Capítulo 7

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Luego de ese momento vulnerable con Renzo, me sumergí en pensamientos relacionados con eso, por lo que me olvidé por completo del sujeto extraño que estaba en la plaza y de las cosas que me dijo

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Luego de ese momento vulnerable con Renzo, me sumergí en pensamientos relacionados con eso, por lo que me olvidé por completo del sujeto extraño que estaba en la plaza y de las cosas que me dijo.

Lo recordé recién el lunes, al entrar a la cafetería de la universidad y verlo sentado allí, en una de las primeras mesas. Entonces un flash repetitivo, como un dejá vu, se hizo presente en mi mente. Era sobre el chico raro, diciéndome "hola" cada día al entrar a la cafetería.

Un hola cada día, eso es todo.

Algo raro está pasando aquí, debería preguntar, pero la realidad es que es bastante friki el chico, y da miedito. Además vine aquí solo para ver a Renzo, para qué negar lo evidente.

Ya es hora de ir a casa, los lunes son agotadores por muchos motivos, uno de ellos es que no tengo descanso entre clases. Recién ahora pude venir a decir hola, así que sin mucho rodeo me acerco a la barra en la que siempre se encuentra él.

Antes de que pueda decir nada ya tengo un pastelito de chocolate delante, y una leve caricia en la mejilla como saludo antes de voltearse a entregarle un pedido al otro chico.

"¿Estás triste?" —pone en un trocito de servilleta que acaba de deslizar por la mesa delante de mis ojos.

Estaba tan distraída que no noté en qué momento lo escribió.

—Estoy cansada, y... no sé si triste, tal vez sí.

La verdad es que mi energía está por el suelo, y no sé por qué vine a refugiarme aquí, pero lo hice.

Renzo estira su teléfono hacia mí, trae abierta la opción de guardar contactos, quiere mi número al parecer.

Lo escribo y se lo paso, dejando que él complete el campo del nombre.

—Tienes que enseñarme a hablar como tú, para entenderte.

Me da un asentimiento como respuesta y se regresa al trabajo, luego de hacer algunas cosas más por fin se sienta delante de mí, estirando un vaso de jugo de naranja.

Es lo que siempre pido, y él lo recuerda.

Hace con su mano una garrita, la pone a un lado de su rostro y la desliza hacia atrás, mientras con sus labios deletrea una clara palabra en forma de pregunta.

"¿León?"

Suelto una risita y la contengo en mi mano.

—¿Así se dice León?

Él asiente y entonces me río con más ganas.

—Con la garrita... —murmuro entre risas—. Me encanta, quiero saber más.

Él eleva una ceja reclamando que no respondí la pregunta, así que lo hago.

—Sí, es por León. No hemos vuelto a hablar desde que me dijo que le gustaba una chica, lo extraño, y... tengo el periodo, solo quiero llorar por todo.

Por una palabra [PR #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora