Capítulo 30: Regreso a casa

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La mañana del veinticuatro de diciembre, la Escuela era un caos. Chicos y chicas corriendo con bolsos, y pequeños obsequios para entregar antes de marcharse a la estación de Hogsmeade. Una de ellas, era Juliette. Alcanzó a Jeonghan cuando dejaba la mesa después del desayuno, y le entregó un paquete envuelto en cinta rosa.

—¡Feliz Navidad! —dijo, alegremente.

—¡Feliz Navidad! —respondió Jeonghan.

Este metió su mano en el bolsillo de la túnica, y extrajo una pequeña caja, que entregó a Juliette.

—Espero que te guste —dijo.

Juliette lo observó, sorprendida. No esperaba recibir algo de regreso.

—¿Puedo abrirlo? —preguntó, emocionada.

—¡Por supuesto! —dijo Jeonghan —Abriré el tuyo.

—¡Tú primero! —exclamó Juliette.

Jeonghan desenvolvió el obsequio cuidadosamente. Era un pequeño prendedor con forma de escoba, que se elevaba algunos centímetros al posarla sobre la mano.

—¿Te gusta? —preguntó Juliette, ansiosa.

—¡Por supuesto que sí! —respondió Juliette, e inmediatamente lo enganchó en su capa.

Era el turno de Juliette. La chica abrió la tapa de la caja, y encontró un par de lazos para el cabello, adornados con una pequeña rosa púrpura.

—¡Son hermosos! —exclamó Juliette, casi con lágrimas en los ojos.

—Me alegra que te gusten —dijo Jeonghan.

La chica asintió. En ese instante, alguien la llamó por su nombre.

—Debo irme —anunció Juliette —. ¡Espero que pases una maravillosa Navidad!

—Tú también.

Juliette dio la vuelta para marcharse, pero se giró de nuevo.

—¿Sabes?—dijo —Hay personas que se comportan de forma tonta, porque no saben lidiar con sus propios sentimientos.

Jeonghan alzó las cejas, confundido por las palabras de la chica. Iba a preguntar a qué se refería, pero esta ya se había alejado. Arrugó el ceño, pensando en lo que acababa de decir Juliette, y sin ser consciente, su mirada se dirigió hasta la mesa de Gryffindor, en donde era intensamente observado por un chico de cabellera negra. Por unos breves segundos, su mirada y la de Seungcheol se cruzaron. En ese instante, el rostro de Jeonghan se encendió, y adquirió un intenso tono carmín. Inmediatamente dio la vuelta, y salió por la puerta del Gran Comedor, cubriendo sus mejillas con las manos, y rogando que nadie hubiera sido testigo de la escena.

Del otro lado, Seungcheol apoyó su frente sobre la mesa.

—Me odia —murmuró.

—¿De qué hablas? —preguntó Soonyoung.

—Del amor —se burló Mingyu.

—¡¿Qué?! —exclamó Soonyoung, confundido —¿De qué me perdí?

Mingyu no respondió la pregunta. Observó a Seungcheol, que permanecía con la cabeza sobre la mesa, en completo silencio. En otras circunstancias, probablemente lo habría golpeado, o al menos, insultado. Pero no hubo reacción de su parte, y eso, preocupó a Mingyu.

—Es hora de irnos —dijo, incorporándose —Se hace tarde. Si no nos damos prisa, perderemos el tren.

—¡Es cierto! —exclamó Soonyoung, incorporándose también —¡Vamos Seungcheol!

CHARMED [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora