Eustass Kid dio otro bocado al polo y sintió cómo el frío descendía por su garganta. El sabor azucarado no era lo suyo, pero como el helado era todo hielo, no tenía inconveniente. Además, era lo mejor para aplacar la primera ola de calor del verano –y eso que estaban en la tercera semana de junio.
El joven estaba en el jardín trasero de su casa, remojándose tranquilamente en la minúscula piscina de plástico que tenía. Era redonda y de color azul, y Kid había crecido tanto que su cuerpo sobresalía por todas partes. Por lo menos, las pelotas las mantenía al frío. Como su piel era blanca como la nieve, había plantado una sombrilla que le tapase el sol porque si no todo él, además de su cabello, sería rojo como un cangrejo.
Hacía una semana que había acabado el instituto y, aunque tenía que recuperar dos asignaturas para septiembre, aún no pensaba ponerse a estudiar –ni muerto. Su madre le insistía bastante, pero Kid había decidido tomarse una semana –o cuatro– sabáticas. Se pasaba los días en bañador tirado en la pequeña piscina de plástico, y la verdad es que no necesitaba nada más.
–¡Me voy a trabajar! –le gritó su madre por la ventana de la cocina, que daba al jardín–. ¡No te quedes ahí toda la tarde y mueve ese culo, so vago!
–Sí, mamá –el chico suspiró, cansado de escuchar la misma monserga una y otra vez–. Que vaya bien en el súper.
–Me dijo tu padre que en el taller donde le reparan el camión están buscando becarios –la mujer siguió presionando, a sabiendas que su hijo se iba a pegar toda la tarde con el culo en el agua–. Podrías ir y preguntar.
–Mamá, no voy a ir a trabajar en un taller como un puto becario –el pelirrojo se quejó, mordiendo el último trozo de polo antes de que se derritiese–. Además, aún me queda un año para acabar mis estudios. Nadie me va a contratar.
–¡Eustass Kid! –la madre, harta del carácter de su hijo, explotó–. O te pones a estudiar de una santa vez, o te pones a trabajar para colaborar en la economía familiar –por el tono de voz, Kid sabía que su madre iba totalmente en serio. Le había llamado por su nombre completo–. Pero no vas a estar todo el verano tocándote los huevos en la piscina, ¿¡queda claro!?
El chico iba a replicar, pero su madre le lanzó una mirada asesina que no admitía queja alguna. Satisfecha con su actuación, se recolocó el uniforme del trabajo y se marchó, dejando a su hijo más que amargado.
*
Trafalgar Law abrió la pequeña maleta y empezó a desempaquetar sus cosas. Desde el verano anterior, no había estado en su cuarto de la residencia de la playa. Doflamingo había adquirido una segunda residencia en la playa muchos años atrás y, desde que sus padres murieron, Law y él iban todos los veranos.
A Trafalgar no le gustaba mucho, pero su tío se había cogido una semana de vacaciones y él no podía quedarse en la ciudad. Además, el rubio ya le había avisado que irían todos los fines de semana. El moreno sabía que su tío tenía un amante aquí, y por eso aprovechaba todo el tiempo libre que le dejaba el trabajo para viajar a la playa –ya que él tampoco soportaba el calor.
Sin embargo, el chico reconocía que la casa de la playa no estaba nada mal. No era tan grande como la mansión de la ciudad –porque era una verdadera mansión–, pero contaba con un enorme jardín lleno de árboles frutales y flores, una piscina de tamaño considerable, y lujos varios como un jacuzzi en la terraza –que sólo Doflamingo estaba autorizado a usar.
El rubio ganaba mucho dinero con sus negocios –Law aún no estaba seguro del todo en cuántos asuntos metía su tío las manos–, y disfrutaba llevando una vida ostentosa. Ropa cara, coches de primeras marcas y mansiones. Law recibía las sobras, y desde luego que no iba a quejarse.
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Teens
FanfictionEustass Kid es un adolescente de 17 años que está locamente enamorado de Trafalgar Law, un compañero de instituto que, para su desgracia, no le hace caso. Con la ayuda de su mejor amigo, Killer, espera hacerse con el corazón de Trafalgar antes de qu...