Siento sus manos en mi trasero magreandolo, estoy húmeda y más cuando recibo el primer látigo que me hace ahogar un grito de dolor y placer, dos, tres, cuatro, cinco, seis veces y se detiene en el número 10 cuando siento que ya no podré más, pero sigo aguantando.-Sigue así y te cumpliré por lo que has venido -sonrió al escuchar lo que acaba de decir.
-Lo que el amo quiera cumpliré.
-No recuerdo haberte permitido hablar -y me reprendo mentalmente por no saber callar.
-Pido disculpas por mi desobediencia mi Señor.
No dice nada más y veo como se deshace de su ropa, me relamo los labios al verlo sin nada que le tape. Me abre las piernas y toma en su mano su pene dirigiéndola a mi entrada, acariciándola por debajo de las pinzas sin penetrarme aún.
Parezco una gata en celo al mover la pelvis y entienda que quiero tenerlo dentro ya. Pero con Calvin las cosas no son cuando tu quieres son cuando el quiera y así lo es, se aleja de mi volviendo a la mesa y trae un pote en sus manos, trago saliva nuevamente al sentir la cera caliente derramarse por mis tetas, mi pecho sube y baja por el ardor que siento; sin embargo no digo nada.
Vuelve a jalar unas de las cadenas y dejo que mis pies toquen el piso, los brazos me duelen y la ganas de que él me haga suya hace que todo a mi alrededor desaparezca. Camina hasta a mí y tiemblo al ver el poderío que emana en cada paso queda, desencadena mis manos y retira las pinzas, me coloca una gargantilla con correa estirando de ella y me pongo a gatas siguiéndole el paso.
A medida que vamos avanzando, los gritos de las chicas son más desesperantes, siento las manos de ellas sobre mí como si me quisieran detener. Agacho la cabeza y cuento hasta tres calmando la respiración de pánico que surge en mí cuando veo a Calvin tomar un arma y disparar a tres de ellas.
-La próxima es para ustedes si no dejan de chillar tanto -ordena y las mujeres solo asienten con la cabeza con el miedo de que la maten.
Entramos a un cuarto con poca iluminación, hay una mesa de metal en el centro de ella y todo a su alrededor solo da temor. Me acuesta en la mesa boca abajo, llevando mis brazos a la altura de mi espalda amarrándolo, siento como se sube sobre mí.
Amarra mis piernas a cada extremo dejándolas abiertas para él, me levanta un poco quedando con mi trasero a la altura de su pelvis. Ahogo un grito al sentir su embestida de una sola vez, sale y entra como se le antoje mientras que yo solo callo los gemidos y el placer que siento al tenerlo por fin dentro de mí.
Sujeta mi cabello jalándolo hacia él y se mueve con una velocidad que me lleva al éxtasis, siento que no puedo más y el orgasmo se incrementa con sus embestidas feroces.
-No te atrevas a correrte Regina -menciona saliendo de mí.
La indignación y la desilusión me atropellan al dejarme en este estado, quiero que termine lo que ha empezado.
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INGENUOS. (En Pausa)
DiversosA sus 25 años de edad Samantha Smith creía tener su vida hecha perfecta. Con un novio amoroso y atento, pero la vida aveces da un giro inesperado y lo peor de todo es que te das cuenta de que la persona en quién creías amar y confiar es el primero...