Capítulo 22.

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 Dylan:

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 Dylan:

 Me despierto al sentir mi caída en el suelo, me he olvidado que me he quedado dormido en el sofá, la cabeza me martillea y me levanto mareado. Mi mente me envía detalles de lo que pasó anoche y la sangre me vuelve a hervir al recordarme de la noticia.

 Me dirijo al baño a tomarme una ducha, al salir del baño me fijo en la hora y son las 07:38 a.m., busco en el cajón unos de los analgésicos que sobro de la vez pasada. Me visto y marcó el móvil del counter.

—¿A qué hora sale mi vuelo? —pregunto.

 —Señor Marchetti, su vuelo sale a las 09:00 a.m. —contesta la mujer al otro lado de la línea.

 —Quiero que salga para las 08:30 am —ordeno.

Como usted ordene Señor —habla y cuelgo la llamada.

 Me apuró a empacar mis maletas y terminar de arreglarme para salir. Pago el servicio del Hotel, el alquiler de la camioneta y el servicio de seguridad.

 ~●~●~●~●~

Me subo al jet y escucho a la azafata a dar órdenes, pido que me sirvan un café cargado. Busco en los archivos de documentos desde mi móvil, el número que necesito en estos momentos.

 —¡¿Dónde está?! —pregunto al momento que contesta.

¿Señor Marchetti? —pregunta dudosa.

 Y su ignorancia solo me hace hervir más la sangre.

 —¡Contesta la maldita pregunta! —refuto preso de la ira.

¿Dónde está quien? —vuelve a preguntar con una voz grave.

 —Samantha, ¿En dónde coño está? —digo tocándome la sien.

 —Sí lo sé, pero no te lo voy a decir —habla colgando la llamada.

 —Maldita cagna—bufo, estrellando el móvil en el suelo del jet.

 Como se atrevió a hablarme así, era la única que me podía decir en donde se encuentra ella en estos momentos, si son inseparables en cambio no me sirvió de nada.

Pasan las horas y vuelvo a escuchar a la misma azafata avisando que aterrizaremos, me abrocho el cinturón de seguridad y siento como el jet aterriza en la pista. Antes de bajarme cojo mi móvil que solo ha obtenido la pantalla rota, bajan mi maleta y me traen el Lamborghini.

 Subo esperando a que depositen la maleta en la cajuela, golpean el coche en modo de afirmación de que todo está listo, enciendo el motor y siento la adrenalina en mis venas salgo del aeropuerto adueñándome de la autopista.

En menos de 15 minutos llegó al pent-house, bajo del auto encaminándome dentro del Pent-House, ignoro el saludo de Sandra y en cuestión de 10 minutos estoy vestido con unos de mis trajes y vuelvo a bajar para tomar el Lamborghini y dirigirme en la empresa.

INGENUOS. (En Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora