❈ | Capítulo 16: Rumores de Porcelana | ❈

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En medio del apogeo que inunda las regiones más pobladas de Astar –entre los rumores y las amenazas que surgen en los pasados días, opto por enfrentar la academia una última vez

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En medio del apogeo que inunda las regiones más pobladas de Astar –entre los rumores y las amenazas que surgen en los pasados días, opto por enfrentar la academia una última vez. Por supuesto, para la Guardiana Lebrancel es una idea descabellada, mas ella logra entrever las intenciones detrás de mi pedido.

Ahora que mi identidad está expuesta, el pueblo escondido exhibe emociones mixtas respecto a mí gracias a la influencia de los nobles y sus elocuentes cumplidos hacia la hija de la Guardiana. Las supersticiones del zafiro surgieron tan pronto desvainé la espada, en especial entre los grupos de elementalistas. Para ellos, Denzer Lebrancel es un rastro de una búsqueda espiritual porque los zafiros en su espada simbolizan un río de un elemento perdido. Por otro lado, algunos pueblerinos hablan sobre los inconvenientes que tuvo el Guardian del Pétalo al enterarse de la riqueza que la niña poseía. Solo unos pocos recuerdan el mito del demonio amatista y auguran que tal arsenal de zafiros atraerá una horda de humanos a nuestras tierras. Por fortuna nadie ha muerto por la llamarada violácea, lo cual facilita que aquella superstición se disperse con las demás ideas; incluso se dice que el demonio amatista se alió con el reino feérico.

La Guardiana condiciona mi asistencia a la academia con la compañía de Schneur. El pueblo escondido está dudoso y embriagado con los tantos rumores, es así que yo, como la primera hija de un Guardián, debo mostrar fortaleza ante los demás con tan solo mi presencia. Es lo mismo para Think Lebrancel frente a la corte con su autoría sobre la isla.

Ningún maestro osa discriminarme, aunque sí preparan un aula aparte y vacía, a solas con ellos y con el siervo en la puerta. Allí prueban lo que aprendí durante las últimas estaciones en la academia sumado a lo que me enseñaron en el Ministerio. Les hablo con normalidad, empujando los acontecimientos sobre El Grial de Tres Pétalos y los disturbios políticos en las afueras de la institución, y centrándome en las lecciones.

—Si necesita ayuda acuda a mí.

Para sorpresa mía, esa hospitalidad sale de los labios de la maestra Acronix quien de inmediato inicia la sesión con faz dura luego de evadir mi atisbo como si aquel asilo fuera cosas de la imaginación. Contesto sus preguntas hasta que me despide de sus aposentos.

La carta de mi dotación académica ahora arriba a la Guardiana Lebrancel y es Schneur quien me la hace llegar con un insulso "Enhorabuena" delante de mi árbol. Arrugo el papel en mis manos mientras el siervo se vuelve a su caballo.

—Schneur —lo llamo, pero él continúa caminando—, ¿por qué ocultó de la Guardiana que ahora vivo con un elfo?

Think Lebrancel nunca me cuestionó sobre ello, así que esa deducción ronda por mi cabeza desde que Schneur descubrió a Vleem aquella madrugada en la que partimos hacia El Olvido de las Montañas.

—¿Acaso parezco que pertenezco a este lugar? A los mestizos no les brindan opciones, así que, en el momento que aparece una delante de mí, yo la tomo —dice detenido al fin y sin darse la vuelta. Su cabellera negra se despeina al llegar a su nuca, donde se trenza encima de su espina dorsal—. Además...me trajo muchos problemas, mademoiselle, no quiero involucrarme más. Incluso podría hacerlo, pero es usted ya mayor de edad, sus decisiones no les concierne a la Guardiana Lebrancel.

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