❈|Reino de Hadas|❈
»Tras la muerte del rey más venerado, simpático y codiciado, tanto por mujeres como por hombres, el asesino de herederos o Thyor 'el virgen' Agrestahm, el reino feérico fue maldecido con la debilidad y el miedo. La relación con su...
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—Un mensaje de la legión:
»"Un prestigioso legionario de la división de defensores ha anunciado la aparición de la pulcra llamarada escarlata. El defensor la describió como un poderoso e intenso fuego carmesí en un cuarto de oscuridad y cree que vive entre nosotros, el reino feérico. La legión estima a cada uno de los ciudadanos tanto a los nobles como a los plebeyos..."
—¿Qué es la pulcra llamarada escarlata? —susurro a mis amigos quienes están ensimismados en el perdido anuncio del heraldo.
Any retira la atención de la tribuna hacia mí y Katia se asoma interesada en conocer la respuesta.
—Un sanador —contesta Kistren a mis espaldas.
—El último auténtico sanador vivió durante la era de Thyor —cuchichea Any, ella entrelaza nuestros brazos—. Puedes imaginar cuán importante es su símbolo para el reino. Oh, las ninfas sean gracia... ¿Podremos igualarnos con la prosperidad del reino élfico? ¿Será un augurio elitista? Un rayo de esperanza —añade enfática posando sus ojos ambarinos en los que escuchan con atención. Una tenue curva se forma en mis labios siguiéndole el juego a mi amiga, adivinando los pensamientos de los pasantes que se detuvieron a escuchar la locucion del emisario.
—"...El servicio es un regalo que brindamos a vuestro mundo. Es lo que nos hace feéricos y da sentido a nuestras vidas. Servir a la corona es..."
El heraldo hace una pequeña pausa ante el alarido colectivo de los pueblerinos que acuden a la tertulia en la plaza de mármol del Semillero. La reacción nos sorprende a Any y a mí. Algunas expresiones son temerosas y otras, molestas; entre las preocupaciones están los padres de los aprendices.
—Sé lo que todos ustedes traman —lo interrumpe un hombre de edad avanzada en tono adivinatorio—. ¡No llevarán a mi hijo a ninguna parte a pelear en una guerra cuando la legión está vacía! ¡Esa es la verdad! —vocifera y recibe la ovación inmediata de otros.
—¡La legión murió en el momento en que la élite lo hizo, en el momento que Lilith lo hizo!
—Oh, no —exclama Any respecto a la mención de su madre.
—¡Hemos estado en paz durante quince años sin ellos! ¡Parece que es su mera existencia la causante de las guerras, y amenaza a nuestros enemigos!
Las aclamaciones acrecientan de ambos lados de la tribuna. El emisario, un tanto nervioso, levanta el pergamino a la altura de sus ojos en la espera de terminar el mensaje.
—Cuánta razón, Thyor no tenía motivos para formar un ejército —comenta Katia en voz baja, pero con suficiente entonación para que Kistren la oiga.
—Cállate —le reprime Any.
—¡¿Qué es esta tontería?!
Reconozco la imprevista voz de Think Lebrancel casi por instinto. La muchedumbre se abre, para revelar la autoridad de Astar camuflada entre los plebeyos, y calla con celeridad. La Guardiana de Astar me encuentra por accidente porque le toca desviar la mirada del heraldo y su sonrisa modesta se transforma en una línea por un instante. Su vislumbre me cohibe.
