CUANDO LE PONES SAL A LA HERIDA, SIEMPRE DUELE. INCLUSO SI ES UNA HERIDA QUE CREIAS SANADA.
A veces olvido todo lo que ocurre a mí al rededor. Supongo que en parte es una forma de escapar de este mundo.
Creemos conocer la verdad de todo y soñamos tener el mundo a nuestros pies. Pero no somos capaces de darnos cuenta que el mundo en el que vivimos ya está dominado por alguien más. Alguien que no tuvo que esforzarse mucho para conseguir todo lo que hoy tiene.
Cómo dije, a veces olvido. Pero hay cosas que no puedo olvidar, ni mucho menos ignorarlas.
—Mi madre dice que cuando te quedas pegado viendo a la nada, es porque estas durmiendo con los ojos abiertos. —Dijo Mitch.
—¿Qué? —Pregunté confundida. Mitch estaba sentado en cuclillas frente a mí.
—Lo digo porque siempre te quedas mirando a la nada.
—¿Volví a quedarme con pegada con los ojos abiertos? — Por lo general nunca me doy cuenta cuando eso pasa.
—¿tú que crees? —Contestó levantando una ceja.
—Oigan tortolitos, en vez de estar ahí sentados, podrían echarme una mano con los caballos. —Dijo Hanna. Acababa de entrar al establo con dos caballos en cada mano.
—Primero, no somos tortolos, ni nada por el estilo, solo somos amigos. Y segundo, ese no es mi trabajo, deberías decirle a Camile, dado que parece estar muy cómoda ahí sentada. —Fanfarroneó Mitch. Típico de él.
—A trabajar Camile, ¿no querrás que te despidan o sí? —Hanna tenía razón, si llegaban a despedirme papá pegaría un grito en el cielo. Con suerte llevaba dos semanas trabajando aquí y creo que si no soy capaz de llegar al mes, sería ultra mega decepcionante para papá.
Los días pasaban volando. Y lo mejor es que me gustaba mi trabajo, no era el mejor del mundo, pero me encantaba ayudar a Hanna a cuidar de los caballos. Ay si, por poco lo olvido. Resulta ser que mi empleo como mesera no dio resultado, la señora se dio cuenta que era más útil en el establo que con las bebidas, así que decidió trasladarme aquí, junto a Hanna.
—El deber llama Camile. —Dijo Mitch. Últimamente pasaba demasiado tiempo conmigo en el establo.
—Tu no deberías estar trabajando Mitch? —La sonrisa que llevaba pegada se apagó en un instante.
—Te veo a la salida.
Me pare para ayudar a Hanna a guardar los caballos. Cuando el teléfono inalámbrico comenzó a sonar. Las llamadas eran realmente importantes, dado que ese era el medio por el que se nos informaban si los socios querían que les prepararan algún caballo o no.
Hanna contestó la llamada y su cara se puso seria de inmediato, supuse que algo no andaba bien. Y cuando colgó, sólo me dijo "Prepárate Camile, la escandalosa acaba de llegar".
Luego de eso, me ordenó ir a buscar a Colette, la yegua de la otra ve, y ensillarla. Pero había algo que yo no entendía del todo bien, Hanna había dicho que llegaría una chica y el dueño de Colette era un chico.
Cuando Hanna regresó, volvió acompañada de una yegua a la que teníamos prohibido montar, prestar e incluso sacar a pasear. El primer día que llegué a ayudar a Hanna, fue lo primero que me dijeron, la yegua no debía salir a menos que el dueño diera la orden.
La cara de Hanna seguía estando seria, era la primera vez desde comencé a trabajar con ella, que la veía así.
—Si "ella" te dice algo Camile, tu solo ignórala y no contestes a nada ¿De acuerdo? —¿Por qué me decía todo eso? ¿Tan mala era "ella"?
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Cuando el amor sea para siempre ©| TERMINADA |
Teen FictionCamile siempre creyó que un "para siempre" sería eterno. Gus siempre ha estado herido y nunca ha logrado valorar a las personas que lo rodean. Y... Mitch, bueno nadie sabe de él desde que ocurrió ése incidente. Todo inició con una tragedia. Y ahora...