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Las palabras de Camila me dejaron pensando tanto.

Es decir, quizá si había tenido relaciones con él y fue lo más lindo, pero era extraño, porque los chicos no tendrían sexo de forma, linda, y menos sin la chica está ebria.

Y, además, él no sabía que yo era virgen.

A menos que me conociera tanto como dice, lo que sería extraño y acertado.

El mesero nos trajo dos hamburguesas y comenzamos a comer.

—Es decir, si una chica voltea a ver a tu hombre. – dijo Camila, mascando su comida mientras hablaba. – Es obvio que le atrae.
—Entonces a Cristine le atrae él. – dije y ella negó con la cabeza.
—En el caso de ella, solo es por molestar. – rodó los ojos. – Es mi némesis.
—¿Cómo comenzó el odio?
—Hace años ella y yo competíamos en el baile de graduación. – suspiró, tomando su vaso con su bebida. – Yo quedé como reina y ahora me odia por eso. – se encogió de hombros, mientras tomaba un sorbo de su deliciosa bebida. – Y encuentra la manera de... arruinar mi vida.
—Y lo hace con chicos. – ella asintió y yo reí un poco. – Es patético.
—¡Lo sé! – bufó. – Oh, mierda.
—¿Qué sucede? – la miré, confundida.
—La perra está pidiendo su "dulce ensalada". – dijo, haciendo su voz aguda en la última frase, lo que me hizo reír.

Yo me giré y efectivamente, Cristine se encontraba comprando una gran ensalada, ella volteó y alzó la ceja al vernos sentadas.

Al tener su orden, no dudó en caminar hacia nosotras con una sonrisa tan hipócrita.

—Hola queridas amigas. – dijo ella, cruzándose de brazos.
—Creo que te equivocaste de lugar. – dijo Camila y ella la miró. – El hotel para perros está a la vuelta de la calle.
—¿Sabes?, Erick besa tan bien. – dijo Cristine y Camila apretó su mandíbula.
—Linda... ensalada. – dije y su atención se volvió a mí.
—Escuché que ahora sales con Alex. – dijo ella y yo me tensé. – Da el mejor sexo del mundo.
—Es bueno escucharlo. – dije, rodando los ojos.
—¿Ya se acostaron? – preguntó ella.
—Eso no te incumbe. – dije y sonrió.
—Bien. – se alejó. – Adiós chicas.
—Es una perra. – dijo Camila, al ver que Cristine había salido del local.
—Ya lo creo. – suspiré.
—Le hubieras presumido que te acostaste con Alex. – la miré, sorprendida.
—¿Qué parte de "no recuerdo lo que pasó" no entendiste?
—Me refiero a que... lo hubieras dicho, aunque no fuese cierto. – se encogió de hombros. – Ella no debe saberlo, solo así cerrarías su boca.
—Además... hay cosas que son mejor dejarlas en privado. – ella negó con la cabeza y yo me encogí de hombros.
—Yo habría gritado a los cuatro vientos que me acosté con alguien, pero bueno, allá tú que no quieres decirlo.
—Olvídalo... – dije y ella me miró. – Cambiemos de tema, esto me incomoda un poco.
—Bien. – asintió y siguió comiendo.

Después de terminar nuestra deliciosa comida, nos montamos en su auto y recorrimos la ciudad con la música a todo volumen.

La ciudad era realmente linda, la verdad, fue una muy buena decisión el mudarnos a este lugar, así se podría apreciar lo perfecto que existe en este lugar.

Con Camila decidimos recorrer las tiendas hasta quedar agotadas y que la noche caiga sobre nosotras.

Y sin siquiera notarlo, ya nos encontrábamos fuera de mi casa.

—Gracias por apoyarme cuando más lo necesité. – dijo Camila, sonriendo.
—Ha sido un placer. – sonreí. – Siempre estaré aquí.

Me bajé del auto y ella se alejó hasta perderse en la oscuridad.

Me di la vuelta y caminé directo hacia la puerta, pero un ruido conocido me hizo detenerme.

Volteé y efectivamente, la motocicleta estaba frente a mi casa, y un Alex serio se encontraba bajándose de ella.

Se quitó su casco y lo lanzó hacia el césped recién cortado.

Caminó tan decidido hacia mí y sin poder reaccionar.

Él me besó.



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[EDITANDO] 3 HISTORIAS - [COMPLETA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora