Capítulo 31

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ÁMBAR

Acompañar a Renzo en todo su proceso familiar fue bastante desgastante. Tratamos de proteger a Ciro lo más posible porque a pesar de que dice que no le importa, es un niño sensible y con una empatía muy fuerte.

Renzo decidió donarle la médula a su madre aunque ella no la aceptó, obtuvo legalmente la potestad de sus decisiones médicas y luego de que resultaron compatibles realizaron el procedimiento que fue muy exitoso.

Le dieron anestesia general y estuvo un rato en el quirófano, me puse nerviosa, la verdad. No me gustó nada.

Le dijeron que su cuerpo tardaría de cuatro a seis semanas en reemplazar las células, y que podía sentirse cansado, débil y sin energías mientras tanto.

Pensar que querían hacerle esto a mi primo de doce años me revuelve el estómago. Nunca había sentido tanto odio por alguien como por el padre de Renzo.

Por eso mi mente festejó internamente cuando él inició un juicio en su contra. Por intento de secuestro, y por omisión de asistencia en el caso de su mamá. Llevó un tiempo largo y luego de la sentencia le dieron la opción de prisión domiciliaria, por lo que realmente enloqueció cuando Renzo le dijo que en cuanto le dieran el alta a su madre, la llevaría a una clínica de salud mental.

Necesitaba a alguien viviendo con él para tener prisión domiciliaria, y como no lo tiene, está cumpliendo su condena en un penal común y corriente.

Renzo está más tranquilo desde entonces, visita a su mamá y está intentando perdonarla por todo el dolor que le ha causado. Yo digo que no tiene por qué hacerlo, pero él insiste en que simplemente está enferma y necesita ayuda.

Tal vez es verdad, tal vez si fuera otra persona pensaría como él, pero no puedo olvidar todo el daño que le hicieron y menos cuando lo veo todos los días pelear contra eso.

Me duele porque lo amo, y quiero que sea feliz como se merece.

Siento que es feliz cuando está conmigo, veo el alivio que siente cuando estamos juntos, y he estado enamorándome profundamente de la forma en la que sonríe cuando me ve.

Esto quiero, la mezcla de emociones que le da a mi vida, lo estaba buscando y él me encontró.

—Quiero helado de limón —me dice luego de un largo momento de silencio, en el que solo nos recostamos en el césped a mirar las nubes.

—¿Vamos a la heladería o pedimos delivery?

—Busquemos a Ciro y vamos.

—Espera —le pido en cuanto se sienta para ponerse de pie. Su mirada curiosa se detiene en mí, y de pronto me siento un poco nerviosa—. Yo… quería…

Tomo una respiración profunda y recuerdo lo mucho que estuve practicando esto.

Solo espero que salga bien.

Llevo las dos manos a mi corazón y luego de tocarlo dos veces lo señalo a él. Nota enseguida lo que estoy intentando, una sonrisa involuntaria y bonita se dibuja en su rostro mientras los ojitos se le ponen brillantes.

El siguiente es un poco más largo. Primero uso todos mis dedos para señalarme a mí misma, luego una caricia con el dorso de la mano en mi mejilla desde abajo hacia arriba, dos dedos para señalarnos a los dos, y por último como si escribiera en el aire una notita invisible.

"Te amo, ¿quieres ser mi novio?"

Espero haberlo hecho bien, por la emoción en su rostro creería que sí.

Me responde con señas, con una sonrisa tan linda que me voy a morir aquí, ahora.

—Lo siento, solo aprendí eso —explico con una risita nerviosa.

Por una palabra [PR #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora