15. ¿Dónde está mi ropa?

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— Déjenme ver si entiendo, el mesero de la cafetería es Mitchell ¿y es el mismo Mitchell del que siempre hablamos?— Todas asentimos con la cabeza, Vesper se acababa de entrar que el chico al que invitó, no era un mesero cualquiera. — ¿Y no se les ocurrió decirme antes?

— Creí que todos se conocían. —Contestó Biane. — Nunca pensé que serías tú la que lo invitaría. — Créeme Biane, somos dos.

—La etiqueta de su uniforme decía "Mitch" no pensé que su nombre real era Mitchell. — Se excusó Ves. — Que farsante más grande.

— A mí me da igual. — Contestó Beka. —Mitch o Mitchell es el mismo idiota de siempre. Todos lo son en realidad.

—Pienso lo mismo chica. —Soltó Biane.

Me sorprendió la actitud que tuvo al incluir a su hermano como un idiota. No digo que Augusto no lo fuera, estaba más que claro que era un idiota, pero era su hermano después de todo y no creo que es justo que su propia hermana lo señala de esa forma.

La conversación se alargó más de lo pensado y nos quedamos hablando por un buen rato. Pero no fue hasta que escuchamos unos silbidos a lo lejos cuando la conversación llegó a su fin.

— ¿Hay espacio para nosotros tres ahí chicas?— Grito Ross desde arriba.

Theo y Gus estaban junto a él. Se reían de la nada. Parecía que habían estado bebiendo por la forma en que se comportaban.

—Creo que están borrachos. — Susurró Biane. —Tal vez drogados.

— Vámonos. — Dijo Beka con seriedad.

Nadamos hasta la orilla y subimos hasta la parte de arriba del acantilado para buscar nuestra ropa.

Beka iba al frente, Como toda una mamá leona.

Mientras subíamos escuchamos un chapotazo de agua. Se estaban tirando al lago.

— ¿Y nuestra ropa?— Preguntó Biane. Sólo la ropa había desaparecido, la mochila de Biane aún seguía donde la había dejado.

—Nadando en el lago. — Soltó Vesper.

Rebeka se asomó al acantilado. — ¡Malditos!— Les gritó.

Theo, Ross y Augusto, jugaban con nuestra ropa. Riéndose sin parar.

— Si la quieres, ven aquí y salta Rebeka. — Se burló Ross.

Beka y Vesper les gritaron un centenar de groserías, que en mi opinión, preferiría no decirlas.

— ¡Idiotas un día de estos se las voy a cobrar! ¡Ya verán par de orangutanes!— Grito Rebeka furiosa.

—Cuando quieras. — Contestó Gus esta vez. — Eso sí, no olvides traer a Camile. Estoy seguro que tiene un par de cosas que decirme ¿no es así Camile?

Preferí no responder ante su comentario. De todas formas estaba fuera de sí, no tenía sentido armar una discusión por algo que ni siquiera iba a recordar por la mañana.

Rebeka me miró con seriedad un buen momento, pero lo dejó pasar. Después de eso sólo nos fuimos.

Llegamos a las carpas mojadas y semis desnudas. Papá estaba despierto, se veía molesto en cuanto nos vio.

Tuvimos que contarle todo lo que había pasado, papá estaba furioso con nosotras y con ellos. Pero sobre todo con nosotras por habernos escapado en mitad de la noche.

Mitchell tuvo que prender la fogata para secarnos. De lo contrario a este paso nos daría neumonía en cualquier momento.

Las cosas se calmaron después de una hora. Mientras nos calentábamos al fuego papá fue a buscar a esos tres para traerlos de vuelta.

Vesper, Biane y Beka estaban sentadas al otro lado de la fogata. Mientras que yo me calentaba del otro extremo. Se quedaron conversando al rededor del fuego. Sus risas eran tan fuertes que lograban escucharse por todo el lugar.

No quise sentarme con ellas, no podía, tenía la mente ocupada e hirviendo por lo que me había dicho Gus. Quizás fue una mala idea haberme guardado lo que tenía por decirle, pero no era el momento, ni el lugar para haberlo hecho.

— ¿Tienes frío aún?— Preguntó Mitch, mientras se sentaba a mí lado.

—No, ya entré en calor. —Contestó molesta.

— Sigo esperando tu llamada. — Soltó de la nada. ¿A que venía eso?

Me giré para responderle—Pues... sigue esperando porque no pienso llamarte. — Sonreí.

—Auch. — Fingió una apuñalada en el corazón. —Eso dolió Camile.

—Así que...una lista. —Odiaba las conversaciones para romper el hielo.

— ¿Espiando?— Pregunté divertida.

—Las escuché hablar, cuando todos dormían. — Respondió. — O al menos cuando la mayoría dormía.

Lo miré a los ojos. Cuando lo veía a él, sentía que volvía atrás, cuando todo era distinto, cuando no sabíamos de los peligros de la vida, cuando sólo éramos... nosotros.

¿Qué pasó Mitch? ¿Qué fue lo que te hicieron para haber quedado tan solo?

— ¿Qué te falta? —Pregunto sonriendo.

Solté un suspiro y comencé a contar lo que me faltaba. —Bucear, cantar en público, romper algo de valor, ir a una fiesta, emborracharme.

— Eso es mucho. —Soltó una carcajada. De repente se quedó en silencio. — ¿Por qué quieres ganar? —Pregunto despacio.

—Para no tener que lavar el auto del papá de Rome por un mes completo. —Conteste riendo.

— ¿Rome? —Me había olvidado que Mitch no sabía de Rome.

—Es mi... —Mejor amigo. Pero no podía decirle eso a alguien que alguna vez lo fue, es como si le dijera, " mira te presento a tu remplazo, es un candidato perfecto para ocupar tu lugar, descuida es más gracioso que tú, y adora completar listas de veranos con amigos". —Amigo, él es un amigo.

Mitch solo asintió con la cabeza, sin decir nada más del tema. El silencio volvió a invadir el ambiente, solo se escuchaban las carcajadas de las chicas.

Mitch se levantó y dijo. — Aún sigo esperando tu llamada. — ¿Ha que venía eso? ¿Por qué insistía tanto en que lo llamara ?— Si quieres completar tu lista, una llamada no estaría nada mal. —Y se fue a dormir sonriendo.

No entendía nada ¿Qué significaba eso de llamar? ¿Se sentirá sólo o algo así? Podría habérmelo dicho ahí mismo y... ¿por qué quiere ayudarme a completar la lista?

Pero lo que más me causaba duda era, ¿Seguimos siendo amigos después de todo este tiempo?

Era algo que no me podía quitar de la cabeza. Después de años de distancia, Mitchell vuelve a mí cómo si nada hubiera pasado.



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Cuando el amor sea para siempre ©| TERMINADA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora