Capítulo VII

478 52 48
                                    

Trafalgar Law releía los mensajes de su móvil mientras esperaba a que le llamasen. Lo hacía habitualmente cuando estaba aburrido. De repente, la puerta a su lado se abrió y un hombre mayor le invitó a entrar. El moreno obedeció y se sentó frente al escritorio del director del centro escolar. Estaba tranquilo, aunque no sabía por qué le habían hecho llamar.

–Señor Trafalgar, lo primero de todo quería darle mi más sincera enhorabuena por la trayectoria que ha mantenido a lo largo del curso. Los exámenes de la última evaluación están a la vuelta de la esquina, y su tutor y el equipo docente de este centro confiamos en que seguirá en su línea de notas excelentes –comenzó el director, un señor de pelo canoso y bigote poblado.

–Muchas gracias, señor –Law contestó educadamente.

–Supongo que se preguntará qué hace aquí –el moreno asintió y el director continuó–. A colación de las notas que esperemos obtenga en este curso, quería saber si tiene pensado qué quiere estudiar una vez acabe el instituto. Soy consciente que aún le queda un año aquí, pero es bueno ir sopesando las opciones futuras.

–No estoy seguro –Trafalgar murmuró–. Me gustan las ciencias y mis estudios están enfocados en esa dirección, pero aún no sé en qué centrarme.

–Bueno, las ciencias ofrecen un abanico muy amplio de posibilidades –el hombre se sobó el bigote con parsimonia–. Hay ingenierías, matemáticas y carreras de ciencias puras, pero también biologías y ciencias de la salud.

–Las ciencias de la salud son lo que más me llama –dijo el moreno después de meditarlo unos segundos–. Es probable que escoja alguna de esas carreras universitarias.

–¡Excelente! –el director parecía satisfecho con la elección–. Estoy seguro de que tendrá un brillante futuro por delante. Cuando llegue el momento, confeccionaré una lista personalmente con las mejores universidades. Con las notas que tiene, no tendrá problema alguno para acceder, estoy convencido de ello.

–Es muy amable, señor director. Sin embargo, prefiero centrarme en los exámenes de esta última evaluación y, cuando sea, preocuparme de la universidad.

–Desde luego, los objetivos a largo plazo se obtienen dando pequeños pasos. No dude en visitarme si tiene alguna duda al respecto. Siempre es un placer hablar con usted, señor Trafalgar. Puede irse –el director le indicó la puerta con la mano.

El joven se levantó y se despidió de él educadamente, cerrando la puerta de su despacho tras de sí. Suspiró cuando salió al pasillo, las charlas sobre su futuro de producían un poco de ansiedad. Su tío también se ponía pesado con ese tema, y Law aún no estaba seguro del todo de saber por dónde encarrilar su futuro.

El ruido de unos pasos acercándose llamó su atención. Al girar la esquina, ante él aparecieron uno de los profesores de inglés y Eustass Kid, ambos con cara de pocos amigos. El adulto parecía muy centrado en soltarle el sermón al pelirrojo, que suspiraba y ponía los ojos en blanco cada dos por tres.

–Llevas una semana de retraso en los deberes del Workbook, Eustass. ¿Te crees que no me anoto todos los días quién entrega la tarea y quién no? Has estado todo el curso vagueando, y si piensas que voy a aprobarte en junio, ¡estás muy equivocado!

Kid iba a contestar con socarronería cuando vio a Law parado en la puerta del director. Se mordió la lengua y le lanzó una mirada furtiva de arriba abajo, relamiéndose los labios como quien tiene delante un manjar. Trafalgar contuvo la respiración, intentando que el sonrojo de sus mejillas no se notase mucho. El moreno sentía que el otro le estaba desnudando con la mirada, y se veía tremendamente vulnerable.

Soltó un suspiro cuando pasaron de largo, el profesor de inglés amenazando de nuevo con hablar con los padres del pelirrojo si éste no le entregaba la tarea atrasada a lo largo de la semana. Sus miradas no se volvieron a cruzar, Law permaneciendo en el sitio, viendo cómo ambos desaparecían por el pasillo.

TeensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora