Capítulo 4

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Harry salió muy temprano de su departamento para hacer las compras de la semana y poder abastecerse con lo necesario. Cada vez que lo hace no puede evitar pensar en su querida madre y en cómo la extraña, pues aquella era una de las actividades que disfrutaban hacer en conjunto mientras el rizado vivía en el hogar que lo vio crecer.

Ahora su rutina es muy distinta sin dudas, pues desde que Harry firmó con Gucci y se mudó a Londres abundan muchas responsabilidades, la independencia y sobre todas las cosas el trabajo. Pero aún así no se queja de ello, disfruta haber dado el salto al mundo de la adultez y ser capaz de pagar sus propios gastos, además de mandar dinero a su familia.

Ya terminada su acometida en el supermercado, llega la parte más emocionante del día: Las compras de ropa. Como buena figura de la industria del modelaje, a Styles le gusta estar siempre al día con las tendencias y dejarse hechizar por los productos que ofrecen las vitrinas de sus marcas favoritas. Sin embargo, hoy no es únicamente su afición a la moda lo que lo lleva a ello.

Ayer en la noche su asistente le informó que hoy se haría una fiesta en honor al lanzamiento de la campaña Catalyst, en la cual asistirían un montón de diseñadores, modelos y compradores de suma importancia dentro de la industria fashionista. Sin duda es una ocasión a la cual el rizado no puede asistir vistiendo de manera sencilla.

Obviamente, debe ir vestido por su gran patrocinador y como siempre está al tanto de las nuevas prendas que saca Gucci a la venta, ya tiene en mente lo que quiere llevarse consigo antes de entrar a la tienda. Busca de manera ágil, pues ya conoce de memoria cada espacio del lugar por tantas veces que lo ha visitado. Ni siquiera le es necesario probarse, pues ya tiene claro que le quedará a la perfección después de tanto rodaje con la ropa de la misma tienda.

Al llegar a la caja automáticamente es reconocido, y por supuesto tiene aquel descuento por ser rostro de Gucci. Los beneficios del oficio.

[***]

—¡Agh, odio esto!—Bufa Louis, luego de cambiarse de atuendo por milésima vez.

Si bien es un modelo de vasta experiencia en lo que hace, trabajar en Adidas jamás le ha significado ir a muchos eventos ni mucho menos preocuparse si el conjunto que usa es de un diseñador destacado. Ahora por primera vez Louis será un anfitrión y no un simple invitado de una fiesta de alta costura y eso pone un montón de presión sobre él.

Ya son las 5 p.m. y no se logra decidir desde el medio día, realmente no es una exageración decir que ha intentado probarse todo su closet. Cuenta con un montón de trajes y camisas de marcas de la alta gama en la moda, pero todo parece ser "demasiado casual" o "demasiado exagerado" o simplemente no adecuado para la ocasión.

Y ya saben, situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.

Empieza a buscar en su lista de contactos en el celular, y luego de dudar unos segundos le marca a aquella persona. Dos, tres, cuatro timbres y se escucha una voz ronca del otro lado de la línea.

¿Hola?

Harry, necesito tu ayuda, juro que no te llamaría si no fuera urgente.—Habla Louis rápido, un poco avergonzado.

Disculpa... ¿Quién habla?—Pregunta el rizado confundido.

—Louis idiota, ¿Quién más?—Responde ofendido. Se conocen hace una semana y aún no le reconoce la voz.

Oh Louis... Lo siento yo no...

—Sí, sí... yo tampoco tenía tu número pero me lo tuve que conseguir.—Rueda los ojos.—Bueno, ¿me ayudarás o no?

GUCCI & ADIDAS | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora