—Pecadillos —dijo Barbara, una vez que estuvieron sentados en la biblioteca.
—¿Cómo? —dijo kendall
—Pecadillos —repitió Barbara—. Hábitos irritantes, manías del otro que os
molestan. Eso es lo que quiero que exploréis hoy —alcanzó a cada uno un cuadernito y
un bolígrafo—. Quiero que escribáis las pequeñas cosas que hace vuestra pareja que os
molestan. Sin tapujos.
_______ miró el papel, tratando de pensar en algo que hubiera hecho kendall esos
dos días que pudiera considerarse irritante. No logró pensar en nada. Había sido un
compañero de dormitorio muy considerado, y no había prolongado sus estancias en el
baño más de lo estrictamente necesario.
Lo miró de reojo y comprobó que estaba escribiendo algo en su cuaderno. Frunció
el ceño. ¿Qué estaría escribiendo sobre ella? ¿Qué podía haber hecho que lo
molestara?
Frunció el ceño aún más al volver a mirar su cuaderno. Tenía que pensar en algo.
Todo el mundo tenía sus manías, costumbres que molestaban a otros, como apretar el
dentífrico por el medio o dejar la tapa del inodoro levantada...
Pero, durante el tiempo que habían pasado juntos, kendall no había hecho eso ni
nada parecido.
Pero su matrimonio no era real y, por tanto, lo que escribiera tampoco tenía por
qué serlo. Sonrió, empezando a disfrutar del ejercicio.
Barbara les dio un cuarto de hora para escribir.
—De acuerdo, supongo que ya habréis escrito las mayores ofensas —dijo
finalmente, sonriendo—. Empecemos por _______. ¿Qué es lo primero que has escrito?
—Nunca me llama cuando va a llegar tarde del trabajo —contestó _______, sin
mirar a kendall. Si lo hacía, temía romper a reír.
—¿Y cómo te hace sentir eso? —preguntó Barbara.
_______ pensó un momento.
—Siento que no soy lo suficientemente importante para él, que me da por
supuesto. A veces me molesto en preparar una cena especial para recibirlo. Entonces
él no llama para avisar y cuando llega ya está todo frío —miró furtivamente a kendall.
Sus ojos brillaban de risa... y con la promesa de una venganza.
—kendall, ¿oyes lo que _______ te está diciendo? ¿Que no llamándola le haces sentir
que no es importante para ti? —dijo Barbara.
—Lo he oído.
—Dile que lo sientes —Barbara sonrió como una madre que estuviera haciendo las
paces entre sus hijos.
kendall asintió y tomó una mano de _______.
—Lo siento, querida. No me había dado cuenta de que no llamándote hacía que te
sintieras mal. Prometo mejorar en el futuro —estrechó su mano con una renovada
promesa de venganza.
—De acuerdo... Bien —Barbara sonrió—. Y ahora es tu turno, kendall.
—_______ utiliza el sexo como un arma —dijo él.
_______ se quedó boquiabierta.
—No es cierto —protestó.
kendall asintió solemnemente.
—Sí es cierto —dijo, mirando a Barbara—. Si hago algo que la molesta, se niega a
hacer el amor conmigo esa noche. No me deja que la abrace ni la bese. A veces siento
que prácticamente tengo que rogarle para que me deje hacerle el amor.
—Eso es ridículo —protestó _______.
kendall miró a Barbara con expresión abatida.
—Y ahora, lo más seguro es que esta noche no me deje tocarla, por mucho que lo
desee.
Barbara miró a _______.
—¿Te resulta física o emocionalmente incómodo el sexo?
—No —_______ lanzó una llameante mirada a kendall. Él sonrió con gesto
compungido. No había duda de que era buen actor. Bajó la mirada hacia su regazo y
luego volvió a mirar a kendall—. Lo siento. Quiero que sepas que no te rechazo
conscientemente. Pero cuando siento que no soy importante para ti se me quitan las
ganas de hacer el amor. Y, la mayor parte del tiempo, tu trabajo es más importante
que yo o mis necesidades.
Sintió una gran satisfacción al darse cuenta de la facilidad con que le había
devuelto la pelota.
—Parece que una de las cosas en las que necesitáis trabajar es en el respeto
mutuo —dijo Barbara—. En eso y en aseguraros de que vuestra pareja sienta que es lo
más importante para vosotros. ¿Qué más tienes en tu lista, kendall?
—_______ se sujeta el pelo.
Instintivamente, _______ se llevó una mano a la nuca, donde tenía el pelo sujeto
con un pañuelo azul.
—Me lo sujeto atrás porque es más cómodo que pasarme el día peleándome con
él.
—A mí me gustaría que lo llevaras suelto. Tienes un pelo precioso, pero nunca lo
enseñas —dijo kendall. El humor había desparecido de su mirada. En su lugar, _______
percibió un destello de sincero anhelo.
—Podría... podría soltármelo a veces —el brillo de los ojos verdosos de kendall le
produjo un cosquilleo en la boca del estómago.
—Eso parece fácil de arreglar —dijo Barbara, atrayendo la atención de _______ y
de kendall hacia ella—. Unos días puedes llevarlo suelto y otros sujeto —sonrió a
_______—. Tu turno de nuevo. ¿Qué más has escrito?
_______ miró su cuaderno, tratando de olvidar el único momento en que había
percibido aquella emoción en la mirada de kendall.
Sin duda, debía de haberlo imaginado. Tratando de aligerar el ambiente, eligió un
tema de su lista que pensaba que lo haría reír.
—A veces me trata como a una secretaria en lugar de como a una esposa —dijo—.
Y puedo asegurarte que no paga a su secretaria la mitad de lo que se merece —se
sintió aliviada al ver que la mirada de kendall volvía a sonreír.
El resto de la sesión pasó rápidamente mientras Barbara les hablaba sobre cómo
evitar los malos hábitos y reforzar los buenos.
—La comunicación es la base de un matrimonio saludable y feliz —concluyó.
—Voy a salir a dar una vuelta con Trent. Quiere llevarme al rancho de su cuñado
para que vea algunos de sus caballos —dijo kendall cuando la sesión terminó—.
Estaremos de vuelta en un par de horas.
—De acuerdo —dijo _______, pensando que aquella salida tenía menos que ver con
los caballos que con la necesidad de kendall de estar menos con ella.
Probablemente no se había parado a pensar en lo larga que podía resultar una
semana simulando estar casado con una mujer que no le interesaba y con la que se veía
obligado a compartir hasta la cama.
Tenía un par de horas antes de la cena, de manera que subió al dormitorio y se
sentó cómodamente en la cama para leer una revista que había llevado consigo.
Pero ninguno de los artículos que hojeó logró hacerle apartar la mente de su
jefe.
Sabía lo que estaba pasando. El enamoramiento que sintió por kendall cuando
empezó a trabajar para él había regresado con más fuerza.
No estaba segura de cuándo había sucedido, pero era un hecho.
Miró el anillo que llevaba en el dedo. El diamante destelló bajo la luz que entraba
por la ventana.
Era un anillo precioso, pero no encajaba bien en su dedo. Como kendall y ella, que
tampoco encajaban. El anillo podía retocarse para que se adaptara a su mano, pero no
podía hacerse lo mismo con las personas. Y no debía olvidar eso.