Capítulo 21

400 91 177
                                    

RENZO

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

RENZO

Estoy nervioso, y no estoy seguro de poder hablar. Esto no va a ser para nada fácil, y no puedo evitar pensar que sería más fácil si ella estuviera aquí conmigo.

Pero eligió dar un paso al costado, y no puedo culparla por eso. Estoy solo de aquí en más, supongo que este es mi camino, y no es justo que arrastre a nadie conmigo por él.

La casa a la que me lleva el GPS no es como esperaba, está en una zona bastante empobrecida y es una casa pequeña pero bonita, con un jardín muy verde y florido.

Doy tres golpecitos en la puerta, mis manos están transpirando, y solo me queda esperar a que alguien la abra. Eso sucede solo unos segundos después, una señora con un delantal secándose las manos con un paño de cocina me abre la puerta.

—Buenas tardes... —murmuro forzando mi voz a salir—. Estoy buscando a Robert Vallejos, ¿vive aquí?

—Sí, claro, pasa —dice amablemente haciéndose a un lado, pero me quedo allí, parado en la puerta, por lo que la señora insiste—: Anda, mijito, pasa que está por llover.

—Muchas gracias —sonrío tímidamente—. Solo será un minuto.

—¡Robert! —grita la señora haciendo que me sobresalte—. ¡Te busca un muchacho!

Estoy confundido, ¿será que estoy con la persona correcta? Se suponía que al que buscaba tenía mucho dinero, de hecho así resolvió todo, solo le pagó a mi padre para que no presentara cargos.

Comienzo a comprender que nada fue como me lo contaron, y el hecho de tener bloqueados mis propios recuerdos no está siendo de ayuda.

¿Cómo puede ser que no recuerde nada? Tenía diez años, no era tan pequeño, debería recordarlo con claridad.

Un minuto después el hombre al que tanto he buscado por fin aparece. Es un señor calvo, con unos kilos de más y de más de cincuenta años. Se ve muy amable, y trae un libro en las manos que deja sobre la mesa para poner su atención en mí.

—Hola —saluda muy sonriente— ¿En qué te puedo ayudar?

—Ho- Hola —balbuceo como idiota—. Yo soy... Renzo Valente y...

—¿Valente? —pregunta el hombre interrumpiendo mi torpe explicación.

—Sí, ¿me recuerda?

—Hay cosas que no se olvidan... —asume el hombre con una notable tristeza en su mirada—. Ven, siéntate, ¿quieres tomar algo?

—No, gracias —digo sentándome donde me indica—. Solo quería hacerle algunas preguntas... Sé que hace algunos años hubo un... accidente.

—Doce, doce años —asiente el señor.

—Yo estuve allí, pero no puedo recordarlo, y las cosas que mi familia me ha contado no estoy seguro de que sean reales.

—No es algo bonito sobre lo que conversar, ¿sabes, muchacho? —reniega con la mirada perdida, un poco reacio a responder.

Por una palabra [PR #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora