Camile siempre creyó que un "para siempre" sería eterno.
Gus siempre ha estado herido y nunca ha logrado valorar a las personas que lo rodean.
Y... Mitch, bueno nadie sabe de él desde que ocurrió ése incidente.
Todo inició con una tragedia. Y ahora...
Los Shwitch vivían en la zona alta de la ciudad, su casa era realmente grande, su piscina fabulosa y ni hablar de su salsa de juegos, tenían una mesa para jugar póker, billar y ping-pong. Que al menos cuando yo iba de visita, no la usaban nunca.
Pero seamos realistas, los Shwitch no tendrían nada de esas cosas si no fuera por el señor Shwitch.
El señor y la señora Shwitch estaban separados desde hace muchos años. Y a él no se le veía mucho que digamos, no se le veía nunca en realidad. Se la pasaba trabajando todo el tiempo, saltaba de un país a otro, cómo si fuera trampolín.
Nunca lo conocí, Augusto tampoco hablaba mucho de él.
Al parecer en la familia tienen problemas con el señor Shwitch, dado que ni siquiera se presentó al funeral de su propio hijo.
He nos aquí, frente a la entrada del inframundo, una vez dentro, nunca más podrás salir.
Papá tocó el timbre de la casa.
La puerta se abrió, dejando ver a la señora Shwitch.
Era una mujer de mediana edad, incluso mi papá es mucho más joven que ella. Tenía una figura delgada, cabellera rubia, teñida por supuesto, no se engañen y los mismos ojos que Augusto. Verde esmeralda.
— Me alegra mucho que estén aquí. — Sonrió la señora Shwitch.
Rebeka le devolvió el saludo de una manera tan falsa. Que incluso la señora Shwitch se percató de eso.
Yo solo estreche su mano sonriéndole, no me desagradaba la señora Shwitch, el que me preocupaba era otro.
Pasamos a la sala, llevaba tiempo desde que no venía aquí.
Colín fue el primero en bajar y saludarnos. Había crecido mucho desde la última vez.
— ¿Es Colin?— Preguntó asombrado papá. La señora Shwitch asintió orgullosa de su hijo. — Estás gigante amigo. — Dijo papá mientras estrechaba la mano del menor de los hijos.
— ¿Recuerdas a Camile, Colin?— Preguntó la señora Shwitch.
Colin dejó de prestarle atención a papá, para fijarse en mí. En cuanto me vio su cara se iluminó al instante.
Corrió a abrazarme, le devolví el abrazo y estuvimos así por un buen rato. Recuerdo que cuando Colin era más pequeño, tenía que tomarle la mano para ayudarlo a cruzar, después de tres años, estaba irreconocible.
— Terminarás asfixiándola Colín. —Dijo una voz femenina detrás de mí.
Me solté del abrazo de Colin para ver quién era.
— No me digas que ya te olvidaste de mí, cabeza de zanahoria. — Típico de Biane.
—Es imposible olvidarse de alguien como tú. — Dije riendo.
— Perdón por llegar tarde, no vi la hora y me dejé llevar por...—La voz de Augusto llamó la atención de todos en la sala. Al parecer no estaba enterado de nuestra visita.
No quise mirarlo a los ojos, las palabras que me dijo la noche antes de la muerte de Alistar sonaron en mi mente. "No eres bienvenida en esta casa, ni ahora, ni nunca"
Comencé a sentirme mal, quizás ahora mismo este molesto por que estoy en su casa.
Quizás haga una escena o peor, termine expulsándome de la propiedad.
— Me alegra que estén aquí. — Soltó el. —De seguro era una actuación más, típica de él.
Rebeka no habló en toda la cena, y cuando le preguntaba algo ella solo respondía con monosílabos.
La cena fue menos incómoda de lo que pensé. Y lo mejor es que ni siquiera tuve que hablar, porque la señora Shwitch, no cerró la boca en toda la noche.
Supongo que se le pasaron las copas porque habló desde cómo era su perro hasta cuánto odiaba al señor Shwitch.
Con respecto a Augusto, no dejó de mirarme en toda la noche, incluso se me quitaron las ganas de comer.
Cuando la cena terminó, todos se levantaron y se fueron al patio de atrás a conversar.
Excepto Colin, quién se tuvo que ir a dormir por órdenes de su madre.
Los Shwitch tenían un patio trasero, maravilloso, la piscina era la que le daba luz al entorno.
Augusto caminaba detrás de mí. Papá y la parlanchina de la señora Shwitch caminaban adelante.
— Fui yo el que le pidió a mamá que los invitará. — Oí la voz de él detrás de mí. —Le conté que necesitaba una excusa para verte.
— ¿Por qué?— Pregunté, mientras seguía dándole la espalda.
— Porque siempre que quiero hablar contigo te alejas.
—Te escucho. —Me detuve para escucharlo hablar. Mis brazos estaban cruzados.
—Ni siquiera sé porque donde empezar. —Se rascó la cabeza nerviosa.
— ¿Por qué no empiezas desde el inicio?— Sugerí cortante.
Tomó aire y soltó lo que tanto anhelaba decirme.
—El día en que murió Alistar... pensé en ti. Lamento lo que te dije esa noche, ni siquiera sé porque te dije eso yo...—Se quedó en silencio por un momento. — Yo...me sentí tan mal cuando te quedaste conmigo bajo la lluvia, ni siquiera pude agradecerte por lo que estabas haciendo.
— Está bien Gus no tienes porqué...
—No si tengo, tengo tanto para decirte Camile.— Estaba molesto consigo mismo.—Lamento haber sido un cobarde durante todo este tiempo, lamento haberte dejado sola cuando más necesitabas de alguien , lamento que hayas tenido que cargar con todo ése peso tú sola mientras yo me intoxicaba, lamento que hayas tenido que ver cómo me drogaba esa noche hace tres años , pero lo que más lamento es no haberte amado lo suficiente.— Tomó un largo respiro y siguió.—Te fallé Camile...todos te fallamos, incluso Mitchell. No espero que me perdones pero quiero que sepas que te pido perdón por todo lo que no dije cuando debía decirlo.
—Te perdono...— Susurré. Eso era todo lo que quería escuchar. Después de tres años acumulando la rabia que llevaba por dentro, por fin alguien se daba cuenta del daño que había dejado en mí.
—Te perdono, pero tú y yo nunca volveremos a ser los de antes, Gus. — Lo que le dije le dolió. Pero créanme, a mí también me dolió, antes.
Con el tiempo comencé a vivir con el dolor, la rabia y la pena. Quizás un día él logre comprender todo lo que esto significaba y cuando ése día llegase, yo ya no estaría para él.
Porque hubo alguien muy sabio que dijo una vez, " el tiempo lo cura todo y las palabras se las lleva el viento".
