El día que habían acordado estaba pronto a llegar y la emoción que Sukuna sentía, no era normal.
A pesar de lo mucho que se había esforzado por reprimir sentimientos, era imposible no sentirse feliz por hacer algo así junto a Megumi. Se había esforzado por conseguir un kimono e incluso, con ayuda de su bruja, trató de verse lo mejor posible y no escatimar en algo que le iba a dar uno de los mejores recuerdos de su vida.
—Me gusta ese. — mencionaba una Nobara feliz, alzando el pulgar en aprobación. Era un kimono tradicional rojo, con algunos detalles en negro, era tan elegante y cubría en su totalidad los tatuajes de Sukuna. Se miro al espejo, asintiendo suavemente. No había tardado tanto en encontrar alguno de su gusto, sólo se había probado dos pero no necesitaba más, por algo llevaba a Nobara también aunque ella era la primera en ofrecerse a ayudarle a cualquier cosa que necesitara. La siempre firme y noble Nobara, con un carácter inquebrantable, cómo la iba a extrañar.
—Bueno, entonces este será.
—¿Estás nervioso por ver a Fushiguro en el suyo? — preguntó curiosa por la respuesta.
—Oye... No lo había pensado. —mintió, porque claro que lo había hecho. Moría de ganas de ver a Megumi con aquel traje tradicional, pensaba en lo bien que se vería y que no se cansaría jamás de observarle.
—Pero la verdad es que sí. Mucho. Honestamente creo que se verá increíblemente guapo. Oye bruja... Tengo que hablar contigo. Es algo importante y no quiero guardarlo más, al menos no a ti.—Dios, dime qué no la cagaste otra vez... Ya no sé ni cómo defenderte.
—No, esto de verdad es serio y eres a la primer persona a la que se lo cuento. Lo hago porque realmente quiero que recuerdes que eres especial para mí.
—Me estás asustando, así que sólo dilo y ya.
—Está bien, si eso quieres. La razón por la que vuelvo a salir con Megumi, es porque me iré. A la banda le salió un contrato en Estados Unidos y viajaremos, sería nuestra primer oportunidad grande y quiero aprovecharla... Sé que sabes bien que no es algún capricho y que no hago esto porque sea cualquier cosa, es... Algo grande, importante. Nadie más que tú sabe que es mi sueño.
Nobara, quien acomodaba el enredoso Kimono, dejó caer sus manos hacia los lados. Estaba feliz por él pero en su interior, sabía que eso significaba dejar atrás también su vida en aquel lugar y con ello, todo lo que tenía en ella. No hizo nada más que abrazarlo al instante amistosamente, Ryomen necesitaba eso y sentía que más señales se agrupaban para hacerlo sentir que hacía lo correcto, pero por qué tenía que doler tanto. Era verle crecer alejándose de un sueño para acercarse a otro.
—Tengo presente que ésta es tu oportunidad y que podrás lograrlo... Pero mierda, no creí que sería tan pronto.— soltó, intentando aguantar la lágrima que amenazaba con caer de su mejilla. Desde antes era como su hermano menor y saber que estaría lejos, le hizo recordar todo eso de golpe.
Sukuna acarició su cabeza suavemente, era un abrazo tan fraternal que lo hizo sentir por completo extraño. Ni siquiera se atrevía a darle a sus cercanos una muestra mínima de cariño y con ella estaba lográndolo.—No me mires, idiota. Déjame tener un momento.
Sukuna soltó una risa corta y agridulce. Sabía que esa era la primera despedida de varias que tenía que dar.
Y vaya que era difícil.
——————————
Por su parte, Megumi sí que tenía un Kimono. A decir verdad, era de Toji y cuando le mencionó que quería uno, no dudó en mostrarle varios que tenía guardados. Megumi, sorprendido al saber que aquello era una prenda cara dependiendo de la calidad, no hizo más que observar cómo era que iba sacando tres. La familia de la que provenía era de dinero y él al irse, no había llevado consigo mucho más que sus pertenencias y por ello, le sorprendía que siguieran ahí listos y limpios, como parte una historia jamás contada.
ESTÁS LEYENDO
Brokendate.
Fanfiction-¿Qué apostamos si ese chico está loco por mi a final de mes? -Sukuna, él no se ve así. Es Megumi Fushiguro. Está lejos de tu liga, y aunque no fuera así, no puedes jugar con él. Y Sukuna, listo para poner su plan en acción, ignoró que el corazón d...