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Los días pasaban y una notificación llegó a mi celular, al parecer se trataba de un tiroteo que hubo en la ciudad en la cual hubo violaciones y al parecer, asesinatos hacia algunas mujeres.

La ciudad que conocíamos dejó de ser la misma hace unos meses, por lo que era peligroso el salir, por eso Nicholas se preocupaba por mí a cada rato, pero yo tenía siempre la suerte de nunca pasarme nada malo, aunque no siempre sería así.

Y eso me sucedía ahora, me encontraba sola en la parada del camión y este no llegaba, de nuevo.

No sabía si se trataba del peligro que podía haber en las noches, pero últimamente ya no pasaban camiones a esta hora.

Desde aquella noche lluviosa.

Vi a lo lejos unos hombres que caminaban tan tranquilamente, lo que me preocupó un poco ya que me encontraba sola, sin pila en mi celular y sin nada que pudiera defenderme.

No podía regresar a la tienda porque sería tan sospechoso y los hombres tendrían mayor facilidad para atraparme ya que venían de ese lugar.

Comencé a ponerme nerviosa al notar que Nicholas no se veía cerca, por lo que me escondí un poco en la parada del camión, esperando que ellos no me vieran, pero fue inútil ya que ellos me señalaron y las risas las escuché tan intensas.

Vi cómo ellos comenzaban a acercarse mientras tiraban algunos piropos hacia mí, como si fuese lo más normal del mundo.

Me di cuenta de que no tenía a donde ir, no podía correr a ningún lugar porque no conocía nada más que esta parada y la tienda, además de que era muy de noche.

Hoy tuve que cerrar un poco más tarde ya que llegó suficiente gente para eso.

Los tipos llegaron hasta mí y me miraron deseosos.

Pero yo me alejé, por lo que quedé acorralada.

-¿Qué hace una chica tan hermosa por aquí? – dijo uno relamiéndose los labios, lo que daba asco.

-Ven aquí, preciosa y sabrás lo que mis manos pueden hacerle a un cuerpo tan hermoso como el tuyo. – dijo otro mientras le daba una calada a su cigarro.

-Ellos te están hablando. – dijo otro mientras se acercaba a mí. – ¿O acaso eres muda, pequeña zorra?

-Aléjense de mí. – murmuré con miedo, a lo que ellos rieron.

-La zorrita no quiere hacernos caso chicos. – dijo otro de ellos. – Yo opino que la castiguemos.

Ellos asintieron y uno de ellos acercó su cigarrillo a mi brazo, así quemándome con él, lo que me hizo gritar un poco y soltar algunas lágrimas que se encontraban encondidas.

Después otro de ellos me quemó con su otro cigarro, lo que me dolió hasta el alma hasta que otro sacó una navaja de su chaqueta.

Mi mirada demostraba miedo, lo que parecía encantarles a ellos, así que la acercó a mi y me hizo un corte en la pierna, lo que me hizo caer al suelo.

Lo peor fue cuando comenzó la lluvia, lo que pareció divertirles más.

Aunque lo que colmó el vaso fue ver a uno de ellos desabrocharse el pantalón, lo que me hizo quedarme helada por lo que estaba a punto de ocurrir hasta que mi salvación llegó.

Un auto se detuvo justo cuando el hombre desabrochó completamente el pantalón.

Un chico desconocido para mí, ya que la oscuridad no me dejaba ver más, se acercó y con tanta facilidad tomó del cuello a uno y lo lanzó lejos de mí, para luego irse contra otro y con tanta agilidad, esquivar los golpes como si fuese experto en eso.

El chico con la navaja quiso atacarlo con esta, pero mi salvador fue más listo que volvió a esquivar sus ataques para al final, golpearlo con sus puños y lanzarlo lejos, dejando por último a uno que me quemó con el cigarro, lanzándolo lejos como sus amigos.

Finalmente se acercó a mí y pude verlo con mayor claridad, se trataba de Charles, el cual me tomó entre sus brazos y me subió a lo que parecía ser su auto.

Él se alejó de los tipos que se encontraban adoloridos en el suelo y condujo con algo de molestia.

-Debería regresar y matarlos. – dijo Charles con furia en sus palabras.

-Gracias... – murmuré con un hilo de voz y él me miró.

-¿Te hicieron daño?

-Yo...

-Tessa, dime.

-Me hicieron un corte en la pierna y... me quemaron con sus cigarros. – dije sintiendo las lagrimas recorrer mis mejillas, las cuales se perdían con las gotas de la lluvia que habían mojado mi cabello.

-Maldita sea. – dijo golpeando el volante mientras conducía.

-Estoy bien...

-No lo estás. – dijo llegando a una linda casa algo rústica pero enorme.

Él se bajó y abrió mi puerta para ayudarme a bajar.

Me guio hacia la casa, en la cual entramos y tomó mi mano, para llevarme a lo que parecía ser su habitación.

-No te preocupes, mis padres salieron y regresan hasta diciembre. – dijo sentándome en su cama. – Ya regreso.

Él salió de la habitación por unos segundos para luego entrar con lo que parecía ser un botiquín de primeros auxilios.

Se inclinó frente a mí y me miró, pidiéndome autorización para poder curar la herida de mi pierna, por lo que asentí y él comenzó el proceso que dolía tanto, pero era necesario.

-Podías solo... – hice una mueca de dolor. – Llevarme a casa...

-No, no puedo dejarte así. – dijo limpiando mi herida. – Te quedarás en mi casa, te prestaré algo de ropa y mañana te llevaré a tu casa.

-Pero...

-No sigas. – dijo interrumpiéndome. – Listo... – dijo terminándome de vendar la herida. – Ahora necesito ver las otras heridas.

Yo asentí y le mostré mis brazos quemados por los cigarrillos, por lo que él trató de limpiar un poco la herida y me puso una pomada que ayudaría a bajar un poco el dolor.

Al terminar me dio algo de ropa y me indicó donde se encontraba el baño para poder darme una ducha.

Cuando terminé él tenía lista la cama para mí, lo que no podía aceptar.

-Puedo dormir en el sofá. – dije y él negó con la cabeza.

-Tu duerme aquí, yo dormiré en la habitación de mis padres.

Yo asentí para no comenzar una discusión y me acosté en la cama.

Charles me arropó con las cobijas y al finalizar, apagó las luces para que pudiese descansar mejor.

-Buenas noches. – dijo saliendo de la habitación.

-Buenas noches. – murmuré antes de caer en un profundo sueño.



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[EDITANDO] 3 HISTORIAS - [COMPLETA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora