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Entré corriendo al hospital, todo parecía ir tan lentamente, la gente que estaba ahí me miraba con confusión.

Si tan solo supieran que mi madre está aquí, no me verían de esa forma.

Como pude llegué a la recepción de urgencias y la misma señora estaba ahí, al verme me reconoció y por su rostro, pude ver como nada iba bien.

Las lágrimas amenazaban con salir sin parar, hasta que vi al doctor salir de su oficina, al verme no dudó en caminar hacia mí.

Mi cara demostraba terror y tristeza extrema, no podía perderla, no ahora.

-Olivia – dijo y sentí una lágrima caer por mi mejilla

-Dígame que ha sucedido – dije sintiendo un enorme nudo en mi garganta

-Ella tuvo una recaída y ahora – suspiró y me miró con tristeza – Se encuentra en una habitación, pero la tendremos que enviar a terapia intensiva

-Debo verla – dije pasando a su lado, pero su mano en mi brazo me detuvo y me hizo girar

-Ella está muy débil, por lo que debes ser cuidadosa

-Lo seré – dije y me soltó

-Habitación 301

Yo asentí y me apresuré a llegar a la habitación que me indicó, y al encontrarla entré.

Unos enfermeros salieron en cuanto abrí la puerta, por lo que al entrar ellos cerraron la puerta detrás de mí.

Me acerqué a la camilla en la cual se encontraba mi madre con su ropa de casa, la misma que traía cuando la dejé sola.

-Mamá... perdóname – dije sintiendo las lágrimas caer

-No fue tu culpa – dijo tomando mi mano y haciendo que me sentará junto a ella – Nunca fue tu culpa – dijo secando mis lágrimas con sus pulgares

-No debí dejarte

-Hija – tomó mi rostro entre sus manos – Estoy bien, solo fue una recaída, es normal

-No mamá – sollocé – No es normal – dije y ella suspiró

-Debes entender que las cosas pasan por algo – la miré – Pero eso no quita el hecho de que te amo con todo mi corazón

-Mamá...

-Eres tan hermosa – sonrió – Me enorgulleces tanto Olivia, y sé que Malory estaría tan orgullosa de tus logros y de bien que creciste, tanto físico como mentalmente – acarició mi cabello – Mi niña... estoy tan feliz por haber tenido unas niñas tan hermosas, y aunque una de ellas no pudo seguir con nosotras así, debes saber que ella siempre permanecerá en nuestros corazones – tocó mi pecho – Toda la gente que se va siempre permanece aquí – dijo tocando mi pecho – La gente nunca nos abandona por completo, porque por ellos seguimos como estamos ahora y eso debes tener muy en cuenta – sonrió y acarició mi cabello – Debes cumplir tus sueños conmigo o sin mí

-Yo te quiero a ti...

-La vida no siempre es justa – sonrió mientras una lágrima recorría su mejilla – Pero debemos aceptar el desafío que nos llega, debemos aceptar lo que el mundo nos depare – acarició mi mejilla – Mi Olivia... ¿quieres saber porque te puse ese nombre?

-Claro – dije asintiendo

-Hace muchos años tuve una hermana – sonrió nostálgica – mi hermana enfermó de cáncer, igual al mío – la miré – Es la razón por la que he enfermado yo, ella y yo siempre nos llevamos muy bien, y siempre nuestros padres nos llamaban la atención por las travesuras que hacíamos a diario – rio un poco lo que me hizo reír a mí – Desgraciadamente su enfermedad creció tan rápido que sin pensarlo, ella había caído en cama, pero seguía teniendo esa brillante sonrisa y esos ojos que cautivaban a todos – otra lágrima recorrió su mejilla – Antes de morir hicimos una promesa, le dije que mi hija se llamaría como ella, en honor a la mejor persona que pudo existir en el mundo

-Ella...

-Si – asintió – Su nombre era Olivia – sonrió – Y tu eres la viva imagen de mi hermana, mi hermana que murió luchando y siempre tuvo esa cautivadora sonrisa en su rostro hasta el final – acarició mi mejilla – Ella siempre deseó cumplir sus sueños y yo me encargué de que eso sucediese

-Te quiero mucho, mamá – dije y la abracé

-Yo te quiero más mi hermosa niña – dijo abrazándome – Escúchame bien – se separó un poco y me miró – Quiero que cumplas cada uno de tus sueños con alegría y amor – sonrió – Quiero que todo lo hagas con amor y dedicación, y que nada, ¿me escuchas?, nada te detenga – tomó mi rostro entre sus manos – Tu eres tan capaz de lograr todo lo que te propongas y esté donde esté, siempre seguiré tus pasos y te acompañaré para toda la vida

Yo no dije nada, tan solo volví a abrazarla mientras las lágrimas salían sin parar, esto parecía más una despedida y eso me mataba, realmente lo hacía.

-Ahora cuéntame – me separé y la ayudé a acomodarse bien en la camilla - ¿Cómo despidieron a Jess?

-Lanzamos unos globos flotantes, como las películas y dejamos ir un mensaje en una botella – sonreí un poco

-Eso es lindo – dijo tomando mi mano – Muy lindo...

De pronto la noté algo extraña, comenzó a desesperarse sin parar, tan solo movía sus manos quitándose el tubo del oxígeno que tenía en su nariz.

Con desesperación se tocó su rostro sin parar y de pronto bajó su mano y ejerció presión en la mía, su pecho comenzó a moverse sin parar y de su boca salía algo espumoso.

Estaba teniendo un infarto.

Una parte de mi quería salir corriendo, pero la otra no podía hacer nada, y al parecer iba ganando esa última parte, hasta que un enfermero entró a la habitación, y al ver la situación salió corriendo, por lo que supuse, para buscar ayuda.

Y así fue, algunos enfermeros entraron y yo solo me alejé un poco.

Comenzaron a traer su equipo médico y trataban de tranquilizarla, una de las enfermeras se encontraba en la parte trasera acomodando el rostro de mi madre.

Un enfermero volteó a verme y cerró una cortina que me separaba de mi madre.

Yo me acerqué a la cortina e iba a tocarla con mi mano, pero me detuve en el momento que iba a rozarla.

Retrocedí y salí de la habitación.

Comencé a correr por los pasillos sintiendo esa presión en mi pecho.

Esto era demasiado para mí.

Pasé a un lado del doctor que conversaba con la recepcionista, y al verme tan solo gritó mi nombre

-¡Olivia!

Sentí tan lejana su voz, y así era al alejarme cada vez más de ese lugar.

Atravesé las puertas y al estar fuera del hospital, me tiré al suelo y con mis manos agarré mi cabello y lloré sin parar.

Sentí como el lugar se hacía cada vez más pequeño, sentía como me ahogaba con mis propias lágrimas, con mi propio dolor.

Quería gritar, quería desahogarme, quería intentarlo todo para sentirme mejor.

Pero nada salía de mí.

No podía controlarme, estaba tan alterada que me costaba mucho el respirar, el sentirme mejor.

Mi madre estaba muriendo de verdad.

Mi madre se estaba yendo y ahora yo quedaría sola.

Esto no debería suceder, era muy joven para soportar esto.

Definitivamente era demasiado para mí.

No podía aguantar más.

Hasta que por fin sucedió.

Puse mis manos en mi suelo y con todas mis fuerzas...

Grité.



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[EDITANDO] 3 HISTORIAS - [COMPLETA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora