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Terminamos de comer una deliciosa pizza y Alex pagó por ella.

Él y su afán de querer comprar todo.

La noche estaba llegando y me llevó a una linda tienda de vestidos.

—Por milésima vez, no me comprarás un vestido. – dije, negándome a entrar a esa tienda.
—¿Quieres que Samantha se vea mejor que tú? – yo negué con la cabeza, algo triste. – Entonces entra.

Asentí y entré sintiendo los pasos de Alex detrás de mí.

Me comencé a probar algunos vestidos que, según Alex, me quedaban divinos, pero yo sabía que no era verdad, nunca he sido fan de los vestidos y esta no sería la excepción.

Desde que mi madre se marchó, mi gusto había cambiado.

Ella siempre quería que usara vestidos y lo aceptaba, me gustaba en realidad, pero, al irse, todo empeoró.

Los vestidos me recordaban tanto a ella porque, ella los amaba.

—Vamos. – la voz de Alex me sacó de mis pensamientos. – Has estado por más de 5 minutos en ese probador, necesito verte.
—Ya voy. – dije suspirando, mientras me miraba por última vez en el espejo para luego salir.
—Wow... – dijo, alzando una ceja. – Raenda, me has sorprendido.
—¿Te gusta? – lo miré, nerviosa.
—¿Qué si me gusta? – dijo, poniendo sus manos en mis hombros. – ¡Me ha encantado! – miré a la chica que nos ayudaba en esta tienda, la cual miraba a Alex con ternura y deseo. – Con ese vestido si me arriesgo a tener sexo contigo. – lo miré sorprendida, a lo que él rio un poco. – Ahora solo faltan unos tacones y listo.
—Bien. – dije y me di la vuelta para luego cambiar mi atuendo por el que anteriormente tenía.

Al salir, él tomó el vestido y fue directo a pagar a la caja.

Una mano en mi hombro me hizo voltear, era la misma chica que anteriormente nos ayudaba.

—Tu novio es un encanto. – dijo sonriente. – Y muy apuesto.
—¿Gracias? – dije, con voz dudosa.
—Si tú no te quedas con él, estaré disponible porque, realmente me interesa.
—Yo te aviso. – dije sonriendo falsamente, a lo que ella sonrió aún más y se alejó.

Volteé a mi lado y Alex llegaba a mí con una sonrisa de lado.

—¿Todo listo? – le pregunté y él asintió, salimos caminando por todo el centro comercial hasta que decidí hablar. – ¿Sabías que tienes una admiradora más? – lo miré y él volteó a verme alzando una ceja.
—De casualidad, ¿esa admiradora eres tú? – yo reí y negué con la cabeza.
—Ya quisieras. – mordí mi labio para evitar reír de nuevo.
—Eso me ofende. – puso su mano en su pecho mientras me miraba.
—Me alegra ofenderte. – reí y él tan solo sonrió.

Llegamos a una linda tienda de zapatos, entramos e inmediatamente me llevó a unos estantes en donde se encontraban unos lindos tacones negros y altos.

—Me fracturaré un pie. – dije al ver la altura de estos.
—Nada te sucederá conmigo. – dijo y lo miré. – Debes usarlos.

Yo asentí y me los medí, mágicamente me quedaban a la perfección, por lo que no tardamos nada en esa tienda, inmediatamente Alex los compró y ambos seguimos caminando por todo el centro comercial.

—Creo que esta es de las mejores citas. – dijo él, mientras comía de su helado.
—¿Entonces si es una cita? – lo miré sorprendida.
—Olvídalo. – dijo rodando los ojos y tirando su helado.
—Espera. – dije, pero era demasiado tarde, ya se había alejado de mí, por lo que di un gran suspiro y tiré mi helado, algo molesta.

Siempre arruinaba los momentos como estos, aunque él también tenía la culpa por ser tan... difícil y bipolar.

Lo seguí hasta el estacionamiento, en donde me esperaba en su moto.

Me subí detrás y me puse el nuevo casco que me compró mientras él subía su chaqueta para que, de nuevo, pudiese abrazar su cintura.

Partimos hacia mi casa para poder vestirme bien, ya que debíamos ir a dichoso club en el cual se encontraba la malvada Samantha.

Al llegar, ambos nos bajamos y entramos por la puerta para ir directo a mi habitación.

—Veo que has podido subir como gente civilizada. – dije y él rodó los ojos con cierta molestia. – Mira, no deberías actuar de esta manera. – él me miró y yo me crucé de brazos. – No debes ofenderte por simples palabras. – suspiré y me senté en mi cama. – Tu no conoces mi humor ni yo el tuyo.
—Vaya... – murmuró y yo volví a suspirar.
—¿Te quedarás ahí de pie o me dirás lo linda que me vea arreglada con ese hermoso vestido y esos mortales tacones? – alcé la ceja y él sonrió un poco.
—Creo que me quedo con la segunda opción. – se sentó a mi lado.
—Bien, ya regreso. – él asintió e inmediatamente me adentré a mi baño para poder arreglarme.

Utilicé maquillaje que Camila me había obsequiado y gracias a unos tutoriales que encontré en internet, quedé lista para poder ir de fiesta.

Aunque era temprano, el club se encontraba abierto, lo que daba la oportunidad de divertirnos de buena manera.

Terminé de alistarme y salí a mi habitación para mostrarle el resultado a Alex, el cual tan solo sonrió y me hizo una seña con su cabeza para que nos vayamos.

Nos subimos a la moto, lo que era incomodo por el vestido tan pegado que traía puesto, pero eso no impedía que me acercara más a Alex para que este no se subiera más allá de mis muslos.

La sonrisa de Alex se asomó en su rostro, sabía que disfrutaba este momento porque me encontraba más cerca de él.

Él se puso su casco y partimos al lindo club, que por fuera consistía en un gran local iluminado, y sé que de noche se vería aún más que ahora.

Nos bajamos e inmediatamente me acomodé mi vestido, algo incomoda.

—No creo que esto funcione. – dije, mirándolo nerviosa.
—Te ves increíble. – dijo Alex y yo sonreí.

Tomó mi mano y me hizo entrar al dichoso club lleno de gente que bailaba, las luces me cegaban un poco y de no ser por la mano de Alex que me unía a él, estaría perdida.

Pasamos entre la gente hasta llegar a la barra, Alex pidió unas bebidas mientras yo admiraba el gran lugar.

Él me pasó una bebida de color azul, muy linda.

—Procura no beber tan... – se quedó en silencio al ver como casi me terminaba la bebida por la exagerada sed que tenía. – Rápido...
—Estaba deliciosa. – dije y él rió mientras bebía un sorbo de la suya. – Oh no... – dije al ver una escena que no me agradaba del todo.
—¿Qué sucede? – me miró confundido y yo señalé con mi cabeza a la persona que venía. – Trata de no hacer el ridículo si quieres verte mejor que ella.
—Lo intentaré. – dije, nerviosa.
—Vaya, Vaya. – dijo Samantha, llegando a mi lado. – La querida Raenda en una fiesta. – se giró hacia sus amigas, las cuales rieron. – Debe ser el fin del mundo.
—Pues me encuentro con mi novio. – dije y ella se quedó en silencio mientras me acercaba a Alex. – ¿Y el tuyo donde se encuentra?
—Él... él está... – se quedó callada y se cruzó de brazos. – Eso no te importa.
—Bien. – dije, tomando la mano de Alex. – Bailemos, cariño.
—Claro. – dijo Alex, dejando su vaso en la barra y caminando detrás de mí al centro de la pista.

Comencé a bailar frente a él, sintiendo como el alcohol me mareaba un poco más, el calor comenzaba a apoderarse de mi cuerpo mientras más me movía.

Sentí las manos de Alex en mi cadera que me giraron y me acercaron a él.

Nuestros rostros se rozaban y nuestras miradas se conectaron al instante.

Podía sentir el calor de su aliento, el alcohol lo podía saborear con mis fosas nasales.

Y sin poder controlar mis hormonas, decidí acercarme más a él, uniendo nuestros labios en un apasionado y largo beso.



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[EDITANDO] 3 HISTORIAS - [COMPLETA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora