«Negar a dios será la única forma de salvar al mundo»
Friedrich Nietzsche
Trece años después de la desaparición del invierno, Madame Think Lebrancel, Guardiana de Astar, encontró una razón para acabar con su vida. Se trataba de una niña que con tan solo mirarla no había duda que estaba muerta. Tenía flores y raíces por cada poro de su piel, que por los brotes de las plantas estaba llena de coágulos.
Un viejo del lugar llevó la queja que apestaba a muerto en el Bosque Sin Nombre. Nadie tenía las agallas de meterse en aquel pastizal, por eso carecía de nombre. Pero la peste a putrefacción del presunto cuerpo era, para cualquier humano, una fragancia exquisita. Para los feéricos (o hadas) no, porque les recordaba a la larga primavera; una estación que la mismísima muerte usaba para manifestarse y después de la muerte quedaba el miedo o la soledad. El hedor que desprendía el bosque era delicado y suave, un tanto embriagante y si se miraba de donde salía, también era hermoso.
Por aquella simpleza de la vida feérica, entonces, se encontraba Think en un juicio. Seguramente cada feérico allí quería matarla por nigromancia. El rey trataba de entender qué quería hacer la Guardiana con un cadáver, los curanderos del reino se notaban ofendidos porque no había manera de escarbar al cadáver y los nobles estaban espantados de tan siquiera considerar la discusión sobre el cadáver. Apenas se apaciguaron los ánimos bélicos con sus enemigos y se recuperaban de las secuelas que dejó el último invierno para que una maldición les cayera encima.
El Primer Ministro, un senil de caudales y lánguido al lado de la robustez del rey, lo tenía claro desde que la ambición política de la mujer emergió en la corte: Think Lebrancel debía desaparecer. Era demasiada la carga que tenía el rey de la época en el reino feérico, Emilio Labrinte, y su Consejo Real con la nueva religión de elementalistas. Y al parecer, trece años fue un periodo muy corto para encomendar a los protectores de la legión la búsqueda del misterioso tercer elemento y así apagar el fervor que causaba este grupo de herejes en los pueblerinos.
Ante los holgados ojos del Primer Ministro, Think Lebrancel era una mujer problemática que amenazaba las leyes del venerado rey Thyor Agrestahm. Emilio peligraba con ella en su gobierno y, como la cabeza del Consejo, le exhortó darle a Astar a otro Guardián más apto. Sin embargo, el senil estaba seguro que esa mujer estaba relacionada en asuntos muy turbios y la evidencia por la que hoy se encontraban allí en la Corte de las Esencias tan solo reforzaba sus sospechas.
La mujer de cabellos laquenes* hizo caso omiso a la audiencia que la rodeaba. En el ala izquierda, los murmullos de los nobles y cortesanos se avivaron tras su previa afirmación. A su otro lado, la cautelosa inspección que le hacía la líder del escuadrón de sanadores le revolvía las entrañas y a su frente el rey bajó las comisuras de su boca. Think Lebrancel sonrió para sí misma, un gesto que admitía su posible derrota. Aun así, ella reanudó.
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Cánticos de Invierno
Fantasía❈|Reino de Hadas|❈ »Tras la muerte del rey más venerado, simpático y codiciado, tanto por mujeres como por hombres, el asesino de herederos o Thyor 'el virgen' Agrestahm, el reino feérico fue maldecido con la debilidad y el miedo. La relación con su...