Capítulo 11.

52 11 5
                                    

Sam:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Sam:

Hemos aterrizado hace una hora  en Italia y ahora vamos camino a la Mansión de los Marchetti. Me muevo incomoda en el auto, no niego que estoy nerviosa por conocer a los Padres de Dylan y desde que lo vi con esa ropa casual puesta, hace que quiera saltármelo encima y tenerle entre mis piernas.
Regina va en otro auto siguiéndonos, no se que hace aquí si jamás mencionaron que estaría en tal evento. Me concentro en mirar la ciudad por la ventanilla es la primera vez que conozco dicho País y no miento que es hermosa.

Dirijo mi vista en donde se encuentra Dylan nuestros ojos azules chocan. Desde que subimos en el jet y bajamos no nos hemos dirigido ninguna palabra. Nos acercamos a un portón negro gigante, mis ojos se abren como platos al ver la enorme mansión, frente a mi, un jardín enorme nos recibe con una fuente en medio de ellas, esta decorado con plantas y flores. El color amarillo y blanco hacen relucir cada extremo de la enorme casa que tengo frente a mis ojos.

Estaciona el auto frente a la puerta y  bajamos del auto, escucho como Regina acaba de llegar tras nuestro, una pareja sale por la puerta bajando las escaleras de apoco y no puedo evitar quedarme embelesada con ambas anatomías frente a mi. Una Señora rubia de ojos azules, de piel blanca se encuentra entrelazada con un hombre de cabello color negro con algunas canas en el; una barba decora su rostro, el hombre se parece mucho a Dylan; pero el color de los ojos de aquella señora son iguales que los de él.

—Benvenuto nella mia umile casa—habla el hombre acercándose a su hijo y a mi.

“Bienvenido a mi humilde casa".

—Buona notte, padre —saluda Dylan, en su idioma natal.
“Buenas noches, padre".

En estos momentos no se como reaccionar por que no entiendo ni papas lo que están diciendo, el hombre se dirige a mi y me habla.

—Questa bella signorina, ¿come si chiama? —pregunta esbozando una cálida sonrisa.

Esta bella señorita, ¿cómo se llama?.

Mi rostro se torna roja de la vergüenza, por no entender lo que me está diciendo. El hombre se percata por mi cara; sin embargo Dylan sonríe negando salvándome en el momento.

—Non parla la lingua di nostro, padre —dice Dylan.

No habla nuestro idioma, padre".

Solo le dedico una sonrisa apenada. Mientras el y su esposa sueltan una risa, quiero esconderme no sé si se están burlando de mí o que coño están diciendo.

—Por que no me lo haz dicho antes, así no la asustaba —vuelve hablar el señor ahora en mi idioma.

Todos soltamos una carcajada, pero el sonido de un carraspeo nos hace girar  hacia aquel lugar de donde provino.

—Buonasera, Sig. E Sig.ra Marchetti —saluda Regina, apartándome del camino.

“Buenas noches, Señor y Señora Marchetti”.

INGENUOS. (En Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora