11. Cinco numeros y una cafetería

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Había pasado una semana desde que pasó lo de la fiesta.

Y yo aún no lograba realizar nada de la lista.

Vesper y yo estábamos iguales, ninguna de las dos había completado nada. Así que decidimos aliarnos por un periodo corto.

Acordamos juntarnos en el café de Lou, está vez si o si lograría completar este reto.

La tienda de música estaba al frente del "café de Lou"

— ¿Qué dices de él? —Señaló a un chico corpulento que estaba comiendo.

—Se ve muy ocupado comiendo.— Dije , excusandome.

— ¿Qué me dices de él? — Apuntó a un chico que estaba sentado con una chica.

—Ella debe ser su novia, sería feo que le preguntará por su número. —Vesper comenzaba a aburrirse de mi pesimismo. Y yo empezaba arrepentirme de este reto de la lista.

Como yo no era capaz de atreverme a realizar una simple pregunta , Vesper terminó dejándome sola en la mesa , en tanto, ella se disponía a pedir los números de los clientes del local.

Mientras que yo tardé un buen tiempo en atreverme a preguntarle alguien su número. Fue entonces cuando vi el entrar al lugar un chico de lentes que estaba sola y parecía timido.

Lo primero que se me pasó por la mente fue que este chico era mi oportunidad.

Me lancé a la vida y decidí preguntarle, después de todo era una simple pregunta, si decía que si bien, y si no, pues... supongo que tendría que apegarme al plan B, correr tan rápido como Forest Gump.

— ¿Me darías tu número? — Le pregunté al chico.— Es... para un reto, pero te prometo que no te llamaré.

El pobre chico me miró extrañado, seguro que por su mente pensó: " Esta chica está más chiflada que los locos del manicomio"

Dudó un momento si dármelo o no, pero al final acepto. Después de todo nadie se resiste a los encantos de Camile Laveau.

Le tomé una foto de cómo guardaba su número en mi teléfono y listo.

Primer número, listo.

Los siguientes números me los dieron un grupo de amigos que pasaban por ahí.
Eso sí, me los dieron con la condición de que los llamara un día de estos.

Ilusos, no llamaba ni a mí abuela, menos los iba a llamar a ellos.

Ya sólo me quedaba un número y terminaba el reto.

Fui a sentarme en la mesa junto a Ves. Ella ya había terminado, para Vesper era demasiado fácil, sólo se acercaba a las personas y les preguntaba.

Fueron hombre o mujer, para Vesper no era nada imposible.

—Debo decir que me has impresionado, nunca pensé que te atreverías a hacer esto. — Soltó Ves mientras bebía de su malteada y me sentaba frente a ella.

— Todavía me falta uno. — Dije exhausta. Fue difícil encontrar chicos que redondearan mi edad.

— Llevamos casi tres horas aquí, si no puedes pedirle un numero a un chico entonces hazlo con una chica.— Soltó ese comentario.

—N-no soy lesbiana.—Vesper puso los ojos en blanco ante mi respuesta

—Pídeselo al mesero de ahí. — Dijo apuntado con el pulgar hacia atrás.— Porque estoy empezando a aburrirme de todo esto.— Soltó astiada.

—Pero...

—Solo es un número Cam. — Soltó ella. Tenía razón, sólo era un número, si me lo daba, podría terminar con este reto y si no, sólo debía correr tan lejos como pudiera.

Me acerqué a la mesa de al fondo, el chico del que habla Ves estaba de espalda, por ende no lograba verlo bien.

Cuando por fin llegue al mostrador, lo primero que hice fue preguntarle sin rodeos.

— ¿Mi número? —Se giró. El mundo sí que era pequeño, o Dios estaba castigándome.

Pero de todos los lugares, de todos los cafés que existían, tenía que encontrarme con él.

—Quise decir la cuenta, si la cuenta. — Invente rápido una excusa.

Mitchell levantó una ceja. Era claro que me había escuchado.

—Yo escuché claramente que querías mi número. — Dijo con un tono divertido.

— Estás imaginando cosas porque yo no dije eso.

—Si quieres mi número con gusto te lo doy. — Rio.

— No gracias, no sé porque piensas que quiero tu número.

—Y... ¿qué haces aquí?

—Trabajo aquí. — Respondió mostrando su uniforme, ante lo obvio que era.

-Okay... bueno yo... tengo que irme, así que... linda charla, pero adiós.

Salí corriendo a esconderme en la mesa donde estaba Ves.

— ¿Y? — Preguntó Ves.

— Dijo que no. — Respondí.

Ves me miró con duda, seguro sospechaba que le había mentido.

—No te creo. — Afirmó.

Iba a inventarme una excusa, pero justo en ese momento llegó Mitchell con la cuenta.
Había olvidado esa mentira de pedir la cuenta.

— ¿Desean pagar con débito o efectivo? — Pregunto Mitchell mesero.

—Ella paga. — Soltó Ves. Yo me quedé indignada mirándola, ni siquiera había comida en este lugar y ¿debía pagar la cuenta?

Vesper no conocía a Mitchell, sólo sabía de el por las historias que le había contado.

Sólo había visto a Augusto, dado que su familia siempre salía en televisión.

Lo único que esperaba era que el no dijera nada, si Vesper llegaba a enterarse de que el mesero es ése Mitchell del que tantas pestes hablé.

—Ah y de paso mi amiga quiere tu número. — Soltó Ves.

Me quería morir en ése momento. ¡Tierra te ordeno que me tragues ahora! ¡YA!

— ¡No! ¡No!- Grité sin darme cuenta. —No-noo es verdad lo que dice. —Tartamudee.

Miré a Ves, esperando que entendiera mi mensaje visual.

Lástima que me ignoró para ponerle atención a Mitchell.
Mitchell sólo se reía mientras sacaba su libreta de comanda y escribía algo que no podía ver bien.

— Cuando tú quieras me llamas. — Me guiñó el ojo, mientras me entregaba la hoja en la que estaba escribiendo.

Luego de eso siguió trabajando.

Al final logré completar el reto de los cinco números.
Tuve que pagar la malteada de Vesper, ya que no tenía dinero a mano, en realidad nunca lo tiene.

Pero en fin, todo salió mejor de lo que esperaba y lo mejor es que Vesper ni se dio cuenta de que habló con Mitchell.

¿Podría pedir algo mejor?

Yo creo que no.


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Cuando el amor sea para siempre ©| TERMINADA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora