Capitulo 11

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El pecho de Kendall. ¿Qué diablos hacía con la cara sobre el pecho de Kendall? No se movió, asustada. Su respiración era muy regular, de manera que debía de estar dormido.

La tenía rodeada con uno de sus brazos y apoyaba la mano sobre la parte baja de
su espalda. Las piernas de los dos estaban enlazadas, aunque ______ no tenía idea de
cómo habían llegado a adoptar aquella posición.
A pesar de todo, permaneció muy quieta, disfrutando de la naturalidad con que
sus cuerpos se habían encontrado durante la noche. Podía sentir el latido del corazón
de Kendall bajo la mejilla, un delicado ritmo que resultaba provocadoramente íntimo.

Los primeros rayos de la mañana asomaban por la ventana, iluminando la
habitación con una luz dorada e irreal. Irreal. La experiencia de estar entre los brazos
de Kendall resultaba irreal.

—Buenos días —el pecho de Kendall vibró mientras hablaba.

______ estuvo a punto de caerse de la cama al apartarse de él.
—Creía que estabas dormido —dijo, sofocada.
—Llevo un rato despierto, pero parecías tan dormida que no he querido
molestarte.
—Lo estaba. Muy dormida... total y profundamente —______ quería que supiera
que no se había arrimado a él conscientemente. Qué situación tan embarazosa.
Kendall sonrió y estiró los brazos por encima de la cabeza.
—He dormido de maravilla. ¿Y tú?
______ asintió, deseando salir de la cama, pero también cautivada por la
situación. Estaba totalmente loca, decidió.
—Yo también, gracias a que decidí dejar el sofá.

Kendall giró hasta ponerse de costado y se apoyó en un codo. Su mandíbula estaba
ligeramente ensombrecida por la barba de la mañana. Tenía el pelo revuelto, con unos
mechones asomando por aquí y por allá, y, sin embargo, ______ no lo había visto nunca
con un aspecto tan atractivo y masculino.
Permaneció sentada en la cama, sabiendo que tenía el pelo hecho un desastre y
que no llevaba ni una gota de maquillaje tras el que ocultarse.
Se ruborizó bajo la intensidad de la mirada de Kendall.

—Me estás mirando —dijo, insegura.
—Así es —asintió él. Alargó una mano y le acarició un mechón de pelo rizado—.
¿Por qué lo llevas siempre sujeto atrás?
—Lo tengo demasiado rizado y rebelde.
—Es precioso —Kendall dejó caer la mano y se incorporó en la cama. Con expresión ligeramente irritada, tomó su reloj de la mesilla de noche—. Será mejor que nos preparemos para bajar a desayunar. Son casi las siete.

—Puedes pasar primero al baño —ofreció ______.
—Bien.
Sin dudarlo, Kendall salió de la cama, sacó del armario la ropa que se iba a poner y

entró en el baño.

______ miró la puerta cerrada, preguntándose qué lo habría irritado. ¿Su pelo?
Eso no tenía sentido. Había dicho que era precioso. El rubor le tiñó las mejillas al
recordar aquella palabra.
Tal vez se había asustado al verla sin nada de maquillaje, o le había molestado
que se hubiera echado sobre él mientras dormía. Qué embarazoso... Y eso que solo era
la primera noche...
Aún le quedaban otras cinco por delante. Se estremeció al pensarlo, sin saber si
el estremecimiento se debía al temor... o al placer.

..*..

La sesión de la mañana transcurrió sin problemas. Kendall trabajó mentalmente en una de sus nuevas campañas de publicidad mientras Barbara les daba una conferencia sobre la historia del matrimonio y los motivos por los que aquella institución era tan importante para la sociedad.

A Kendall  no le preocupaba ni lo uno ni lo otro.

______ estaba sentada junto a él, escuchando atentamente. La miró
disimuladamente. Como de costumbre, se había sujetado el pelo atrás. Pero sus
oscuros rizos castaños se negaban a ser sometidos, y se salían del pasador que
intentaba sujetarlos.
Había sido extraño despertar con ella prácticamente encima. Su suave aliento le
acariciaba el pecho y había sentido la presión de sus senos contra el costado. Al
despertar, su primer impulso había sido el de apartarse a toda prisa. Pero no lo
consiguió y, según pasaban los segundos, la sensación empezó a parecerle más y más
agradable.
El cuerpo de ______ encajaba perfectamente con el suyo. La sentía pequeña y
vulnerable mientras dormía, pero también sexy y atractiva.
Al acariciarle el pelo, una ola de calor había recorrido todo su cuerpo. El deseo
sexual que se apoderó de él lo tomó totalmente por sorpresa.
Valoraba demasiado las habilidades de ______ como secretaria como para
perderlas por mantener relaciones sexuales con ella. Porque serían relaciones
sexuales, no hacer el amor. Y tenía la sensación de que ______ querría más; querría que
hicieran el amor, no tener relaciones meramente sexuales. Aunque sabía que no era
asunto suyo, aún le intrigaba saber cuántos amantes había tenido.
—Ahora vamos a hacer un descanso para comer —dijo Barbara, apartando la
atención de Kendall de la mujer que tenía a su lado.


Una hora después, Kendall y ______ se reunían con Barbara en la biblioteca para su sesión individual.

—Me gustaría que os sentarais en el suelo, frente a frente —dijo Barbara,
señalando la gruesa alfombra que había junto a la chimenea.
Kendall se sentó y ______ hizo lo mismo. Él se preguntó si sus rasgos revelarían la
misma ansiedad que los de ______. Mientras se miraban vio la tensión que adelgazaba
sus labios y oscurecía su mirada. Tenía la sensación de que aquella iba a ser la primera
prueba real de su «matrimonio», y ella debía de estar pensando lo mismo.
¿Podrían hacer creer a Barbara que llevaban dos años casados, que habían
compartido las intimidades y secretos que en todo matrimonio se compartían?
—Vamos, acercaos hasta que vuestras rodillas se toquen —dijo Barbara.

Mientras ______ y Kendall obedecían, ocupó una silla a cierta distancia de ellos—. A menudo, en el juego del cortejo y en la relación que lo sigue, las dos personas implicadas en la relación no lo comparten todo con el otro.

Hay partes de su pasado,acontecimientos de su infancia que los convirtieron en lo que son, que a veces no se comparten —sonrió—. Hoy vais a compartir algunos de esos acontecimientos. Ahora,quiero que os toméis de las manos.

Kendall tomó las manos de ______ y se sorprendió al comprobar lo suaves y
femeninas que eran. No se había fijado hasta entonces, pero tenía unas manos muy
bonitas, con dedos largos y delgados y las uñas pintadas de rosa. El esmalte de las
uñas lo conmovió extrañamente, pues resultaba un detalle extremadamente femenino
en su eficiente secretaria.
Ella le estrechó las manos y él no supo si trataba de transmitirle seguridad o si
quería que él la reconfortara. Por si acaso, le devolvió el apretón, preguntándose si
tendría idea de lo nervioso que estaba.
—De acuerdo, empezaremos con ______. Quiero que compartas con Kendall el mejor momento que recuerdes desde tu infancia hasta los dieciocho años.

—Eso es fácil —dijo ______, mirando a Barbara—. El día que mi madre trajo del
hospital a mi hermano recién nacido.
—No me lo cuentes a mí —Babara señaló a Kendall—. Cuéntaselo a él. Háblale de aquel día y de lo que sentiste.

______ miró a Kendall.

—Tenía nueve años cuando nació Brian. Para entonces, mi padre ya se había ido, y
mi madre se ponía enferma muy a menudo, así que supe que iba a tener que ocuparme
mucho de Brian —sonrió y sus ojos se iluminaron al recordar—. Parecía más un monito
que un bebé. Tenía la cabeza llena de pelo negro y la carita arrugada como la de un
anciano —rió al recordar y el sonido de su risa estremeció a Kendall como si hubiera dado un trago de buen licor—. Pero en cuanto rodeó uno de mis dedos con los suyos supe que haría cualquier cosa por él —continuó—. Supe que iba a ser una gran responsabilidad para mí, pero no me importó.


Kendall recordó el momento en que entró en casa de ______ y la vio peleando en
broma con su hermano. Sus mejillas estaban acaloradas por el esfuerzo, pero sus ojos,
sus rasgos y todo su cuerpo estaban iluminados por el amor que sentía por su hermano.
Aquella misma sonrisa iluminaba su rostro en ese instante, transformándolo de
normal a casi bello.

Se Busca Esposa (Kendall y Tu) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora