Capítulo 19

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ÁMBAR

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ÁMBAR

En cuanto abro los ojos me siento realmente confundida, no es mi habitación, no es mi cama, no es mi casa. Ni siquiera es mi ropa.

Fuerzo a mi cerebro dormido a reconstruir la noche anterior, y entonces llegan a mí las claras imágenes: la fiesta, el Renzo tierno, el viaje en taxi y dormir juntos. De hecho mi cuerpo recuerda con claridad sus brazos envolviéndome, se sentía bien y daban ganas de seguir durmiendo todo el día.

Pero él ya se despertó, y no está.

No tengo idea de qué hora es, pero necesito un cafecito, en todos los sentidos que esa palabra pueda tener.

¿Voy a robarle ropa a Renzo para tomar una ducha? Efectivamente sí, es fin de semana, la comodidad está primero. Además necesito bañarme porque mi cabello está asqueroso, y porque siempre me baño al despertar.

Finalmente me decido por usar solo una sudadera gigante que encontré, y me llega hasta la mitad del muslo.

En cuanto salgo del baño me invade el aroma a café recién hecho, lo cual es bueno, significa que él está en la cocina.

—Buenos días —saludo con una cortés distancia.

—Muy buenos —sonríe él, acercándome el café.

Al parecer no nos despertamos con el mismo humor.

—Ajá, ¿y por qué tan feliz? —lo cuestiono sentándome en uno de los bancos de la cocina.

—Dormí muy bien, ¿tú no?

—Sí, tu cama es cómoda...

—Mis brazos son cómodos —me corrige como si la situación en la que nos encontramos fuera lo mejor del mundo.

—También —cedo, de forma pensativa.

Sus ojos se centran en mi cabello, observa ladeando su cabeza los rizos que comienzan a formarse.

—No tienes secador —me quejo ante su atenta mirada.

—Por suerte.

—Sí, qué bonito, obviemos los cumplidos —respondo con ironía.

—¿Qué pasa? —se preocupa sentándose frente a mí—. ¿Por qué estás enojada?

—No entiendo qué pretendes... —respondo directa y sin rodeos—. Pensé que solo habías aceptado el trato porque querías mi ayuda, y ahora... ¿qué es esto? ¿A qué quieres llegar? ¿Qué pretendes abrazándome para dormir y diciéndome que me quieres? ¿Quieres que nos enamoremos y salgamos hechos mierda de esto? Porque tú no vas a cambiar de opinión y yo lo tengo claro...

—No lo sé... no lo he pensado —me responde con simpleza, como si la respuesta no fuera importante.

Es mentira, y recién entonces lo comprendo. Él sabe bien que no cambiará de opinión, lo que él espera es que yo lo haga. Tal vez piensa que si nos enamoramos le diré "Oye, sí, matemos a esa persona y huyamos de la justicia, te seguiré a donde sea".

Por una palabra [PR #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora