Capítulo 19: Operación huida

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Eran casi las dos de la mañana, y Seungcheol aún no conciliaba el sueño. Cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Jeonghan sobre él, aparecía en su mente. Sus ojos almendrados color miel, mirándolo fijamente; su cabello rubio y sedoso, que desprendía un agradable aroma a vainilla; el peso de su cuerpo sobre el vientre de Seungcheol, tan ligero como una pluma; sus delicadas manos sujetando las muñecas del pelinegro; y sus labios, finos, suaves, dulces y rosados, igual que la leche de fresas que solía beber en cada desayuno. Seungcheol sacudió su cabeza para borrar el recuerdo, pues ya notaba el calor que desprendían sus mejillas.

¡No! Pensó, aterrado. ¡No puede gustarme ... él!

Se llevó el brazo a la cabeza, y ocultó su rostro en el pliegue del codo. Recordó la noche en el Bosque Prohibido, cuando descubrió que Jeonghan le temía a las acromántulas. Su cuerpo temblando entre los brazos de Seungcheol, y lo frágil que parecía. Esa fue la primera vez que sintió la necesidad de protegerlo, y la sutil idea de besarlo cruzó por su mente, algo muy similar a lo que ocurrió cuando Jeonghan se emborrachó. En ese momento, Seungcheol no tomó verdadera importancia a ese sentimiento que el chico generó en él, pues lo atribuyó al estado de vulnerabilidad en el que se encontraba Jeonghan, y creyó que era normal el querer protegerlo. Más lo de esa noche, fue algo completamente diferente. Jeonghan no se encontraba en apuros. Es más, logró tumbar a Seungcheol a la primera oportunidad. Si no estuviera tan agobiado por su situación actual, Seungcheol habría estado furioso por ser vencido por un "principiante". Pero olvidó por completo ese detalle, pues su cerebro estaba profundamente concentrado en el recuerdo de Jeonghan sobre él. Volvió a sacudir la cabeza, se volteó en la cama, y hundió su rostro en la almohada, con la esperanza de que el sueño alejara sus pensamientos sobre ese chico. Para su desgracia, quedarse dormido solo empeoró el asunto. De pronto se encontraba en el Bosque Prohibido, detrás de un árbol, ocultándose de un par de enormes acromántulas. Sus brazos rodeaban el cuerpo de Jeonghan, quien temblaba de pies a cabeza.

—Creo que ya se fueron —dijo Seungcheol.

—Entonces, ya puedes besarme —respondió Jeonghan.

Seungcheol lo observó, impactado.

—¡¿Qué?! —exclamó.

Jeonghan no respondió. En vez de eso, empujó a Seungcheol, quien cayó sobre el duro suelo de la sala en donde habían entrenado las últimas dos noches. Ahora Jeonghan estaba encima de él. Llevaba puesto el uniforme de quiddich. Sus manos sujetaban las de Seungcheol firmemente contra el suelo. El rostro de Jeonghan se acercó al de su prisionero, y esbozó una sonrisa traviesa. Seungcheol observó sus labios, embobado.

—He dicho que me beses, estúpido Choi.

El corazón de Seungcheol latía tan deprisa mientras Jeonghan se acercaba a él, que pensó saldría por su boca. Estaba a punto de besarlo, cuando el rostro de Jeonghan se transformó en el de su amigo Soonyoung. En ese instante, Seungcheol despertó. Soonyoung lo observaba desde arriba, con las cejas levantadas.

—¡¿Qué haces?! —exclamó Seungcheol, sobresaltado.

—Pensé que tenías una pesadilla —explicó el otro —. Te quejabas y murmurabas algo incomprensible. Pero creo que me equivoqué —agregó, con una sonrisa malévola.

Sus ojos se dirigieron hacia la zona de la cama, a la altura de la entrepierna de Seungcheol. Este siguió la mirada de su amigo, y se quedó de piedra al ver su propia erección oculta bajo las mantas. El rostro de Seungcheol se encendió, y se sentó al instante, cubriendo el bulto con la almohada. Soonyoung lo observó, inquisitivo. Era obvio que su amigo estaba avergonzado, y eso solo podía significar una cosa.

—¿Con quién estabas soñando? —preguntó Soonyoung, maquiavélico.

—¡Con nadie! —mintió Seungcheol —Es una simple erección matutina. ¡¿Acaso nunca has tenido una?! —vociferó, molesto.

CHARMED [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora