6. Un chico difícil de entender

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Miércoles.

El día del funeral, había llegado.

Y las palabras de Mitchell seguían retumbando en mi cabeza. ¿Debería de hablar con Augusto? ¿Qué pasa si el no desea que lo ayuden?

Tal vez Mitchell tenía razón, si no, ¿por qué vino a mi casa a pedirme ayuda? pudo pedírselo a cualquiera, pero optó por recurrir a mí, ¿por qué?

Esa misma mañana, recibimos la llegada de una visita inesperada.

Mi hermana mayor, Vanessa, había llegado de imprevisto. Voló desde New York para asistir al funeral.

Resultó ser que esas llamadas perdidas que recibí en la mañana eran para que la fuéramos a recoger al aeropuerto. Claro que el sermón que mi hermana me dio, no me lo quitó nadie.

Estábamos felices de volver a verla. No la veíamos desde año nuevo.

Vanessa trabajaba en New York, en una agencia de publicidad. Y solo venía a casa para ocasiones especiales.

— ¿Rebeka no vendrá? —Preguntó papá. Mientras se ponía su corbata negra.

Vanessa y yo nos miramos ante la pregunta que realizó papá.

—No vendrá. — Decidió contestar Vanessa.

Papá no volvió a preguntar sobre el tema, sabía perfectamente lo que pensaba Beka de los Shwitch.

Resultaba ser que a mi segunda hermana mayor, Beka, nunca le agradó la familia Shwitch. Decía que eran una familia desastrosa.

Considerando a la madre de la familia, una persona negligente y poco preocupada de sus hijos. Siempre repetía lo mismo cuando se trataba sobre la madre de los niños " si esa mujer se dedicara a enseñarles modales a sus hijos, su familia no estaría como está".

Y ni hablar de lo que pensaba sobre los hijos. Los detestaba a todos, y tenía un motivo para justificar su desagrado con cada uno.

Simplemente no les agradaba ni su actitud, ni su forma de vida. Aunque también hay que decir que los Shwitch no hablaban maravillas de mi hermana. Después de todo Rebeka siempre ha estado en contra de los negocios de esa familia y su afán por construir centros comerciales en espacios verdes.

Tomé asiento en la parte de atrás de la iglesia. No quise ver el ataúd, ni mucho menos que alguien notara que asistí al funeral. Se me hacía más fácil quedarme con los recuerdos de cuando Alistar estaba vivo que con su repentina muerte.

Vanessa y papá siguieron de largo por el pasillo para saludar y entregarle las condolencias a la familia. La madre de los Shwitch hablaba con el pastor Jenkins. Mientras que la tercera de los hermanos se encontraba parada, tocando el ataúd. El pequeño de la familia estaba sentado junto a Yuko, la empleada de los Shwitch.

No veía a Augusto por el lugar.

La iglesia no estaba tan llena, pero si había gente que había llegado a despedirse de Alistar.

Había pasado media hora desde que llegué, cuando vi a Mitchell, estaba solo. No venia ni con Augusto, ni con Mackenzie. Se sentó en las bancas de al medio de la iglesia. Se veía apagado, casi irreconocible.

La muerte de su hermano debió afectarle más de lo imaginé. Alistar y Gus estaban juntos la mayor parte del tiempo. Su hermano tenía una figura paterna en la vida de Augusto, desde pequeño su padre vivía para trabajar, fallándole a su familia cada vez que podía con su ausencia.

Una vez le escuché a Gus que el motivo del divorcio de sus padres fue que su padre nunca estaba en casa. La vida de esa familia siempre fue lamentable. Pero sobre todo la de Alistar quien se llevaba el trabajo más pesado de la casa, cumplir con las expectativas de su controladora madre y así algún día ser el heredero del negocio familiar.

Cuando el amor sea para siempre ©| TERMINADA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora