Capítulo 40 (I parte)

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Dylan:

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Dylan:

El miedo que sentía por ver a Sam así, desvaneciéndose en mis brazos por encontrar su casa vacía, sin ningún objeto suyo, trato de auxiliar la lo más rápido posible, la cargo en mis brazos llevándola al primer baño que encuentro, abro el grifo del lavabo como puedo para mojarle la cara.

—Vamos Sam, despierta —susurro suavemente sobre su oído.

Sigue sin responder, vuelvo a mojar su rostro y su cabello <<tiene que responder>>

—¡Sam!, ¡responde! —la preocupación me invade, pero en el momento que siento que podía haber sucedido algo peor, mueve la cabeza lentamente sin abrir los ojos.

—Cariño, ¿estás bien? —indago nuevamente observando su rostro.

—Dylan, mis cosas —cuestiona delirando —, la casa está vacía.

Mala idea se me dio al pedir que llevaran todas las cosas de Sam a mi casa mientras que hacíamos el viaje en Alemania ya que si sería mi futura esposa quería tenerla cerca y disfrutar de ella mientras se pueda.

—Tus cosas están bien —la intento centrar para que se espabile.

—Pero, ¡¿dónde están?! —pierde la calma —. No están aquí, y si entraron a robar, o si Charlie estuvo aquí.

—Cariño cálmate —la siento sobre mi regazo mientras recuesta su cabeza sobre mi pecho —, tus cosas están en mi casa, yo pedí que se las llevaran para que vivamos juntos.

—¿Qué estás diciendo?  —se levanta como puede —, ¿por qué no me has dicho nada?, me hubieras preguntado.

Y aquí vamos con sus cambios de humor, trato de ayudarla y se deja sacándola del baño.

—Quería darte una sorpresa, ¿vale? —intento explicarme —, ya no quiero que estén lejos de mí, quiero tenerlos cerca cada maldito segundo de mi vida.

—Me hace feliz que pienses eso —ejecuta —. Solo me tendrías que decir, están son las reacciones que no puedo tener. Puede hacerle daño al bebé.

—Sí, lo siento bebé —me acerco a ella tomándola de la mejilla y plantando un beso en sus labios.

—Vamos, ya no tienes nada que hacer aquí —le hecha una vista nostálgica al sitio y lo entiendo, vivió mucho tiempo aqui y es normal que extrañe este lugar.

Bajamos por el ascensor y llegamos hasta el portero que se encuentra bebiendo café.

—Don jorge —lo llama ella —.Te hago entrega de la llave, fue un gusto poder estar aquí todos estos años.

—No fue nada Sam —responde él —, un gusto tenerte aquí, que sean muy felices juntos y cuiden mucho al bebé —Sam corre a abrazarlo y los ojos se le humedecen, abro la puerta del auto dejando que ella suba y luego yo.

INGENUOS. (En Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora