Sukuna había hecho todo lo posible por regresar pronto a su casa. La cosa era que, se había independizado en cuanto puso el primer pie en la universidad y eso, para él había sido el incentivo para que el descontrol formara parte de su vida. Si no había nadie vigilando sus pasos, nadie podía entrometerse suficiente y eso era lo mejor.Usualmente le ponía esfuerzo a su manera de arreglarse, pero esa noche era todavía más especial. Era una de las primeras presentaciones en dónde se iba a esforzar en serio por verse bien y tocar perfectamente. «Misteriosos los caminos del señor», se repitió, bromeando por aquello cuando en realidad, ni siquiera creía en alguna deidad posible.
Por su parte, un Megumi ansioso y algo despreocupado, se empeñó en darse una ducha y pensar en qué ponerse. Usualmente no hacía eso y se pondría la única camisa que usaba blanca para salir, y eso precisamente fue lo que hizo al final, regañándose por ser tan simple en ocasiones.
Creía saber todos los trucos, pero si tenía que decir una verdad: estaba emocionado. Era su primera cita y aunque el otro no hubiera mencionado aquella palabra, eso era, una cita a la cual no le habían dado el nombre y aunque le molestaba un poco, sabía que no todo el mundo era ni pensaba como él. Toda su existencia se la dedicaba a sus estudios y a su padre; tener algo de tiempo para poder ser un universitario normal, le agradaba y hacía que una sonrisa se asomara levemente en su rostro al pensarlo.Y es que, ahí estaba el primer problema.
Su padre.
No era como que no lo dejase, pero, sabía que Megumi no era de salir en las noches y aquello, por más que tuviera la edad suficiente; le daba un poco de inseguridad. Era su único hijo, lo más preciado que tenía y no podía simplemente dejarlo ser mientras viviera en su casa. Había reglas y respetar el espacio y tiempo de los dos, para no preocuparse mutuamente, era algo primordial.
Aún así, se aventuró y avisó, porque aunque sabía que no era necesario pedir permiso, sentía que debía decirlo. Al llegar a la sala tomó sus llaves y quedó frente a él, cruzándose entre el televisor.
Un cruce de palabras y miradas de parte de su padre (con todo y broma incluida, tocándole la frente para ver si su preciado Megumi no se sentía mal) fueron suficiente para ambos.
Se aseguró de que llevara dinero para alguna emergencia y quedó listo aquel pacto. No preguntó, pero pudo deducir por su nerviosismo, que era más especial que en otras ocasiones aquel permiso. Lo dejaría pasar. Ya habría tiempo para hablarlo, pensó.La única realidad es que se sentía tan ansioso que lo único que quería era salir pronto para que su padre no tuviera que encontrárselo.
Vaya, es que delincuente no era, pero si un poco mayor y diferente. Distinto, quería decir, y aunque aquello no fuera malo, chocaba mucho con el tipo de personalidad de Megumi.Y llegó. Estuvo esperando cinco minutos, intentando no correr de vuelta a su casa y decir que se había sentido mal. Pero en cuanto lo vió ni siquiera pudo tomar fuerzas para decir algo. Se veía mejor que en otras ocasiones y se preguntó si aquellos detalles eran por él.
Oh, tonto Fushiguro.
—Buenas noches, Megumi. Te ves increíble hoy. —fue lo que dijo al verle inmediatamente, con un deje de impresión en sus palabras. Sabía que aquel método hacia eco en los cerebros de las demás personas y en ese momento llevaría el 90% de la
misión. Con Megumi, no llevaba ni el 20, pensó equivocadamente.—Gracias. Espero te vaya muy bien hoy.
Esas palabras. Esas simples pero curiosas palabras. Nadie en toda su existencia tocando le había deseado suerte, al menos, no así.
Y el corazón de Sukuna dió un vuelco que le hizo querer devolver todo. No podía dejarse llevar, lo que sentía en tan poco tiempo era simple gusto por aquel muchacho y eso también se lo pensaba demostrar a si mismo.

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Brokendate.
Fanfiction-¿Qué apostamos si ese chico está loco por mi a final de mes? -Sukuna, él no se ve así. Es Megumi Fushiguro. Está lejos de tu liga, y aunque no fuera así, no puedes jugar con él. Y Sukuna, listo para poner su plan en acción, ignoró que el corazón d...