—¿Prisionera? ¿Se trata de Sherlock? ¿Está muerta? —Katia bombardea a Sergast con preguntas, mientras asiento mi mirada en la de Any.
Sherlock Dondos es otra víctima de ese elemento espectral. Pese a que la intrusa niña de las estrellas era nuestro enemigo, también fue mi compañera de aula. Si bien es cierto que luego mostró sus garras porque sabía que era yo la postergada de Lebrancel, tampoco la detestaba para sentirme tan...
Complaciente. Me siento satisfecha. La canalización de la noticia desata en mí una oleada de energía de pronto. Me provoca alivio, ligereza, consigue relajar mis músculos y soplar mi corazón con emoción. Sherlock logró salirse con la suya y cumplió con la amenaza de delatar a Any a su padre, dañando así también a Kistren. Pero, en medio de mis preocupaciones con el Consejo y mi madre, brilla un haz de luz que me conduce a los tristes ojos de mi amiga, la llamarada escarlata.
La conmoción dura un suspiro y se apaga. La leve curvatura en mis labios se alisa. ¿De verdad merecía tanto? Mi compañera de aula, Sherlock Dondos...sufrió un castigo severo para con sus pueriles acciones. Hasta cierto punto, desmesurado y disparejo. Pero era ella un niño de las estrellas, un humano infiltrado, nuestro enemigo...¿acaso su naturaleza la hacía mala persona? ¿Por ser un adversario del reino?
No. Aún desconocemos cuáles fueron sus razones para venir a Astar. Era un riesgo que llevaba, ella debió saberlo.
"No importa que les haya salvado el trasero, siempre seremos los viles en tu historia, debí dejarlos morir aquella noche", fueron sus últimas palabras hacia mí. ¿Debió dejarnos morir aquella noche...?
Aquella noche cuando vi a Sherlock Dondos detrás de la muralla, alguien murió. Kistren lo vio. ¿Pudo ser entonces...que Sherlock...? ¿Trataba ella de salvarnos?
—¿Y? ¿Finalmente tienes alguna pista sobre el incidente? —Stamb Sergast va de Any hacia mí—. Habla, Anyalys. ¿Por qué se miran? Si sabes algo escúpelo —se obstina Sergast porque Any y yo nos sostenemos la mirada como si pudiéramos leer los pensamientos de la una y la otra.
Any organiza sus ideas con rápidos parpadeos y se gira hacia el rubio.
—Los elementos... —mas la pelirroja decide callarse por el despreciable atisbo que le da Sergast.
—Tiene que ser una broma. ¿Tú también? ¿Desde cuándo crees en los malditos elementos?
—¡No lo hago! —protesta Any.
—Me lleva el invierno, Anyalys, por lo que más quieras... —Stamb Sergast chasquea la lengua de mala gana y se incorpora, abandonándonos con las primicias.
—Debo avisarle a Ognes sobre mi visión —digo una vez el muchacho se distancia. Si es verdad lo que Anyalyas me confió cuando arribamos al castillo, que el tercer elemento está en algún lugar del mundo, la única forma de detener los asesinatos es encontrándolo. Porque aunque este asesino carece de bandos, el reino feérico aún corre un gran riesgo.
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Cánticos de Invierno
Fantasy❈|Reino de Hadas|❈ »Tras la muerte del rey más venerado, simpático y codiciado, tanto por mujeres como por hombres, el asesino de herederos o Thyor 'el virgen' Agrestahm, el reino feérico fue maldecido con la debilidad y el miedo. La relación con su...