20. He aquí la verdad

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El día en que todo se derrumbó, fue un día como cualquiera. Nadie hubiera pensado que ese día, nuestra amistad se quebraría

Recuerdo que todos sabían lo que pasaría, porque nuestra amistad llevaba fecha de caducidad a plena vista.

Y todo comenzó hace tres años...

— ¿Diga?— contesté el teléfono. Se escuchaba una música muy fuerte al fondo.

— ¿Te decidiste si vas a venir o no?—Oí la voz de Mackenzie. Yo no tenía ganas de ir a esa fiesta en su casa. Cada vez que visitaba la casa de Mackenzie, sentía una vibra extraña en el ambiente. Y eso, a mí me incomodaba. —Creo que eso es un no. —Soltó molesta.

—Voy a ir. —Dije segura. Y corté la llamada. Nunca me he podido llevar bien con Mackenzie, veníamos de culturas totalmente distintas. Tenía un estilo de vida, al que yo nunca podría lograr obtener.

Desde que Mackenzie llegó a nuestras vidas, las cosas han cambiado bastante. Ya no éramos los mismos de antes. Fingíamos ser algo que no éramos, viviendo una vida que nunca tendríamos.

Tal vez si Gus no la hubiera presentado, seguiríamos siendo los mismos chicos de antes.

Cuando traspasé el umbral de la casa de Mackenzie, sentí una sensación extraña .Yo ya quería irme a casa, nunca debí haber venido.

Ni siquiera le había dicho a alguien que saldría. Papá se había quedado haciendo horas extras en el trabajo. Y Rebeka se había ido a dormir a la casa de una amiga.

La música me ensordecía por completo, no era de esas fiestas en las que todo el mundo va, a simple vista se podía calcular un total de 15 personas alrededor de toda la casa.

Caminé por toda la casa en busca de alguien conocido, la verdad es que no conocía a ninguna de estas personas. No fue hasta que vi la espalda de Mitch, cuando subí a la parte de arriba de la casa.

— ¿Te arrepientes de haber venido?—Dije detrás de él. Mitch volteo para verme y respondió.

—Para nada. —Sonrió. — ¿Qué dices de ti?

—Acabo de llegar y ya me quiero ir de esta porquería. —Dije señalando el lugar. — ¿Qué se supone que es esto? ¿Una reunión privada?

—Mack no quiso invitar a tantos, solo conocidos. —Dijo levantando los hombros.-Eso es todo.

—Pues fíjate que yo no conozco a nadie aquí. —Solté extrañada. Mitch se largó a reír.

—Me conoces a mí. —Sonrió de forma juguetona.

De repente, un grito fuerte se escuchó dentro de la habitación que estaba frente a nosotros.

Mitch empujó la puerta con fuerza, hasta llegar abrirla. Cuando la puerta se abrió, todo fue oscuridad.

En la habitación estaban Gus con dos chicos y una chica que en mi vida había visto.
Y en el suelo del lugar, se encontraba el cuerpo de Gabriella Rosswell convulsionando.

— ¡Mitch has algo!—Gritaba desesperada, quería ayudarla, pero no sabía cómo.

Mitch solo se quedó mirando, no lograba moverse de su estado de shock.

—Llama a emergencias. — Respondió el. Estaba pálido cómo él tampoco se movía.

Tomé el teléfono más cercano a la vista y Marqué.

La operadora me indicaba que la pusiera de lado, pero cuando la fui a ver, ella ya estaba muerta.

Yo seguía gritando cómo loca por ayuda, pero nadie hacía nada, todos se quedaban ahí mirando.

Cuando el amor sea para siempre ©| TERMINADA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora