22. Náufrago.

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En el televisor pasaban uno de los vídeos musicales de la banda del momento. El silencio reinaba y eso era lo único que se podía escuchar. Aquella oficina grande, del otro extremo del mundo y aún así tenía que escuchar atormentándole esa voz que parecía gritar con ira. Megumi apretó los labios y se rascó el costado de su rostro, incómodo. Había sido mala idea distraerse y aunque a veces entraba a Youtube para escucharle, quería no sentir que las casualidades existían y que aquello sucedía simplemente para molestarle. Ninguna de las dos cosas parecían simplemente tener sentido. 

Después de todo, ambos lo habían logrado. Sueños individuales de los que nunca hablaron al ser pareja y que parecían tan lejanos como para discutirlos.

A Megumi le faltaba poco para terminar otra especialidad desde la última vez que había visto a Sukuna y se había encargado de concentrarse lo suficiente como para terminar rápido sus estudios principales. La vida era tan distinta a lo que conocía y se había adaptado después de años mismos que habían pasado como si de momentos se tratase. Ya casi no dolía tanto como antes y la herida era tenue, poco recordaba y así era mejor para él. El tiempo le había ayudado a ocultar recuerdos que sencillamente no salían a flote más que en sus momentos más solitarios.

En ese momento, Megumi se encontraba en Alemania haciendo todo lo que podía. Había logrado encontrar un trabajo excelente y le iba mejor de lo que podía expresar en palabras. Diario hablaba con Toji y en todo ese tiempo, en todas las adversidades que había tenido al adaptarse a otra ciudad  y en todos los problemas que se había metido, había estado Kamo.

Y más por agradecimiento, él tampoco se había separado. Ambos, continuaban ahí, en silencio, a sabiendas de que si pasaba algo más, Megumi emprendería vuelo, tal cómo él lo haría. Nada los detenía y su relación se fortalecía con cada día que le tendía su hombro. Eran libres a su manera acompañándose y ninguno de los dos se anteponía a lo que sucedía.
En silencio habían dado besos reparadores, en alegrías fugaces viajado por gran parte de Alemania y otros lugares. Los padres de Kamo, no se oponían a lo que su hijo había decidido. Nada detenía el amor que él le profesaba a Megumi como si tal cual fuese alguien que le había abierto la puerta a descubrirse.

Megumi esos meses había cambiado totalmente. No sólo se había hecho independiente, sus rasgos parecían más lindos que nunca y su cabello negro y esos ojos azules que tanto le habían encantado a una persona, ahora le atraían a tanta que, se había hecho incluso más cerrado que antes. Era increíble como la gente parecía inmediatamente atraída hacia él, cosa que le parecía incomprensible.
No hablaba, no había nada que escuchara a lo que le prestara demasiada atención más que a su trabajo y sus perros que se habían mantenido con el fielmente. Aún así, y con todo y que la vida le estuviera tratando bien, era tan frío el lugar; llegó a pensar que la depresión de Alemania en su invierno, sí que existía, pero lo ayudaba mucho pensar en qué no estaba solo al menos.

Del otro lado del mundo, era distinto.
El calor de la gente arropaba a Sukuna quién había cambiado de igual forma, teniendo más tatuajes que antes y con ese particular y odioso carácter de antes, el cual no demostraba arrepiento alguno. Pues al no tener nada que le costara compromiso, se dejaba ver con quién fuese. Había rumores saliendo casi cada semana de que mantenía relaciones con gente igual o más famosa que él, y sólo dejaba que hablaran mientras su música contaba historias de de lo mucho que le hacía falta una persona que no existía más en su vida. Era enigmático todo lo que le rodeaba pero hipnótica su presencia en los escenarios, cosa que, realmente le importaba. Si Megumi no podía ver desde cerca su crecimiento personal, entonces simplemente no lo tendría.

Habían terminado uno de los conciertos en una gira que estaba dando por Europa y casi casi, cansado de existir, se recostó sobre el sofá del backstage. Sus compañeros hicieron lo mismo pero en el suelo, totalmente abatidos, mirándose entre ellos.

Brokendate. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora