Capítulo XX

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Eustass Kid jugaba con un bolígrafo entre sus dedos, haciendo virguerías con él. Apenas llevaban medio mes de clase y ya le habían expulsado de una. Pero no había sido culpa suya. La clase de sintaxis era aburridísima, y si el profesor no era capaz de hacerla entretenida, Kid pasaba el rato incordiando a sus compañeros. Hasta que el profesor se cansaba y lo sacaba al pasillo.

Así que ahí estaba, sentado en el suelo del pasillo con la espalda apoyada en la pared, intentando no aburrirse con un bolígrafo. De vez en cuando, le llegaba algún mensaje al móvil de Killer, pero últimamente se habían distanciado un poco. Kid lo notaba, no era estúpido. Killer era su mejor amigo, prácticamente como un hermano de distinta madre, y no podía pasar por alto algo así.

Y todo por la estúpida disculpa a Trafalgar Law.

Eustass no quería pensar en ello. No le gustaba devanarse los sesos por nada, mucho menos por alguien. Había pensado tantísimo en Law que se había cansado de hacerlo. ¿Para qué? Estaba claro que nunca tendría una oportunidad con él. Daba igual las veces que lo intentase, Trafalgar siempre acabaría rechazándole.

En casa, su madre le preguntaba alguna vez, pero Kid se cerraba en banda y no soltaba prenda. Su madre era demasiado pesada, más que una vaca en brazos, y no soportaba cuando lo freía a preguntas como si fuese una agente de la KGB. Además, a Kid se le hacía bola hablar de sus sentimientos. ¿Qué coño era eso? Él no tenía sentimientos –creía unas cosas y ya.

Como por arte de magia, Trafalgar Law apareció por el pasillo. Se llevó un sobresalto cuando se encontró a Kid allí, sentado en el suelo como los indios con un bolígrafo en la mano. Sus pasos se atrancaron cuando el pelirrojo alzó la vista para ver quién se acercaba. Y el tiempo se detuvo. Los chicos se miraron, sorprendidos de ver al otro de repente. Kid dejó de jugar con el bolígrafo, y Law se paró en seco delante de la puerta de clase.

Trafalgar Law estaba en clase de Literatura cuando su profesora le pidió que fuese a la clase de al lado a por unos informes. Se habían traspapelado y habían acabado en posesión de otro profesor. Law no tenía muchas ganas de hacer de recadero, pero era un estudiante modelo y no sabía decir que no –los halagos que luego recibía por ello le encantaban. La profesora le había indicado el aula y Trafalgar se puso en camino. Por nada del mundo había pensado que sería la clase de Kid.

Law se preparó para cualquier cosa que Eustass le pudiese decir. Nunca le contestaba, Law se ponía demasiado nervioso y no le salían las palabras, así que Kid siempre se iba de rositas. Pero el moreno nunca bajaba la guardia, atento a lo que el otro pudiera hacer o decir. Normalmente, Law agachaba la cabeza y salía de allí rápidamente.

Pero, esta vez, Kid no le dijo nada. El pelirrojo le miró un buen rato y, cuando creyó conveniente, le apartó la cara y se puso a jugar con el bolígrafo otra vez. Law se quedó perplejo, asimilando el feo que Kid le acababa de hacer –como si él no fuese lo suficientemente interesante. El moreno tragó saliva y entró en la clase, llamando a la puerta antes.

Intentó recomponerse cuando le pidió los informes al profesor, porque parecía que había visto un fantasma. Era imposible que Kid hubiese pasado de él de esa forma y, sin embargo, lo había hecho. Y no era un hecho aislado, porque Kid llevaba ignorándole deliberadamente una semana entera –desde que se disculpó en los baños.

Y Law no sabía cómo sentirse al respecto.

Acostumbrado a sentir su mirada felina en los pasillos, esa mirada que le decía una y otra vez que le iba a devorar, a cualquier hora y en cualquier lugar... Acostumbrado a eso, ahora la echaba en falta. No sabía por qué, pero no le gustaba haber desaparecido para Kid. Él quería seguir siendo su centro de atención, quería seguir sintiéndose deseado.

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