que no había otra
alternativa. Esperó hasta después de desayunar, hasta después de despedirse de las
demás parejas y de Brody y Barbara.

Esperó hasta que, varias horas más tarde, después de haber comido en el camino,
se hallaban a solo unos kilómetros de Great Falls y ya no había forma de dilatar el
asunto.
—Kendall —empezó, esperando que él no captara la emoción de su corazón en el
brillo de sus ojos.
Él le dedicó una rápida sonrisa.
—¿Sí?
Aquella sonrisa atravesó a _______, intensificando su dolor, pero también su
determinación.
Respiró profundamente.
—Quiero avisarte con las dos semanas de antelación estipuladas por la ley
—dijo—. Voy a dejar de trabajar para ti. (que pedo con rayis *-*)
 Kendall pisó el freno, haciendo que el conductor que circulaba tras él tocara el
claxon varias veces, irritado.
—¿Qué? —no debía de haber oído bien. _______ no podía haber dicho lo que creía
que había dicho.
—Dejo mí trabajo y te aviso con dos semanas de antelación —repitió ella.
—¿De qué estás hablando? —preguntó Kendall , tratando de concentrarse en la
conducción y mirándola al mismo tiempo. Finalmente, decidió que no podía hacer ambas
cosas. Giró el volante y detuvo el coche en el arcén.
La miró un momento, deseando que retirara sus palabras, pero ella le sostuvo la
mirada con gesto desafiante.
—¿A qué viene esto, _______?
—No viene a nada —protestó ella—. Llevo ya un tiempo pensando en ello.
—¿Es por lo de anoche? —Kendall vio que _______ se ruborizaba—. Es por eso,
¿verdad? —golpeó el volante con la palma de la mano—. Ya te dije que lo sentía, que no
debería haber sucedido. Cometí un terrible error. Lo reconozco.
—Esto no tiene nada que ver con lo que sucedió anoche —replicó _______—. Qué
pretencioso por tu parte asumir que tiene algo que ver con eso —añadió, secamente.
—Entonces, ¿por qué? —Kendall se pasó una mano por el pelo y la miró sin ocultar
su ansiedad. No podía estar hablando en serio. Tal vez _______ tuviera un sentido del
humor retorcido del que no había hecho gala hasta ese momento.
Ella suspiró y miró por la ventana un momento. Luego se volvió hacia él.
—Estoy cansada de trabajar para ti, Kendall . Estoy cansada de encargarte la
comida, de recogerte la ropa de la tintorería. Estoy cansada de comprar el regalo de
cumpleaños de tu padre y de enviar flores a tu mujer del momento. Cuando me
contrataste no me dijiste que sería una mezcla de madre, secretaria y esposa. Dijiste
que tendría la oportunidad de aprender.
—Todo será distinto cuando volvamos —dijo Kendall , desesperado. Tenía que
hacerle cambiar de opinión. Debía lograrlo a toda costa—. Te dije que las cosas
cambiarían, y así será —no podía imaginar la oficina sin ella. Era ella quien conseguía
que todo marchara como era debido—. Te juro que cambiarán. Conseguiré a otra
persona para que se ocupe de parte de lo que hacías hasta ahora. Así tendrás más
tiempo para centrarte en otras cosas.
—No te creo.
—¿Qué quieres decir con que no me crees? —preguntó Kendall , incrédulo—. ¿Por
qué no ibas a creerme?
_______ suspiró.
—Acabas de pasar una semana mintiéndole a la gente sobre nuestra relación. He
tenido siete días para comprobar lo buen mentiroso que eres.
—Eso es diferente. Ahora no te estoy mintiendo—protestó Kendall , insistiendo un
creciente pánico que le hizo alzar la voz más de lo normal.
—El caso es que ya no quiero trabajar más para ti —le espetó _______, alzando
igualmente el tono.
 Kendall respiró profundamente, tratando de calmarse, luchando contra el pánico
que amenazaba con apoderarse de él. Por la expresión de _______, sabía que estaba
totalmente decidida. También sabía que no tenía sentido discutir con ella... al menos
allí y en aquel momento.
—Solo aceptaré tu dimisión si me la presentas por escrito el lunes por la mañana
en la oficina —dijo, finalmente.
—Bien —replicó ella, y volvió a mirar por la ventanilla.
 Kendall la miró, buscando en su mente alguna forma de hacerle cambiar de opinión.
No era posible. _______ era la mejor secretaria que había tenido. No estaba dispuesto
a perderla tan fácilmente. Volvió a arrancar el coche y se reincorporó al tráfico de la
autopista.
Pocos minutos después detenía el coche frente a la casa de _______.
—Por favor, reconsidera lo que estás haciendo —dijo, volviéndose hacia ella.
_______ negó con la cabeza—. Tienes el resto del día. Solo te pido que lo pienses bien.
Ella asintió secamente.
—De acuerdo, lo pensaré. Pero no voy a cambiar de opinión.
 Kendall suspiró, anonadado ante la idea de tener que trabajar sin ella. _______ no
esperó a que dijera nada más. Salió del coche y abrió la puerta trasera para sacar su
maleta.
 Kendall salió rápidamente y se la quitó de la mano.
—Te juro que las cosas cambiarán. Solo tienes que darme la oportunidad —dijo,
mientras la acompañaba hasta la puerta. Dejó la maleta en el suelo del porche y miró a
_______ con expresión suplicante.
—Kendall , no hagas las cosas más difíciles de lo que ya son —dijo ella con suavidad.
—Si son difíciles, es que algo no está bien —alegó él—. Te necesito, _______. Tú
haces que la oficina funcione a la perfección.
—Adiós, Kendall —tomó su maleta y abrió la puerta—. Nos vemos mañana.

 Kendall  permaneció un rato en el porche después de que la puerta se cerrara tras
ella. Luchó contra el impulso de derribarla, o de entrar por una ventana para volver a
enfrentarse a _______. Le aumentaría el sueldo, reduciría su jornada de trabajo... Haría
lo que fuera necesario para conservarla.

Se Busca Esposa (Kendall y Tu) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora