Capítulo 6.

59 11 5
                                    

Sam:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sam:

Salí de la oficina sin decir nada esto no podría haber pasado no tenía que haber pasado es mi jefe. Me dirijo al baño que he conocido hace un rato me adentro y me lavo el rostro.

 Me observo en el espejo tengo los labios hinchados y mi ropa desarreglada, mierda no tengo bragas que voy a hacer ahora no puedo estar con la vagina al aire. Mierda Sam, primer día y ya te follas a tu jefe.

Salgo del baño dirigiéndome donde esta mi bolso para tomar mi móvil marco el número de Rous para que me traiga unas bragas nuevas; tiene clases de pasarela a las 15 de la tarde, tendré que aguantar 1 hora sin tener nada abajo. Por que tenía que ser tan bruto, no podía follarme sin romper mis bragas, además eran mis favoritas.

—Rous, me puedes traer unas bragas por favor —hablo en voz baja.

—Por que, te vino la regla o que —habla al otro lado del teléfono.

—No, pero tú solo tráemelas —bufo.

—Entonces te hiciste pipí encima —vuelve a hablar, dejando escapar una risa.

—¡¿QUE NOOO?! —reacciono con voz alta sin darme cuenta perdiendo la paciencia.

—bueno, pero no te me alteres —habla volviendo a reír —,estaré allí dentro de 20 minutos dice colgando.

Solo 20 minutos más Sam, aguántate por que tu te lo buscaste. Siento sonar el teléfono y contesto.

“Que no sea el, que no sea el pienso”.

Señorita Smith, puede venir un momento —habla al otro lado del teléfono.

—Estoy ocupada en estos momentos, Señor Marchetti —contestó tratando de no sonar nerviosa.

—No me importa, en 5 segundos quiero verla aquí —finaliza colgando.

Dejo el teléfono en su lugar, tomando mi libreta y una pluma, respiro dejando los nervios atrás solo fue un desliz.

Golpeo la puerta de madera, cuando escucho un pase de su parte, tomo aire antes de adentrarme al gran despacho, giro la perilla abriendo las puertas bajo la mirada no puedo verlo después de lo que acaba de ocurrir hace 15 minutos, mis pies no avanzan y me quedo cerca de la puerta.

—Puede acercarse Señorita Smith—me dirige una mirada seria—, o acaso no puede caminar.  —Lo observo sonreír de medio lado.

Maldito imbécil, me trago mis palabras”

—Necesito que se comunique, con la estilista Florencia Márquez. —continúa—Quiero que le digas que el Señor Marchetti ordena de su presencia en estos momentos. —termina dirigiéndome una mirada seria.

—¿Algo más? —preguntó, antes de devolverme a la salida.

—Nada más —vuelve a dirigir su mirada a unos documentos.

INGENUOS. (En Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora