28. Detrás de la máscara

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En el centro de la ciudad, existe un club llamado "One Club", la verdad es que no tenía nada de especial. Salvo que cada fin de semana, el One Club se llenaba de gente, que llegaba a bailar y beber alcohol hasta el amanecer.

Algunos lo llamaban "el club que nunca duerme". Porque como dice el nombre, nunca duerme.

Si por mí fuera, créanme que no estaría aquí por nada del mundo. Pero haya dentro, se encuentra la respuesta que tanto me ha revuelto la cabeza.

Luego de la discusión actuada que tuve, pasó una semana. Y dos días antes, me llega un mensaje de Akira diciéndome que "el" me esperaría en el One Club a las once.

Después de tanto esperar, por fin descubriría la verdad detrás de este montaje. Y a la persona que va contra los planes de Mackenzie y que por alguna razón, decidió involucrarme a mí en esto.

La puerta negra de metal se abrió hacia afuera. Dejando ver a un guardia de seguridad.

Akira iba delante de mí. Ni siquiera se inmutó en decirle algo al guardia, de seguro ya ha hecho esto antes.

Subimos las escaleras hasta llegar al tercer piso. La gente iba y venía en todas las direcciones posibles. Y como era fin de semana, el local estaba repleto.

Caminamos a través de un pasillo largo y ancho de espacio que parecía pasillo de hotel.

Akira se detuvo en la tercera puerta a mano izquierda. Nos quedamos quietas por un buen momento. Ella no dijo nada, así que supuse que "el" estaba adentro.

Tomé el mango de la puerta y la abrí. Asomando la cabeza lentamente para ver que había adentro de la habitación.

Casi no podía ver nada. Todo estaba oscuro, salvo una tenue luz en medio de la habitación. Esa luz, provenía de una mini barra de licores. Había alguien sentado. Pero producto a la poca iluminación no lograba ver quien era.

Entré, dejando la puerta abierta detrás de mí. Y mientras me iba acercando, logré distinguirlo.

Era Gus, quien estaba bebiendo. Sentado en uno de los taburetes de esa pequeña barra de licores.

—Si bebes tanto, te hará mal. —Dije. Acercándome a él.

Se veía triste, era como si su vida estuviera apagada. Como si ya no tuviera fuerzas para seguir en pie. Me sentía horrible.

—Da igual, de todas formas estoy podrido por dentro. —Dijo jugando con el vaso de vidrio.

Me acerqué más a él, acortando el espacio que nos distanciaba. Toqué su mano, estaba helada.

— ¿Me dirías lo que está pasando?— Pregunté tranquila. Gus se rio ante tal pregunta.

—No soy yo quien te lo tiene que decir. —Contestó. Echándose el ultimo sorbo de licor a la boca.

—Tú me llamaste, aquí estoy. Así que dime que rayos está pasando con la loca de Mackenzie. —Solté con firmeza. Yo no venía para una junta casual, ni mucho menos ser su pañuelo de lágrimas.

—Te equivocas. Yo no planee nada de esto. —Contestó serio.

Nunca planeas nada ¿verdad Gus?

— ¿Y entonces quien fue?

—Fui yo. —Cuando oí su voz, supe de inmediato quien era. Ni siquiera me molesté en girarme. —Llegué a pensar que nunca lo descubrirías.

Sentí como se acercaba más a mí. Y cuando logré sentir que estaba detrás de mí. Me giré y le dije. —De todas las personas, nunca imaginé que serías tu quien estaría detrás de todo esto.

Cuando el amor sea para siempre ©| TERMINADA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora