RENZO
Hay que pensar rápido, pero el hecho de que todo mi flujo sanguíneo esté concentrado en mi entrepierna no es de mucha ayuda.
¿Elegimos el peor lugar del mundo? Sin dudas. ¿Acaso valió la pena? También.
Le doy su bolso y haciéndole un gesto para que mantenga el silencio señalo hacia la ventana por la que entramos.
Ella se adelanta, debo ayudarla a subir pero antes busco una botella de agua en el pequeño frigobar que hay en la oficina, y luego de abrirla la dejo caer al suelo justo donde ya estaba mojado.
Con suerte creerán que algún animalito se metió, eso si logramos salir a tiempo.
Ella está intentando subir sin mi ayuda, no está teniendo buenos resultados así que me agachó y envuelvo sus muslos con mi brazo, dejándola sentada sobre mi hombro y justo a la altura correcta para poder salir por la ventana. La escucho saltar, hizo demasiado ruido y eso no es bueno.
Voy tras ella, y una vez que ambos estamos afuera las luces rojas y azules se ven reflejadas en el muro de atrás.
—No podemos salir por el frente, tendremos que saltar este muro —susurro volviendo a subirla sobre mi hombro.
—No puedo saltar... está muy alto —niega ella una vez arriba.
Se ve asustada, me da pena pero no es como si tuviéramos más opciones. Voy a subir para saltar primero, pero entonces veo allí a nuestra salvación.
Caminando muy tranquilo sobre el muro, hay un precioso gatito gris. Hago un esfuerzo por estirarme a agarrarlo, pero finalmente lo consigo.
—¿Qué haces? —me reclama ella, que aún no se atreve a saltar.
—Shhh —le recuerdo, e intentando actuar con rapidez meto al gato por la ventana de la que acabamos de salir.
Subo al muro, salto sin mirar demasiado, y de inmediato la incito a saltar a ella.
—Correte —exige.
—Te sostendré, solo salta.
—Que te corras —insiste.
Eso hago, y el resultado no es bueno. Salta de una forma muy difícil de explicar, y sus piernas no consiguen hacer equilibrio por lo que termina golpeando su rodilla contra el suelo.
Ahora estamos en el jardín de alguien, un perro bastante grande nos observa, y dudo que ella pueda caminar con normalidad.
—Mierda —murmura, y mientras se observa la pierna herida, yo me interpongo entre el perro y ella.
—Es un Golden, no son agresivos —dice ella apartándome mientras intenta socializar con el animal.
Al perrito le cae bien de inmediato, y le mueve su cola amistosamente mientras indago a nuestro alrededor por dónde iremos.
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Por una palabra [PR #2]
Teen FictionÁmbar tiene una vida feliz: una familia unida y numerosa, amigos que son como hermanos, amor incondicional y sincero, contención de todos los tipos, dinero, estabilidad, prestigio; incluso tiene a un chico dulce y sexy que muere por ella. Una vida...