Capítulo 17

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Maldito sea el día en el que alguien inventó el alcohol. Ese es el primer pensamiento de Harry Styles al abrir sus párpados. Adormilado, con su cabeza bombeando, se estira bajo las sábanas como acostumbra hacer todas las mañanas.

Pero la cotidianidad de ese acto termina en el momento en el que el rizado abre completamente los ojos.

Esa no es su cama, esos no son sus cuadros, ese no es su ventanal, esa no es su habitación, esa...

—Buenos días, o más bien buenas tardes.—La esbelta figura de Janis entra a escena, provocando que su presión caiga en picada al verlo.

La expresión de Harry, contraria a la sonriente del rubio, refleja una mezcla de confusión, vergüenza y terror. De seguro pasaría desapercibido en una plantación de tomates por el rojo que tiñó su rostro.

—Janis... —Suelta en un hilo de voz.

—¿Qué tal dormiste?—Pregunta con relajo.

Tanta imperturbabilidad tejiéndose en su expresión solo puede seguir tocando botones en el rizado que responden a peligrosas alarmas. Y todo empeora cuando intenta estrujar sus recuerdos y no viene nada a su cabeza. Hasta su bitácora personal solo está la fiesta.

Las copas chocando, Janis frente suyo, él besándolo y... llevándolo a ese auto.

Mierda.

—Asumo que bien, pues ya son casi las 2 de la tarde.—Camina por la habitación para abrir las cortinas con naturalidad ante la nula respuesta de su alojado.

Harry baja la vista y nota que sus ropas ya no son las mismas que las de anoche, comenzando a sembrarse el indeseado pánico en su interior al conectar todos los hechos. Todo lo indica, es evidente. No puede creer que no lo recuerde.

—Janis.—Se atreve a llamarlo, tragando gordo.—Tú y yo... uh-

—¿No lo recuerdas?

El silencio más incómodo de su vida reina el lugar. Jamás había deseado tanto que lo tragara la tierra, y a cada segundo ve que el panorama se tiñe aún más oscuro.

—Yo... yo...

Y de pronto al silencio lo interrumpe la imprevista llegada de estruendosas carcajadas.

—¡Hubieras visto tu cara!—Janis pronuncia a penas, sosteniendo su abdomen.—Mierda, tuve que haber traído la cámara.—Se sienta cuidadosamente en el colchón, mirándolo.—No Harry, no llegamos a lo que estás pensando.—Sus palabras se extinguen en una leve risotada.

Como si un verdadera mochila cargada de barras de acero fuese sido quitada de su espalda, el ojiverde descomprime su pecho soltando un suspiro. No pueden culparlo de no tenerle ningún grado de confianza a su yo borracho, él sabe lo estúpido que puede llegar a ser, por un instante enserio lo creyó posible.

—Oh, entonces cuando llegamos aquí...

—Bueno cuando llegamos aquí seguíamos pasados de copas, y bueno... hubieron un par de besos, eso no te lo ocultaré, hasta que comenzaste a sentirte mal.—Janis rasca su nuca, un tanto incómodo.—Te ayudé a vomitar y luego a cambiarte porque te habías ensuciado con... ya sabes.

—Mierda.—Harry se inclina hacia adelante cubriendo su rostro entre sus manos.

Ahora que se lo piensa, quizás hubiera sido mucho menos embarazoso haber follado con Janis antes que esto. Sí, definitivamente.

—Y bueno luego de eso no hay mucha más historia, te traje a mi cuarto para que durmieras y yo me fui a la habitación de invitados.

El rizado sigue con su faz oculta, como si eso fuera a hacerlo invisible a los ojos del otro. No existe tanta confianza con Janis para ese tipo de escenarios así que se siente sofocado en el bochorno por haberle dado esa impresión. Sobre todo teniendo en cuenta lo bien que se ha portado el rubio con él ¿Y qué le da a cambio? Vomito en su departamento.

GUCCI & ADIDAS | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora