Capítulo 6

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Desde que tengo memoria he amado las reuniones familiares, vivimos uno junto al otro así que siempre han sido cosa de casi todos los fines de semana

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Desde que tengo memoria he amado las reuniones familiares, vivimos uno junto al otro así que siempre han sido cosa de casi todos los fines de semana. Pero la de hoy fue particularmente triste, porque fue una despedida.

Stéfano, uno de mis primos menores, se fue a estudiar a Los Ángeles. Desde que se subió al avión un clima de tristeza se ha instalado en cada una de nuestras casas, en la mía en particular, porque Luna, a pesar de ser mi hermana del corazón, no es para nada su prima. Se aman desde niños, aunque a ella le costó un poco más verlo, por la diferencia de edad.

Intentaron estar juntos y no pudieron, y ese es uno de los grandes motivos por los que ahora mi primo está en viaje a miles de kilómetros. Ella regresó de Milán, y entonces él decidió que se iría. Un destiempo tan triste como necesario, porque los dos se estaban haciendo mucho daño.

—¿Quieres que hagamos algo? —le pregunto a Luna después de horas de llanto y desahogo. Sus ojos celestes están demasiado rojos, pero está claro que llora porque sabe que es lo mejor para los dos, y eso es triste.

—Sí. —Se incorpora en la cama mientras recoge su cabello en un rodete desordenado—. Quiero que me cuentes sobre ese chico, y por qué estás mal.

—¿Qué chico? —finjo desentenderla.

—El rarito de los pastelitos, ¿cómo se llama? —insiste.

—Se llama Renzo, pero ya somos amigos, no estoy mal por él.

Desde la noche que nos quedamos encerrados allí que no lo veo porque terminé mis exámenes del cuatrimestre y me tocaron un par de semanas de vacaciones. El lunes ya tengo que regresar, me da pereza de solo pensarlo.

—No por él, ¿pero sí por alguien?

—León.

—¿León? ¿Te gusta León? —Entrecierra sus ojos confundida—. Espera, ¿estamos hablando del mismo León?

—Sí, León, el portero, el único León que conocemos. ¿Por qué te sorprendes?

—Porque no pensé que te gustara ese tipo de chico, de hecho hubiera jurado con mi vida que no.

—Ay, Luna... si tu sabes bien que a mí no me importa el dinero ni el estatus, no es como si esas cosas definieran algo...

—No lo digo por eso —se anticipa, levemente ofendida por mi fallida interpretación—, me refiero a que es un mujeriego.

—Es que eso parece, pero en realidad es super lindo, tiene un lado tierno y encantador que...

—Así son los mujeriegos —se ríe levemente—, por eso consiguen muchas chicas. ¿Qué crees? ¿Qué todas caen a sus pies solo porque son bien perros? Eso solo pasa en las películas, creo que las mujeres reales solemos tener un mínimo de dignidad al menos.

Por una palabra [PR #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora