8. Maybe you know.

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El tiempo pasó y Megumi se había quedado dormido del cansancio sobre el hombro de Kamo. Aquello de inmediato al despertar le causó una sensación de vergüenza, pero no dijo nada. Le dolía un poco la cabeza y lo peor era que ni siquiera había tomado tanto para sentirse así.
Movió suavemente a Kamo, habían pasado alrededor de dos horas y Maki se acercó para patear suavemente a su amigo, soltando una risa corta.

—Hey, despierta anciano. Es hora de ir a dejar a casa a Megumi. —respondió, tirándole las llaves del auto a la cara. Un quejido de su parte salió de sus labios y Megumi se levantó del suelo, agradeciéndole por dejarlo pasar ahí el rato.

—Nos vemos pronto, Megumi. Tengo la impresión de que seremos buenos amigos. -—terminó por decir la del pelo verde, con una sonrisa de lado. Ninguno de los dos se había tomado en serio aquello, pero Maki sí y pensaba hacer lo que estuviese en sus manos para acercar a Megumi a ellos.

Kamo aún seguía medio dormido que le costó trabajo procesar aquellas palabras. Condujo a Fushiguro hasta el coche y una vez que estuvieron dentro, notó como la luna se veía espectacular. Eso le llamó la atención al contrario y miró a Megumi, guardando silencio.

El camino hacia su casa había sido tranquilo. Le dijo varias indicaciones para llegar y hablaban sobre sus estudios. Megumi iba perdiendo la vergüenza y eso era más fácil para el otro, quien por último, cómo si se estuviese guardando ello y sintiera miedo de no volver a tener oportunidad, preguntó algo más seguro de si mismo.

—Megumi. ¿Te gustaría salir a algún lado? Digo, otro día. Con mis amigos también, si eso quieres. — La voz de Kamo sonaba calmada, pero realmente quería saber por qué le resultaba tan llamativo y eso le frustraba un poco. Maldijo por completo el haber ampliado la salida y meter a sus amigos, pero no había mucho que hacer.

Megumi asintió suavemente, antes de hablar. —Vas a necesitar mi celular. —soltó finalmente, dictándole los números. No le había tomado importancia pero después de todo, ninguno de ellos le había parecido malo y si tenía la oportunidad de hacer amigos después de esa amarga experiencia, no la iba a desperdiciar.

—Me gustó mucho conocerte, Megumi.

—Fue un gusto. Gracias por traerme. —terminó por decir el de los ojos azules, dirigiéndole una última mirada que Kamo sintió como una especie de espada que atravesaba una tensión imaginaria y la rompía una vez más.

Al llegar a su cuarto se recostó sobre su cama, sintiendo el mundo encima.
Había sido todo tan abrumador, que no parecía real. Megumi estaba disociando de nuevo, y eso no le gustaba, la sensación de ansiedad que le dejaba todo ello era razón suficiente para no querer ver nuevamente a Sukuna, pero aún así, una parte de él quería tanto una explicación, algo que le hiciera sentir que esa ilusión creada por él, era verdad y no un simple capricho que había conseguido y una vez que lo hizo, simplemente se había aburrido.
Se quedó dormido con un montón de ideas negativas y sólo del mero cansancio que conllevaba pensarlas.

En cambio, Sukuna había aprovechado que sus compañeros no lo habían dejado solo y lo habían llevado a su departamento. Le ayudaron como pudieron a curar su nariz y aprovechó para tomar tanto alcohol, que terminó dormido sobre el sofá, con los otros aprovechando para dormir en las habitaciones. Vaya hijos de puta aprovechados, «pensó» a modo de broma.

Tomó su celular y sin saber mucho que hacer, cerró sus ojos. Una última idea le rodó por la cabeza y sin vacilar, llamó a su amiga, Nobara. Tardó menos en responder que en lo que comenzó a hablarle molesta.

—Te lo dije. Te lo dije, maldita sea, te dije claramente que a Megumi Fushiguro no le hicieras nada. ¡Y tenías que arruinarlo! Dios... ¿Tu realmente sabes qué acabas de hacer? ¿No? Porque dudo mucho que lo sepas y...

—Lo sé, bruja. Eso no me importa. —mintió, intentando sonar convencido. —Justo ayer se fue con unos tipos y una chica de lentes. Había uno de pelo gris y otro de cabello liso, negro y alto. No parecían de nuestra universidad, quiero saber quiénes son. Si me pudieras ayudar, no sé, vaya que te lo agradecería.

—No lo sé, Sukuna. De todos modos, lo que haga Megumi creo que no te corresponde a ti ya saberlo. ¿Cómo por qué tendría que ayudarte? Supe que lo hicieron por ayudarlo y deberías saber eso nada más y estar contento con que no lo dejaron ahí solo.

—¿Supiste? Entonces conoces algo y no me quieres decir. Mierda, Nobara... No quería arruinarlo. No sé qué me pasó por la cabeza. Simplemente, no era yo.

—No entiendo. Si no lo vas a respetar, déjalo en paz. Tienes que arruinar en serio todo lo que tocas, pero ésta vez, lo arruinaste con alguien que en serio no merecías.

—No tienes por qué ser tan cruel, bruja. Tu amigo soy yo. — resopló del otro lado de la línea. Nobara siempre tan honesta. Pensó.

—Tch. Mira lo que mandé a tu Instagram. La chica de lentes sólo puso una historia y le hizo acercamiento al tipo de pelo negro y no se alcanza muy bien a ver con quién está, pero seguro es Megumi. Es como si supiera lo que estaba haciendo, es incluso más inteligente que yo. Creo que tendrás más difícil ahora acercarte a él.

Y como si eso no fuera un impedimento, Sukuna colgó. No quería mandarle mensajes porque sabía que no los contestaría y quizá ya hasta estuviera bloqueado. No sabía que hacer, quizá su próximo movimiento fuese más complicado y eso le estaba carcomiendo la cabeza.


Pasaron pocos días y Sukuna estaba desesperado. Estaba a punto de ir a casa de Megumi, siendo detenido por sus compañeros. Quienes creían que la situación estaba muy fresca y honestamente, le tenían miedo a su papá.

—Olvidalo, viejo. ¿Viste sus músculos? Tiene pinta de que te correría ahí al instante si supo lo que sucedió.

—Sí, además si quieres estar bien con él, no te convendría armar algún problema en casa de Megumi. —le aconsejaron bien, por primera vez en su vida y Sukuna, asintió, arrugando la nariz un poco al escuchar "estar bien". Sin saber bien el significado de aquello ni todo lo que conllevaba esperar.

Megumi, mientras tanto, se había tomado un tiempo para faltar. Nunca lo había hecho y sus maestros entendieron a la perfección, sólo quería evitar miradas que le hicieran sentir incómodo y que la gente se olvidara de la situación, siendo algo imposible.
A la semana en la que volvió a la universidad Megumi parecía por completo otro. Maki se había puesto en contacto con él y sorprendentemente se habían hecho cercanos en esos días. Ella, al no tener ningún problema con el dinero, lo invitó a salir, Megumi apenado terminaba por decirle que sí. Ella había influido en el cambio de imagen de Megumi, que usualmente se centraba en usar la ropa más sencilla y cómoda posible, terminando por convencerlo al invitarlo a cenar.

Pero ese día Megumi estaba espectacular. Usaba una camisa gris con un chaqueta negra a juego, pantalones algo ajustados y botas militares. No iba a mentir, pero se sentía bien. Hacía bastante tiempo que no se compraba ropa y la chaqueta fue un regalo que ella le había obligado a tomar.

Al terminar las clases, Megumi salió al lugar donde solía pasar el tiempo solo. Necesitaba un respiro de sus pensamientos y algo de aire.
Cerró los ojos suavemente y después de un momento, no quiso abrirlos al sentir como una sombra le opacaba la luz. Sentía su presencia tanto, que asustaba y lo hacía sentir nervioso enseguida.

—Megumi... — lo llamó con una voz tan serena que nunca le había escuchado, tomando su brazo antes de que quisiera salir de ahí.






[Medio flojito pero no quería pasar de una cosa a otra así no más. Al rato pongo lo demás.
No me lo preguntaron pero si va a ver lemon. Más adelantito. 🤙 JSJSJS. De nuevo, gracias por leer. 🥰

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