Capítulo 3.

69 11 9
                                    

Dylan :

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dylan :

Fijo la mirada en el reloj que posa en mi muñeca izquierda son las 10:20 am, faltan 30 minutos para aterrizar en tierras norteamericanas. Llevo 13 horas y 20 minutos en este puto asiento del jet, el piloto es una mierda piloteando, trato de calmarme masajeándome la sienes. Pasan varios minutos, cuando escucho a la azafata anunciar que ya  aterrizaremos y que abrochemos los cinturones.

Veo como el avión hace parar el motor y no dudo ni un segundo en quitarme el cinturón de seguridad apresurándome en bajar, ya no aguantaba estar un minuto más dentro de ese avión.

Bajo las escaleras del jet, respirando el aire y llenándome de ella. Cosa que hace que choque con mi piel, alborotando los mechones de mi cabello.
Me percato que hay un auto deportivo estacionado un poco más alejado del jet.

Es un Audi R8 V10 de color negro, sonrió al darme cuenta de quien es el dueño de aquel auto. Como siempre deslumbrando en cualquier lugar que llega.
Baja del auto mostrándome una sonrisa, mientras se  acerca a mi.

—¿Que tal estuvo el viaje? —pregunta.

—Muy cansador —respondí,  dirigiéndonos al auto.

—Me imagino, 13 horas de viaje desde Italia a los Ángeles es mucho —dice mientras se adentra en la parte del piloto.

Me posicionó en la parte del copiloto, esperando a que suban mis maletas a la cajuela. Enciende el motor haciéndolo rugir, mientras la observo como se coloca el cinturón de seguridad.

Un silencio se formó en el trayecto del camino, pero se rompe a pocos minutos cuando ella habla.

—¿Que tal Italia? —pregunta, cuando da vuelta en una curva.

—Bien —contesté fríamente.

Hace girar sus ojos, a lo que yo suelto una risa.

—¿Que? —pregunte.

—Estás de muy buen humor hoy —responde con una voz irónica.

—Solo, estoy muy cansado.

No dijo más nada y el silencio volvió a reinar dentro del auto. Unas vueltas más y ya habíamos llegado a su departamento, se adentra en el estacionamiento del edificio apagando el coche. La observo bajarse,  mientras yo me quedo unos segundos más, escucho unos golpes en la ventanilla y abro la puerta.

—¿Qué?, esperabas a que te abra yo o que? —me dice con el ceño fruncido.

Suelto una carcajada y la jalo estrechándola en un abrazo.

—Te he extrañado tanto, Valentina —masculle, dejando un beso en su cabeza.

—¡Ay imbécil! yo también —finge sollozar.

La suelto mientras nos adentramos al ascensor, se que tiene algo que decirme lo noto cuando empieza a estrujarse los dedos. Aprieta el botón que nos llevará a su piso, me mata la curiosidad y hablo.

INGENUOS. (En Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora