Capítulo 40 (II parte)

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Sam:

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Sam:

Soy un caos de emociones, la boda, el embarazo; todo ha sido tan rápido para mí que empiezo a procesar todo de manera lenta. La primera semana a pasado como rayo, la mujer que me ayuda con los preparativos de la boda no sale de encima mío y eso me asfixia, estoy estresada y que me pidan mi opinión para cada cosa me hace doler la cabeza.

Las náuseas han mermado y ahora cada tanto tengo antojos raros como querer comer queso con miel, o las hamburguesas que me atacan en cada madrugada.
Los controles prenatales van de maravilla, mi beba está creciendo cada vez más y pronto se cumplirán las 13 semanas de gestación, el local cada día se llena de clientas nuevas, con ganas de comprar lencería para su pareja y ser la reina de la noche.

Los padres de Dylan me llenan de regalos para el bebé, aún no saben el sexo y estamos esperando el día de la boda para decirles, ya que Dylan quiere que el mundo entero sepa. Estuve pensando en el nombre, quería ponerle el nombre de mamá Margaret, pero algo me dice que no tendrá cara de Margaret.

—Sam hoy es tu prueba del vestido —entra Susan a la oficina —, estamos a tan solo 20 días para la boda y ya tenemos casi todo.

Sus ojos se iluminan, esta más feliz que yo por hacer la boda, claramente también lo estoy, solo que con el embarazo, el trabajo y algunas cosas no me están disfrutando del todo. Siento una inquietud dentro mío, como un temor de que llegará a pasar algo.

—Sí —asiento sonriente —, solo déjame firmar esto y ya nos vamos.

—Claro, te espero afuera —sale cerrando la puerta y termino de firmar algunos papeles para enviar algunos productos a otras tiendas.

Le dejo todo a Keyla, quien es mi mano derecha, sin ella estaría desesperada con todo esto, salgo del local encontrándome con Susan dentro del coche esperandome, Dylan no me ha querido decir el porque de tener un chófer y unas guardaespaldas, creo que es por lo que le pasó a Valentina.

Luego de 15 minutos llegamos frente a un gran local, llamado La Femme, los ventanales están decorados de varios vestidos para bodas, relucientes y espléndidos, mi gustos son sencillos pero al ver esta barbaridad de diseños hacen que quiera uno elegante y sensual a la vez. Rous me ayuda con las decoraciones de la fiesta, la música, las bebidas, está emocionada al igual que yo.

—Samantha Smith —una mujer castaña me recibe con un acento francés.

—Hola —la saludo y me sonríe haciéndome pasar dentro de la tienda.

—Un gusto tenerla aquí señorita —continua —. ¿Tiene alguna idea de cuál vestido quieres usar?

Y en verdad no, me giro sobre mi eje buscando alguno que me llame la atención pero todo lo que veo no es lo que estoy buscando. Le describo a la chica como me imagino el vestido que quiero.

—Señorita Samantha, lamento mucho no tener el diseño que esta buscando —su mirada se entristece y me da pena por ella porque hizo mucho esfuerzo en encontrar lo que a mi me gusta.

INGENUOS. (En Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora