Hace días traigo esa sensación en el pecho de que necesito que las cosas cambien, me agobia sentirme desagradecida, pero más me agobia sentirme ahogada en la perfección de mi vida.
He tenido una vida muy feliz y tranquila, mi familia es increíble, mis padres me escuchan, me aman, me respetan; fui la primera en nacer en una familia bastante numerosa, por lo que soy la consentida de todos mis tíos y el ejemplo a seguir de todos mis primos menores.
Fui una niña feliz, crecí rodeada de amor y muchas personas increíbles que me marcaran el camino, sin exigencias y con muchos beneficios, nos sobra el dinero, nos sobran los motivos para estar orgullosos de nosotros mismos, nos sobran los brazos que nos abracen cuando algo sale mal.
Todo armónico, perfecto, un mundo feliz y lleno de amor.
¿De qué quejarte cuando lo tienes todo? Suena ridículo, sé que es así, pero en definitiva todo esto termina siendo aburrido.
Llega un punto entre tanta perfección que no encuentras algo que te llene, algo que te haga sentir realmente una emoción fuerte. Todo se mantiene siempre donde está, nada cambia, nada sacude mi vida.
A veces siento que todas las cosas que pasan, jamás me pasan a mí. Soy el personaje secundario, siempre viendo desde afuera los dramas y situaciones de los demás, siempre viendo mi vida pasar frente a mis ojos sin hacer absolutamente nada con ella.
La vida se volvió monótona, apenas disfruto de las cosas que amo, y cada vez siento más que mis sonrisas no son tan reales como pretendo. La pregunta que no me deja en paz es por qué, ¿por qué teniendo todo aún siento que no es suficiente?
Debería hablarlo con alguien, lo he pensado, pero al mismo tiempo siento que como sea es algo que tengo que resolver yo, y si lo hablo con mi familia solo haré que todos se preocupen por algo que no tengo idea qué es.
Ahora mismo estoy sola, tengo una hora libre en la universidad y me vine a la cafetería, hay un sitio junto a la ventana en el que la vista es bonita; me agrada estar aquí, colorear mandalas y divagar entre los mas profundos rincones de mi mente.
Sin embargo, algo está interrumpiendo mi tranquilidad, y es que hace rato que siento que alguien me mira. No es paranoia, tengo una buena percepción, levanté la cabeza varias veces y no logro darme cuenta quién es.
Digo... no es anormal que alguien me mire, tampoco es que me da miedo o algo así, solo que tal vez sea un chico lindo y me lo estoy perdiendo.
Es como la quinta vez que volteo cuando por fin cruzamos miradas. Lo vi, y en cuanto lo hice no fingió que no me veía, solo sonrió de lado y continuó viéndome directamente.
Es uno de los camareros, el que nunca toma pedidos y siempre está detrás de la barra. Jamás lo había visto con detenimiento, ahora no puedo dejar de hacerlo.
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Por una palabra [PR #2]
Teen FictionÁmbar tiene una vida feliz: una familia unida y numerosa, amigos que son como hermanos, amor incondicional y sincero, contención de todos los tipos, dinero, estabilidad, prestigio; incluso tiene a un chico dulce y sexy que muere por ella. Una vida...