Aquí está por fin el capítulo, les puse en un aviso en mi perfil lo escribí en notas, pero no me deja copiarlo y pegarlo. Damas y caballeros con ustedes el capítulo 36 disfrútenlo ;)
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-Capítulo 36-
Amelie Lambert
El solo me miraba. No se que era lo que tenían estos hermanos pero cada vez que te les quedabas viendo directamente a los ojos, te daba la sensación como si él fuera el depredador y tú la presa.
- ¿Qué haces aquí Caleb? - le pregunte un tanto fastidiada, ya que necesitaba llegar a la biblioteca.
Aún me ponía tensa estar sola con el, no podía borrar de mi mente lo que dijo sobre que le debía una, aunque me estuviese muriendo de nervios no lo demostraría.
Si hay algo que tengo muy claro que mi madre me inculcó, es el jamás dejarse ver débil antes los ojos de las demás personas, así te estuviese rompiendo en miles de pedazos por dentro, no debía dejárselos ver a las demás personas.
Ya tendría tiempo de desahogarme.
- Bueno... - empedo a caminar, por el salón, como evaluando el lugar en donde nos encontrábamos- si no mal recuerdo, aún me debes algo- en ese momento me estaba dando la espalda, pero cuando termino se giró hacia mi con una sonrisa maliciosa.
Claro, era algo muy obvio que no lo dejaría pasar.
Suspire.
- No. Más bien fuiste tú quien dio por hecho que te debía una- le dije, sosteniendo la mirada.
Pareció que algo cambio en su rostro, pero se compuso. Y comenzó a caminar hacia mi.
- ¿De verdad?- siguió acercándose- No crees, que es un tanto... cruel el haberme dejado como lo hiciste, o me dirás que no me deseas ni un poco.
- Mira Caleb, eso no debía haber pasado, ¿bien? Lo disfrute si, pero nos acabamos de conocer no soy el tipo de chica que se deja toquetear por cualquier persona, el que tú me hubieses masturbado y él casi haberme dado un orgasmo. No significa que te deba...
No se en que momento ya estaba de nuevo tan cerca de mi, me desconcentro por un momento. Por un paso que él daba yo daba uno hacia atrás. Hasta que quede atrapada entre su cuerpo y la pared.
¿Porque siempre me encontraba en esta situación? Mire hacia mi derecha donde sobresalía el pomo de la puerta. Definitivamente no podría llegar hasta la puerta y salir.
Puede que delante de él no lo demostrara, pero si, llegaba a ponerme un poco nerviosa la situación en la que nos encontrábamos.
- Entonces, ¿porque aprietas las piernas Amelie? - me pregunto, en un susurro.
Me encantaba como sonaba mi nombre en sus labios, el acento alemán era perceptible, lo hacía sonar más fuerte, más rudo y sexy.
- Yo... - intente excusarme, pero en vez de buscar una excusa que no serviría de nada, una sonrisa surco mis labios- Porque me encanta el sonido de tu voz, me pone mucho escucharte decir mi nombre. Dime Caleb ¿también has estado soñando con cómo se sentiría tenerme debajo, o encima tuyo? - no lo negaría era obvio que él sabía lo que provocaba en mi. Y yo no era tan despistada como para no darme cuenta que yo tenía un efecto parecido en el.
Coloque mis manos alrededor de su cuello, el puso sus manos en mi cintura acercándome más a él, podía sentir a su amiguito allá abajo que al parecer recién se había despertado.
Por supuesto esa fue su intención, porque al sentirlo contra mi solté un pequeño jadeo, que a él lo hizo sonreír con superioridad.
- Te confesaré algo, yo también he soñado contigo, el poder sentirte contra mi cuerpo, él como se debe sentir estar dentro de ti, escuchar como gimes mi nombre cada vez que entro en ti - su voz era mas ronca, de lo que ya sonaba. Podría sentir su nariz rozando mi cuello.
Una de las manos que se encontraba en mi cintura comenzó a subir por mi espalda hasta mi cabello donde lo sujetó todo. Mientras comenzaba a dar pequeños besos y caricias en mi cuello. De pronto el jalo mi cabello hacia abajo dejando mi cuello expuesto a él.
- Dime Amelie, ¿estás dispuesta a cruzar esa línea?- ahora me veía a los ojos azul con azul, a pesar de tener el mismo color los suyos eran mas bonitos. El que me mirara de esa forma sentía como mis bragas comenzaban a humedecerse. El que me viese así, lo hacía verse dominante si de algo estaba segura es que Caleb no sería tierno si follabamos, él me fallaría duro, probablemente al día siguiente necesitaría una silla de ruedas - Porque una vez que seas mía no serías de nadie más, no soy alguien al que le guste compartir, toda tu me pertenecería. Así como yo te pertenecería a ti.
Sus labios estaban tan cerca, al hablar rosaba los suyos con los míos.
Si él quería jugar yo también era buena en este juego. Sonreí, baje mi mano hacia el bulto en su pantalón para acariciarlo por encima de la ropa, él me miró asombrado, pero pronto lo escuche gruñir, ya había soltado mi cabello y su cabeza la hizo hacia atrás.
Repartí besos en su cuello así como él había hecho conmigo.
Lo estaba tentando, si creía que podía venir conmigo y esperar que yo lo recibiera gustosa con solo unas palabras. Estaba muy equivocado, si me quería tendría que ganárselo.
Lo dejaría tal y como él lo había hecho, dijo que le debía una, pero nunca dijo que la manera en la que debería ser cobrada.
Desabroche su pantalón y deslicé mi mano dentro. El al sentir mi toque gimió, comencé a estimularlo, para después seguir con movimientos lentos, quería tentarlo.
Estuve haciéndolo unos minutos hasta que tomo mi mano e incrementó la velocidad. Con mi otra mano, quite la suya de la mía.
- Yo soy quien decide cómo será esto, ¿bien? Yo te deje hacerlo a tu manera- me acerque lo más que pude a su oído para susurrarle- Déjame hacerlo a mi o me detendré.
Eso pareció hacerlo reaccionar, con un gruñido retiró su mano y me dejó seguir con mi ritmo. Un tiempo era lento, pero incrementaba la velocidad, cuando comenzaba a tensarse disminuía de nuevo y volvían a ser lentos.
Había bajado la guardia así que fue cuando me di cuenta que debía actuar rápido. Cuando aflojo si agarre en mi decidí que era momento de salir.
Detuve mis movimientos, y el bajo su mirada hacia mi. Volví a acercarme a su oído para susurrarle.
- Creo que ahora si estamos a mano - le susurré, para después guiñarle un ojo.
No le di tiempo de reaccionar, tome mis cosas y salí del salón.
...
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ROTHSCHILD (EN EDICION)
Teen FictionLos hermanos Rothschild, condenadamente guapos, condenadamente misteriosos y condenadamente ricos, como dicen no juzgues un libro por su portada, tal vez ese fue su mayor error o uno de ellos, auque... no se le puede considerar error si lo disfruta...