Capítulo XXVI

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Eustass Kid se estaba muriendo de los nervios. Sentado en un banco, estaba a punto de levantarse y comenzar a dar vueltas como un perro atado con una correa. ¿Por qué? Porque iba a quedar con Trafalgar Law. Los dos solos. Y, aunque ninguno de los dos había dicho específicamente que aquello fuese una cita, a Kid se lo parecía mucho.

UNA CITA CON TRAFALGAR LAW.

El pelirrojo aún no se creía cómo había conseguido tal hazaña.

Habían pasado casi dos meses desde el incidente en el patio y la consiguiente declaración, y su relación con Trafalgar había dado un giro de 180 grados. Después de que Law explotase y le pegase un puñetazo, Kid pudo comprender los sentimientos del chico y empatizar con él. Pudo ver todo el daño que le había causado, lo mal que había actuado. Y, por supuesto, enmendó su conducta y comenzó a tratarle como se merecía.

Cuando se cruzaban por los pasillos del instituto, se saludaban cordialmente e incluso a veces llegaban a mantener una breve conversación. Por supuesto, había muchas miradas indiscretas y vergonzosas, tímidas sonrisas y un mínimo contacto físico que dejaba entrever las intenciones de los dos para con el otro.

Pero, en la intimidad de sus respectivos cuartos, la cosa cambiaba. Cuando estaban a solas y se sentían protegidos por la pantalla del móvil, los chicos se mensajeaban a menudo y charlaban de forma casual –casi como si fuesen amigos. No solían tener mucho en común, pero, en cierto sentido, intentaban amoldarse al otro y congeniar.

Y era evidente que congeniaban –entre ellos había más que química.

Era finales de diciembre, y las vacaciones de Navidad estaban próximas a su fin. Hacía bastante frío, estaban en pleno invierno y el día anterior había caído una copiosa nevada. Las máquinas quitanieves habían apartado la nieve de las calles y las aceras, pero en los parques seguía quedando bastante –donde grandes y pequeños jugaban a hacer muñecos de nieve o batallas de bolas.

Eustass se había devanado los sesos pensando en una primera cita para Law. Podían estar paseando por la calle, pero hacía demasiado frío y en algún momento tendrían que ponerse a refugio. Y, paseando, Kid no podría lucirse delante del moreno –que era lo que realmente quería hacer para impresionarle. Así que al final acordaron pasar la tarde en el centro comercial. Primero, visitarían los recreativos –por si podía conseguir algún regalo para Law–, y después irían a la bolera.

Al pelirrojo le parecía un plan bastante decente para una cita, y en los recreativos y jugando a los bolos podrían tener algunos momentos de intimidad, pero eso no impedía que no estuviese más nervioso que un pavo el Día de Acción de Gracias. Además, Trafalgar llegaba cinco minutos tarde y Kid no quería pensar en que le hubiese dado plantón.

Estaba sentado en un banco próximo al instituto –habían acordado ir juntos al centro comercial desde allí. Llevaba puesta su bomber militar encima de un jersey negro, unos vaqueros con algún roto por la rodilla –que hacía que el frío se colase por dentro– y las zapatillas más limpias que había encontrado por casa –Killer le había insistido en que no se pusiese sus botas negras, ya que a Trafalgar no le gustaban mucho. En la cabeza, una bandana granate que le sujetaba el cabello y le calentaba las orejas.

«Se me están congelando hasta las pelotas... Joder, Trafalgar, ¿dónde coño estás? No está bien llegar tarde a tu primera cita con alguien».

Pero, Law no había llegado tarde –de hecho, llevaba esperando diez minutos antes de la hora acordada. Kid no le había visto porque... Se había escondido en un portal para ver llegar al otro. Se había informado en blogs y revistas sobre qué hacer en una primera cita, y en todos lados afirmaban que había que hacer esperar al chico unos minutos.

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